martes, 16 de agosto de 2016

BUÑUELOS DE CALABAZA

Habrá quien piense que los buñuelos de calabaza no pueden estar ricos… Bien, eso era lo que yo mismo pensaba hasta que los probé. La primera vez que fui a Las Fallas de Valencia era tan solo un niño, y lo de la calabaza en unos buñuelos, me sonó repulsivo. La cosa es que, ya entrado en años, me dediqué a observar en un puesto cómo los elaboraban y me pareció algo mágico el hervor de esa masa. Luego me vino el aroma y era algo celestial, así que probé uno y, casi sin darme cuenta, me comí una docena yo solito, mojados en chocolate.

Como quiera que este tipo de recetas no te las da nadie, tuve que investigar y hacerme pasar por un experimentado cocinero para obtenerla y he aquí el resultado.

Vamos a necesitar:

250 gr. de harina, 
25 gr. de levadura fresca prensada, 
1 sobre de gaseosa sódica, 
1 rodaja de calabaza,
100 gr. de azúcar  
Aceite suave para freírlos.

No sé por qué, pero el paso de la gaseosa sódica se le olvida a todo el mundo, y resulta que es fundamental para conseguir unos buñuelos auténticos, pero en fin, vamos a elaborarlos.

En primer lugar pelamos la calabaza, le quitamos las pipas, si las tuviere, y la ponemos a cocer en agua. Mientras va cociendo y ablandándose, cogemos la levadura y la echamos en un vasito de agua caliente para que se diluya bien. Ponemos la harina en un bol, le añadimos el vaso de agua y levadura, el sobre de gaseosa y amasamos bien hasta conseguir una masa durita.

Volvemos con nuestra calabaza y comprobamos que esté blandita y podamos hacer un puré con ella solamente con la ayuda de un tenedor. Le añadimos el azúcar y amasamos bien hasta que el azúcar se incorpore por completo.

Juntamos esta masa con la de harina, y seguimos amasando con las manos bien limpias para que se compacte todo junto. El resultado debe ser una masa suave, pero manejable.

Ahora viene el momento de la paciencia, porque hemos de tapar el bol, que debe ser grandecito porque la masa va a subir a más del doble, y la dejamos reposar a temperatura ambiente durante dos o tres horas, a sabiendas que cuanto más esperemos, más cantidad de masa haremos, y los buñuelos saldrán más suaves.

Ponemos una buena cantidad de aceite en una sartén y esperamos hasta que se caliente bien. Los buñuelos de verdad se hacen con ambas manos, haciendo un agujerito en el medio con nuestros dedos índice y pulgar y los echamos al aceite hasta que queden doraditos. Esto requiere un buen entrenamiento positivo, así que las primeras veces podemos echarlos directamente cogiendo la masa con una cuchara. También es cierto que de esta manera, además de facilitarse la labor, se pueden recubrir de chocolate más fácilmente. Una vez que estén frititos, los vamos dejando sobre un plato cubierto con papel de cocina y los recubrimos de azúcar. Así están exquisitos, pero mojados en chocolate son algo celestial, y recubiertos de chocolate fondant, un auténtico pasaporte hacia el cielo.

En la elaboración hemos dicho que puede, y de hecho debe participar toda la familia. Los niños disfrutarán de lo lindo amasando las dos masas y compactándolas en una sola, y los adultos haciendo el resto, es decir, cociendo la calabaza, mezclándola con el azúcar cuando aún esté caliente y friendo los buñuelos. 

Al final, todos juntos, nos sentamos a comerlos.

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