martes, 10 de noviembre de 2020

GUISO DE PATATAS CON NÍSCALOS

 

Ya se va notando el otoño en la cocina, y con él, van apareciendo ingredientes exquisitos como las castañas y las setas.

Ayer salió Gloria al campo y trajo una cesta de lactarius deliciosus enorme, otra de macrolepiota prócera y unas cuantas lepistas personatas.

Las lepistas, conocidas vulgarmente cono de pezón o pie azul cayeron sobre la marcha fritas con unos ajitos. Las macrolepiotas o parasoles las limpié y las tengo en la nevera, en espera de blanquearlas y hacerlas rebozadas. El año pasado las dejé hechas y las congelé por separado para evitar que se pegaran entre sí y las freí sin descongelar en aceite muy caliente. Lo cierto es que quedaron perfectas, así que este año voy a proceder de igual manera.

En cuanto a los níscalos (a mí me gusta llamarlos en latín: lactarius deliciosus, porque, anda que no tienen nombres: mízcale, níscalo, robellón…) se me ocurrió hacer un guiso porque, en realidad, en algunos lugares son muy apreciados, pero lo cierto es que son bastante bastos y cansinos, aunque dan unos resultados harto aceptables si los acompañas de buenas viandas. Y aquí surge otro milagro, porque solo había una patata, eso sí de un tamaño razonable y, con lo que había en la nevera, está saliendo un guisito de sobresaliente.  

1 kg de níscalos

1 patata gorda

1 cebolla

½ pimiento morrón

½ pimiento verde

3 dientes de ajo

2 tomates maduros o 4 cucharadas de tomate tamizado

1 trozo de chorizo de León dulce

1 vasito de vino

Pimentón de La Vera picante

AOVE

Sal

 

En primer lugar, hay que limpiar y cortar los níscalos en unos cuatro o seis trozos, dependiendo del tamaño y los reservamos. Pelamos las patatas, las chascamos y reservamos también.

 

Pelamos y picamos la cebolla, los pimientos y los ajos y los ponemos a pochar a fuego muy lento en una sartén amplia con un par de cucharadas de AOVE y una pizca de sal. Cuando veamos que están bien pochados, añadimos el chorizo cortado en cubitos y dejamos que se sofría. A continuación, añadimos el pimentón, damos vueltas y echamos el tomate, subiendo un poco el fuego para que pierda el agua. Añadimos el vino, aunque en nuestro caso lo hemos sustituido por medio bote de cerveza porque no había vino.

 

Cuando veamos que está todo frito, añadimos los níscalos y damos vueltas con cuidado para que no se nos rompan, y cuando veamos que empiezan a estar cocidos, echamos las patatas, cubrimos de agua y dejamos que se cueza todo el conjunto durante unos 30 minutos a fuego suave. Como había caldo de cocer el morro, las patas y los callos que hicimos el fin de semana, hemos puesto un par de cazos además del agua y a fe que ha sido una buena elección.

 

Y a comer con un buen trozo de pan recién horneado.




 

No hay comentarios:

Publicar un comentario