Un
claro ejemplo es el siguiente:
Nuestro cerebro, por medio de nuestra vista,
percibe un triángulo, cuando lo que estamos viendo, en realidad, son tres
comecocos.
Otro aspecto importante es el contexto. Si
vemos una planta como la de la imagen en la terraza, tendremos muy claro que se
trata de un semillero de hierbabuena. Pero si nos lo ponen en un plato sobre la
mesa y con una cuchara al lado, nos generará bastante desconcierto. Sin
embargo, lo mismo que nos ha ocurrido con los comecocos es que nuestro cerebro
ha tendido a la simplicidad y nos hace ver algo que no se corresponde con la
realidad, porque ese semillero no es tal, sino un delicioso postre de chocolate
con hierbabuena.
La maceta es, ciertamente, una maceta y las
hojas de menta, hojas de menta perfectamente comestibles y que aportan un sabor
excepcional al chocolate, como el famoso After Eight. Sin embargo, aquí se
acaba la percepción, porque lo que parece arena es, en realidad, polvo de
galletas Oreo y sirven para recubrir el chocolate, que en función de lo que nos
apetezca trabajar puede ser una mousse de chocolate, una crema o sencillamente,
un helado.
En cualquier caso, cuando sirvo a alguien el
postre en cuestión, siempre muestra recelo al meter la cuchara y, generalmente,
esperan todos a que sea yo el primero en hacerlo.