viernes, 26 de agosto de 2016

PATATAS CON SEPIA

Agosto ya va entrando en su recta final y no es cosa de comprar comida a lo tonto, así que ya vamos consumiendo lo que nos queda por la nevera y el congelador a modo de absoluto aprovechamiento. Sin embargo, tenía capricho de hacer un arroz meloso de bogavante para comerlo con mis hermanos, así que compré un par de ellos que, por cierto, estaban a muy buen precio. También compré algo de morralla y unos mejillones para elaborar el fumé, y se me perdió la vista en una sepia descomunal. Descomunal por el tamaño, pero también por la frescura y no pude por menos que llevarla conmigo para enseñarle mi cocina.

Como suele ocurrir en estos casos, cuando tú cuentas con cuatro bocas, siempre se te apunta alguna más y, ayer no fue una excepción. De inmediato se apuntó el director del hotel, eso sí, a cambio de una botella de Möet, y mi sobrino Jorge que andaba por aquí de manera casual y, de manera casual también, decidió posponer su partida a después de comer.

Convertir cuatro raciones en seis no parecía a priori un gran problema, al menos cuando se trata de arroz, porque cuatro puñados más lo arreglan, pero parecía que quedaban tristones los dos bogavantes, así que dediqué las patas, las alas y una parte del cuerpo de mi hermosa sepia a darle un poco más de cuerpo al arroz.

Aun así, sobró una buena cantidad de mi fantástico molusco, que he convertido en unas patatas con sepia y va a dar para un buen atracón que repartiré con mi hermana.

1 sepia terciada
2 patatas
1 cebolla
3 cucharadas de tomate tamizado
3 dientes de ajo
1 vaso de vino (suele ser blanco, pero no tenía, así que, tinto)
5 almendras
1 ramito de perejil
1 guindilla cayena
4 hebras de azafrán
Aceite de oliva virgen extra
Pimentón de La Vera dulce y un poco de picante
Sal

Lo primero que haremos será limpiar bien la sepia y retirarle la piel del interior y del exterior. Luego la cortamos en cuadrados de unos dos o tres cm y la reservamos.

Picamos la cebolla y la ponemos junto con los ajos enteros y la guindilla en una cazuela con un chorro de aceite de oliva virgen y una pizca de sal. Cuando veamos que la cebolla está blandita, añadimos la sepia y dejamos que se sofría a fuego medio.

Bajamos el fuego, añadimos el pimentón y dejamos que se sofría un minuto antes de echar el tomate. Subimos el fuego, removemos bien y esperamos a que el tomate pierda agua. Ponemos el vasito de vino y dejamos que evapore el alcohol.

Pasados unos minutos, añadimos las patatas y cubrimos con agua, bajamos el fuego, tapamos la cazuela y dejamos que hierva despacito durante unos 20 a 25 minutos, hasta que las patatas estén cocidas.

Unos cinco minutos antes de retirar del fuego, ponemos en el mortero las almendras, el perejil y las hebras de azafrán y majamos hasta que quede reducido a polvo, lo añadimos al guiso y removemos bien, con cuidado de no romper las patatas.




viernes, 19 de agosto de 2016

ESPAGUETIS DE SEPIA CON GAMBAS AL CURRY DE QUESO

La pasta puede ser un recurso fácil cuando andamos mal de economía ya que con un paquete de espaguetis y un bote de tomate frito comen unos cuantos. Sin embargo, resulta aburrido hacer siempre lo mismo, y si bien es cierto que hay un buen número de productos hechos con pasta, no es menos cierto que la creatividad del personal se ciñe al tomatito, la carbonara, y si andamos muy creativos ese día, hacemos una salsa boloñesa y a correr.

La receta que presentamos a continuación es algo más divertida porque combina colores, sabores y texturas, y además nos traslada a diversos lugares geográficos como veremos en los ingredientes; viajaremos a Italia, cuna de los espaguetis, al Caribe, con su roncito, al lejano Oriente donde rebuscaremos el curry… ¿quién da más? 

Psicológicamente, se trata de un plato muy completo porque, no conozco a ningún niño que no le gusten los espaguetis, y el hecho de recrearlos de una manera más actualizada, resulta muy grato para los adultos que queramos trasladarnos durante unos minutos a nuestra infancia para disfrutar.

UN PAQUETE DE ESPAGUETIS DE SEPIA (SON NEGROS)
100 GRAMOS DE GAMBAS
UNA NUEZ DE MANTEQUILLA
1 BRICK DE NATA PARA COCINAR.
UN VASITO DE CERVEZA
UN VASITO DE RON AÑEJO
TABASCO
CURRY
SALSA PERRINS (O SALSA DE SOJA)
PIMENTÓN DE LA VERA PICANTE
3 DIENTES DE AJO
ACEITE DE OLIVA VIRGEN EXTRA
RALLADURA DE NUEZ MOSCADA
SAL

Cocemos los espaguetis durante 9 minutos, que es lo que indica el fabricante para que queden al dente, los escurrimos, les añadimos la nuez de mantequilla y los removemos levantándolos bastante, para que queden sueltos.

Ponemos los ajos picados y el curry en frío en una sartén con dos cucharadas de aceite de oliva virgen extra. Cuando empiece a tomar color, le añadimos el brick de nata de cocinar, unas gotas de tabasco, un chorrito de salsa Perrins, una pizca de pimentón de La Vera picante y dejamos que vayan
mezclándose los sabores. A continuación le añadimos un vasito de cerveza y unas gotas de ron añejo y dejamos que reduzca y elimine el alcohol, a fuego muy lento.

Entre tanto, pelamos las gambas, sacamos los sesitos y añadimos a la salsa los cuerpos troceados y el jugo de las cabezas, dejando cocer durante un minuto, añadiendo a continuación medio sobre de queso rallado y la nuez moscada recién rallada.

Servimos los espaguetis con la salsa, y añadimos un poco de perejil picado espolvoreado.

El color negro de los espaguetis va a contrastar con el amarillo de la salsa de curry y queso y el verde del perejil picado. 

Hasta aquí, la receta original que, además, incluía unas rodajas de plátano de Canarias. Sin embargo, me sobró salsa de tinta de unos calamares que hice hace dos días y me ha parecido una excelente idea añadirla. Así el color no queda tan amarillento, pero el gusto que le confiere es sublime.











martes, 16 de agosto de 2016

BUÑUELOS DE CALABAZA

Habrá quien piense que los buñuelos de calabaza no pueden estar ricos… Bien, eso era lo que yo mismo pensaba hasta que los probé. La primera vez que fui a Las Fallas de Valencia era tan solo un niño, y lo de la calabaza en unos buñuelos, me sonó repulsivo. La cosa es que, ya entrado en años, me dediqué a observar en un puesto cómo los elaboraban y me pareció algo mágico el hervor de esa masa. Luego me vino el aroma y era algo celestial, así que probé uno y, casi sin darme cuenta, me comí una docena yo solito, mojados en chocolate.

Como quiera que este tipo de recetas no te las da nadie, tuve que investigar y hacerme pasar por un experimentado cocinero para obtenerla y he aquí el resultado.

Vamos a necesitar:

250 gr. de harina, 
25 gr. de levadura fresca prensada, 
1 sobre de gaseosa sódica, 
1 rodaja de calabaza,
100 gr. de azúcar  
Aceite suave para freírlos.

No sé por qué, pero el paso de la gaseosa sódica se le olvida a todo el mundo, y resulta que es fundamental para conseguir unos buñuelos auténticos, pero en fin, vamos a elaborarlos.

En primer lugar pelamos la calabaza, le quitamos las pipas, si las tuviere, y la ponemos a cocer en agua. Mientras va cociendo y ablandándose, cogemos la levadura y la echamos en un vasito de agua caliente para que se diluya bien. Ponemos la harina en un bol, le añadimos el vaso de agua y levadura, el sobre de gaseosa y amasamos bien hasta conseguir una masa durita.

Volvemos con nuestra calabaza y comprobamos que esté blandita y podamos hacer un puré con ella solamente con la ayuda de un tenedor. Le añadimos el azúcar y amasamos bien hasta que el azúcar se incorpore por completo.

Juntamos esta masa con la de harina, y seguimos amasando con las manos bien limpias para que se compacte todo junto. El resultado debe ser una masa suave, pero manejable.

Ahora viene el momento de la paciencia, porque hemos de tapar el bol, que debe ser grandecito porque la masa va a subir a más del doble, y la dejamos reposar a temperatura ambiente durante dos o tres horas, a sabiendas que cuanto más esperemos, más cantidad de masa haremos, y los buñuelos saldrán más suaves.

Ponemos una buena cantidad de aceite en una sartén y esperamos hasta que se caliente bien. Los buñuelos de verdad se hacen con ambas manos, haciendo un agujerito en el medio con nuestros dedos índice y pulgar y los echamos al aceite hasta que queden doraditos. Esto requiere un buen entrenamiento positivo, así que las primeras veces podemos echarlos directamente cogiendo la masa con una cuchara. También es cierto que de esta manera, además de facilitarse la labor, se pueden recubrir de chocolate más fácilmente. Una vez que estén frititos, los vamos dejando sobre un plato cubierto con papel de cocina y los recubrimos de azúcar. Así están exquisitos, pero mojados en chocolate son algo celestial, y recubiertos de chocolate fondant, un auténtico pasaporte hacia el cielo.

En la elaboración hemos dicho que puede, y de hecho debe participar toda la familia. Los niños disfrutarán de lo lindo amasando las dos masas y compactándolas en una sola, y los adultos haciendo el resto, es decir, cociendo la calabaza, mezclándola con el azúcar cuando aún esté caliente y friendo los buñuelos. 

Al final, todos juntos, nos sentamos a comerlos.