martes, 24 de noviembre de 2020

REPOLLO REHOGADO CON AJITOS, PIMENTÓN Y PIÑONES

 

Después del solomillo relleno, apetece cambiar a algo más ligero y sencillo de elaborar, como este repollo que hoy nos ocupa.

Había en la nevera medio repollo que sobró de las alubias que preparó Gloria y, sobre la marcha, decidí que podía estar muy, pero que muy rico, en esta receta.

½ repollo

2 patatas

3 dientes de ajo

1 puñadito de piñones

1 cucharadita de pimentón de La Vera picante y una cucharada grande del dulce.

Sal

AOVE

En primer lugar, vamos a cortar el repollo en juliana fina y lo ponemos en una olla con agua. Pelamos y cortamos las patatas, y las añadimos junto con un poco de sal. Dejamos que cueza a fuego medio durante unos 30 a 40 minutos. Colamos y reservamos.

Ponemos en una sartén un chorrito de aceite con los piñones y dejamos que se doren.

En la misma olla de la cocción, ponemos un buen chorro de aceite y cuando empiece a estar caliente, ponemos los ajos cortados en rodajas. Cuando empiecen a bailar, bajamos el fuego, añadimos el pimentón y antes de que se queme, añadimos el repollo junto a las patatas removiendo bien para que se entremezclen todos los sabores. Por último, ponemos los piñones tostados, apagamos el fuego y volvemos a remover.

Para la presentación, un buen chorro de AOVE en crudo y un poquito de pimienta molida le viene de maravilla.



lunes, 23 de noviembre de 2020

SOLOMILLO DE IBÉRICO RELLENO

 

El miedo es una emoción compleja que nos impide hacer muchas actividades. Su máxima expresión es el pánico y cuando aparece un episodio de pánico, el conjunto de sensaciones que nos genera puede llegar a ser peligroso, en especial si no hay ninguna causa real que lo genere porque va a bloquear nuestra capacidad de responder de la manera adecuada.

Yo me reconozco un tanto miedoso y en alguna ocasión he sentido lo que es el pánico. Probablemente las experiencias de la vida nos pueden llevar a padecerlo, pero la mejor solución es afrontar las situaciones que lo generan.

En la cocina, es bastante normal sentir miedo ante alguna receta que se nos antoja compleja, pero si somos capaces de hacerla, aún sabiendo que es probable que acabe en la basura, seremos capaces de sobrellevarla y, aseguro que la sensación posterior, es totalmente relajante.

Rellenar una pieza de carne puede parecer complejo, pero es tan sencillo como ponerse a hacerlo y, de paso, aprovecharemos algunos productos de esos que están a punto de caducar en la nevera.

En el caso que nos ocupa, había un paquete de salchichas que estaban a punto de fenecer, unas lonchas que queso que iban a correr la misma suerte y un par de lonchas de beicon ya caducadas, pero todo ello podía servir para rellenar un precioso solomillo de ibérico.

Lo primero que haremos será quitar el exceso de grasa exterior, así como las telillas de fibra que pueda tener y ya lo tendremos preparado para el siguiente paso.

Para poder rellenar la pieza de carne hay que pertrecharse de un buen cuchillo bien afilado y partir el solomillo por la mitad, pero sin llegar a cortarlo del todo, es decir, sin llegar hasta el final. Separamos las dos partes y cortamos uno de los lados y después el otro, también sin llegar hasta el final. Puede parecer complicado, pero es bastante sencillo siempre que el cuchillo corte bien. Esta es la primera dificultad, pero vemos que no es tan complicado.

Una vez que tengamos el solomillo bien abierto, podemos espalmarlo para romper las fibras y que quede más tierno, pero nuestra pieza era espectacular: pequeña, tierna y venía bastante limpia de grasa y de telillas.

Ahora metemos en el centro las lonchas de beicon, encima las de queso y encima de todo, las salchichas. Enrollamos la pieza de carne para que vuelva a su estado original, pero ahora ya con su relleno. Una idea interesante es añadir unas pasas o unos orejones, pero no había.

Y ahora viene la segunda complicación: el bridado. Para bridar el solomillo nos valdremos de un hilo fuerte, que ya venden a propósito para bridar. También existen en el mercado unas redecillas, pero queda mucho mejor con un bridado simple, porque nos permite sellar mejor la carne. Atamos uno de los extremos con un nudo doble procurando que quede bien firme y que no se nos escape el relleno. Hacemos un bucle con el cordón y lo pasamos por debajo del solomillo separando unos dos o tres centímetros y apretamos. Volvemos a hacer otro bucle y lo volvemos a pasar desde el principio de la pieza. Lo separamos otros dos centímetros del nudo anterior, también apretando bien. Y esto lo repetimos cuantas veces sea necesario, en función de la longitud del solomillo. Para terminar nuestro bridado, pasamos el hilo por el centro, de manera que quede cerrado, lo pasamos por la parte contraria de los nudos que hemos ido haciendo y por debajo y por último hacemos otro nudo en el mismo sitio que hicimos el primero de ellos.


Con un poco de práctica se aprende a hacer sin dificultad, aunque, sorprende ver la cantidad de cocineros que salen en las diferentes televisiones que no tienen la menor idea de cómo bridar una pieza de carne.

El paso siguiente ya es simple. Salpimentamos el solomillo, ponemos un chorro de AOVE en una sartén y cuando esté muy caliente, ponemos la pieza en el medio de la sartén y lo vamos girando para sellarlo bien por todas las partes. Precalentamos el horno a 200º, metemos la cazuela y lo dejamos haciéndose con el grill, la parte de abajo y el aire durante unos 12 a 15 minutos.


Para evitar aburrirnos mientras se hornea, vamos a hacer una salsa de chalotas. Vamos a necesitar tres peladas y picadas en juliana fina. Las ponemos en una sartén con un chorrito de AOVE a fuego muy suave con una pizca de sal. Cuando veamos que están blanditas, añadimos un vasito de vermú, dejamos que vaya perdiendo el alcohol y añadimos otro vasito de agua. Si queremos que quede más ligada, ponemos una cucharada de Maizena en un vasito de agua y se lo añadimos a la cocción.



domingo, 15 de noviembre de 2020

ARROZ AL HORNO VERSIONADO (MELOSO Y DE PUEBLO EN OTOÑO)

 Hace unos días, hice unos callos a la madrileña y me guardé el caldo de cocer el morro, las patas y los callos para elaborar alguna recetilla. Como había una buena cantidad, me hice una sopa de fideos, una sopita castellana y aún sobró bastante como para hacer algo más.

Ayer vi unas salchichas de pueblo, de las que llevan tripa en vez de plástico y se me ocurrieron un par de recetas con ellas. Una de ellas va a ser unos sanjacobos rellenos de queso curado y salchicha y la otra es la que paso a describir a continuación: un arroz meloso con algunos ingredientes del típico arroz al horno y otros más típicos del otoño, como unos lactarius deliciosus, que sobraron del guiso del otro día y un puñadito de lepista nuda. La idea es que la lepista nuda, una vez cocida y salteada tiene una textura suave, similar a la del tocino pero, naturalmente, exenta de grasa, lo cual convierte nuestra receta en algo mucho más saludable. 


Arroz bomba

Caldo de carne

1 patata

4 tomates cherry

1 puñado de garbanzos  

12 setas de pie azul (botones)

100 gr de guiso de níscalos

2 salchichas

Un par de rodajas de morcilla de cebolla y otro par de rodajas de chorizo de León

3 cucharadas de tomate tamizado

Pimentón dulce de La Vera

Unas hebras de azafrán

AOVE

Sal


Lo primero que vamos a hacer va a ser cocer los garbanzos durante un par de horas a fuego suave hasta que queden blandos y los reservamos.

Freímos en un perol, con tres cucharadas de AOVE las salchichas, la patata cortada en rodajas como de 1 cm de grosor, los tomates, las rodajas de morcilla y las de chorizo, y lo vamos reservando en un plato. 

En el mismo aceite donde hemos frito lo anterior, ponemos una cucharada de pimentón dulce, le damos un par de vueltas y añadimos el tomate tamizado. Cuando veamos que está frito, echamos el arroz y lo mezclamos bien para sellarlo. A continuación añadimos los garbanzos y removemos. 

En una sartén aparte, ponemos unos ajitos muy picados con una cucharada de AOVE y salteamos las setas hasta que queden doraditas y las añadimos al perol con el arroz y los garbanzos.

Ahora ya podemos poner el resto de los ingredientes que teníamos reservados junto con el azafrán y, si queremos algo más de color, un poco de colorante alimentario. Removemos, apagamos el fuego y dejamos tapado hasta la hora de comer. En ese momento, calentamos el caldo y lo añadimos dejando cocer durante unos 18 minutos.


 

martes, 10 de noviembre de 2020

GUISO DE PATATAS CON NÍSCALOS

 

Ya se va notando el otoño en la cocina, y con él, van apareciendo ingredientes exquisitos como las castañas y las setas.

Ayer salió Gloria al campo y trajo una cesta de lactarius deliciosus enorme, otra de macrolepiota prócera y unas cuantas lepistas personatas.

Las lepistas, conocidas vulgarmente cono de pezón o pie azul cayeron sobre la marcha fritas con unos ajitos. Las macrolepiotas o parasoles las limpié y las tengo en la nevera, en espera de blanquearlas y hacerlas rebozadas. El año pasado las dejé hechas y las congelé por separado para evitar que se pegaran entre sí y las freí sin descongelar en aceite muy caliente. Lo cierto es que quedaron perfectas, así que este año voy a proceder de igual manera.

En cuanto a los níscalos (a mí me gusta llamarlos en latín: lactarius deliciosus, porque, anda que no tienen nombres: mízcale, níscalo, robellón…) se me ocurrió hacer un guiso porque, en realidad, en algunos lugares son muy apreciados, pero lo cierto es que son bastante bastos y cansinos, aunque dan unos resultados harto aceptables si los acompañas de buenas viandas. Y aquí surge otro milagro, porque solo había una patata, eso sí de un tamaño razonable y, con lo que había en la nevera, está saliendo un guisito de sobresaliente.  

1 kg de níscalos

1 patata gorda

1 cebolla

½ pimiento morrón

½ pimiento verde

3 dientes de ajo

2 tomates maduros o 4 cucharadas de tomate tamizado

1 trozo de chorizo de León dulce

1 vasito de vino

Pimentón de La Vera picante

AOVE

Sal

 

En primer lugar, hay que limpiar y cortar los níscalos en unos cuatro o seis trozos, dependiendo del tamaño y los reservamos. Pelamos las patatas, las chascamos y reservamos también.

 

Pelamos y picamos la cebolla, los pimientos y los ajos y los ponemos a pochar a fuego muy lento en una sartén amplia con un par de cucharadas de AOVE y una pizca de sal. Cuando veamos que están bien pochados, añadimos el chorizo cortado en cubitos y dejamos que se sofría. A continuación, añadimos el pimentón, damos vueltas y echamos el tomate, subiendo un poco el fuego para que pierda el agua. Añadimos el vino, aunque en nuestro caso lo hemos sustituido por medio bote de cerveza porque no había vino.

 

Cuando veamos que está todo frito, añadimos los níscalos y damos vueltas con cuidado para que no se nos rompan, y cuando veamos que empiezan a estar cocidos, echamos las patatas, cubrimos de agua y dejamos que se cueza todo el conjunto durante unos 30 minutos a fuego suave. Como había caldo de cocer el morro, las patas y los callos que hicimos el fin de semana, hemos puesto un par de cazos además del agua y a fe que ha sido una buena elección.

 

Y a comer con un buen trozo de pan recién horneado.




 

viernes, 6 de noviembre de 2020

HABITAS BABY CON JAMÓN

 

Normalmente, suelo combinar los menús de manera que resulten variados. Así, si hoy como carne roja, mañana prepararé algo de verdura y pasado mañana pescado. Esta ha sido una semana atípica, porque me he tenido que someter a una serie de pruebas hospitalarias y se me han trastocado los planes. Por ejemplo, el lunes tocó beber sin comer absolutamente nada (es lo que tiene cumplir años).

Tenía muchas ganas de comerme unos guisantes con jamón, de aquellos que odiaba cuando era chaval y que ahora adoro. Así que me di un paseo por La Plaza de DIA porque me encanta la sección que tienen de pescadería y siempre pico comprando algo innecesario, pero exquisito. Ayer cayeron unas sardinas minis, que voy a preparar en vinagre como si fueran boquerones, pero resultan más suaves y ricas y, al ser frescas, las he metido en el congelador para evitar sustos con el anisakis. También quería comprar pollo, conejo y verduras para elaborar una paellita el próximo sábado.

Cuando llegué al congelador de verduras, cogí un paquete con garrofón, tabella y bajoca para la paella y otro paquete de guisantes, pero justo al lado, había una bolsita preciosa con habitas baby y, sobre la marcha, la cambié por los guisantes.

Hay muchas maneras de elaborar las habas con jamón, pero en este caso, al tratarse de productos de alta calidad, lo mejor es basarse en la sencillez y no meter ingredientes innecesarios.

400 gr de habas baby congeladas

150 gr de jamón en taquitos

1 cebolla

2 dientes de ajo

1 huevo (opcional)

1 cucharada de harina

1 cucharadita de pimentón de La Vera picante

sal

AOVE

En primer lugar, vamos a poner agua a hervir en una cazuela y cuando empiece el primer hervor, ponemos las habas. Esperamos a que vuelva a cocer y las dejamos 9 minutos a fuego medio-fuerte. Una vez cocidas, las sacamos a un bol con agua fría y hielo y reservamos un par de cazos de agua de la cocción.

Pelamos y picamos la cebolla y los dientes de ajo en brunoise y los ponemos en una sartén con un par de cucharadas de AOVE y a fuego mínimo, dejamos que se vayan pochando hasta quedar transparentes. En ese momento, añadimos los taquitos de jamón y subimos un poco el fuego.

A partir de aquí, las opciones se multiplican, pero vamos a por un plato sobrio y exquisito. Una cucharada de harina nos va a ayudar a conseguir una crema deliciosa, así que la hemos añadido y dejado que se friera bien antes de añadir unas cucharadas del caldo de cocción de las habas que habíamos reservado. En poco más de dos minutos ya la tendremos ligada y será el momento de añadir el pimentón. A mí me gusta el picantillo, pero es un paso que se puede obviar. Echamos las habas y removemos con cuidado para que queden enteras y no se rompan. Añadimos un poco más de caldo hasta cubrirlas y dejamos que se liguen todos los sabores durante unos cinco minutos.

Si queremos convertir nuestras habas en menú completo, podemos añadirle un huevo que puede ser frito, cocido, escalfado o, como en mi caso, Mollet, para lo cual debemos dejar cocer el huevo durante 6 minutos exactos en agua hirviendo. Yo suelo dejarlo medio minutito más y así la yema queda más cremosa.




miércoles, 4 de noviembre de 2020

PATATAS REVOLCONAS

 

Hace ya bastantes años, el entonces Ministerio de Educación y Ciencia tuvo a bien concederme, tras un concurso de méritos, el título de Director de SAPOE (Servicio de Apoyo Psicopedagógico y de Orientación Educativa). Era algo rimbombante y que con el transcurrir de los tiempos se fue desinflando. Así, el curso siguiente ya no éramos Directores de nada, sino veladores del PIPOE, es decir, del Programa de Intervención Psicopedagógica y Orientación Educativa. Y, a partir del siguiente curso, ya nos quedamos con el dudoso título de orientadores en centros, que era un “totum revolutum” en el que cabíamos psicólogos, pedagogos y la recién creada titulación de psicopedagogía, que transcurridos todos estos años y a día de hoy, aún no sé muy bien lo que es.

 

Aquel título trajo consigo un periodo de formación que bajo el título de Jornadas de no sé qué, se celebraron en Salamanca. Allí lo pasamos de maravilla. Conocimos a un buen número de colegas, jugábamos al mus y nos llevaban de excursión a sitios maravillosos. Entre esos lugares, fuimos a recorrer la Sierra de la Peña de Francia con su santuario, desde el que se ven Las Hurdes, el Parque de las Batuecas y al fondo un precioso pueblo llamado La Alberca, donde posteriormente nos llevaron a comer y a disfrutar de un precioso paseo por sus calles y por su Plaza Mayor. La Plaza mayor de La Alberca es de los lugares con más encanto que se puede encontrar en todo el mundo y venden unos productos de la zona que enamoran a primera vista, como sus jamones de cerdo graso blanco.

 

En el lugar que eligieron los turutus del ministerio para llevarnos a comer, servían un plato que no había visto nunca. Lo llamaban patatas revolconas, machaconas, revueltas o meneadas. En realidad, allí me las presentaron como revolconas y no dudé un segundo en pedir la receta para replicarlas en mi casa, en cuanto volviera de Salamanca (Actualmente, en algún portal de Internet he visto que las llaman también patatas “meneás”, pero siendo que vienen de un lugar como Ávila o Salamanca donde el Castellano se habla con total pureza, no me pega nada ese nombre. Pasa lo mismo que con las papas arrugadas). Por aquellos tiempos no existía Internet y tratar de investigar el origen de esa receta era poco menos que imposible, así que fui preguntando y un colega abulense me dijo que eran originarias de su tierra: Ávila, pero que las hacían por toda Salamanca y también en algunas localizaciones de Extremadura.

 

4 patatas (1 por persona)

1 cucharada sopera de pimentón de La Vera (1/4 picante y el resto dulce)

100 gr de panceta (se puede cambiar por otros productos)

3 dientes de ajo

2 hojas de laurel

AOVE

Sal

 

En La Alberca me dijeron que en el restaurante ponían las patatas a cocer enteras y con la piel para mantener el almidón y por la cantidad desmesurada que utilizan, pero que en casa, podía pelarlas y ponerlas escachadas. Yo lo hago así. Así que las vamos a cortar como cachelos en piezas no muy grandes y a ponerlas a cocer en agua con una pizca de sal y junto a las hojas de laurel y los dientes de ajo pelados. Pasados unos 15 a 20 minutos ya estarán blandas, así que reservamos unos cacitos de caldo y ponemos las patatas en un bol.

 

Ponemos un par de cucharadas de AOVE en una sartén y vertemos la cucharada de pimentón separando la sartén del fuego para evitar que se arrebate. Añadimos el agua de la cocción de las patatas y removemos para conseguir una salsa.

 

Espachurramos las patatas junto con los ajos cocidos con un tenedor hasta conseguir un puré al que añadiremos el contenido de la sartén, removiendo bien para conseguir el efecto de revolconas o meneadas.

 

La receta original lleva panceta frita en dos cocciones para conseguir unos torreznos, pero en casa no suele haber ni panceta ni ganas de hacer torreznos, así que se puede cambiar por unos torreznos ya hechos de esos que venden en bolsas, o como suelo hacer yo, freír unos taquitos de chorizo de León junto con un par de láminas de beicon. Ya sé que no es lo mismo, pero quedan muy suculentas, incluso mejor que con los torreznos.