Agosto ya va entrando en
su recta final y no es cosa de comprar comida a lo tonto, así que ya vamos
consumiendo lo que nos queda por la nevera y el congelador a modo de absoluto
aprovechamiento. Sin embargo, tenía capricho de hacer un arroz meloso de
bogavante para comerlo con mis hermanos, así que compré un par de ellos que,
por cierto, estaban a muy buen precio. También compré algo de morralla y unos
mejillones para elaborar el fumé, y se me perdió la vista en una sepia
descomunal. Descomunal por el tamaño, pero también por la frescura y no pude
por menos que llevarla conmigo para enseñarle mi cocina.
Como suele ocurrir en
estos casos, cuando tú cuentas con cuatro bocas, siempre se te apunta alguna
más y, ayer no fue una excepción. De inmediato se apuntó el director del hotel,
eso sí, a cambio de una botella de Möet, y mi sobrino Jorge que andaba por aquí
de manera casual y, de manera casual también, decidió posponer su partida a
después de comer.
Convertir cuatro raciones
en seis no parecía a priori un gran problema, al menos cuando se trata de
arroz, porque cuatro puñados más lo arreglan, pero parecía que quedaban
tristones los dos bogavantes, así que dediqué las patas, las alas y una parte del cuerpo de mi hermosa
sepia a darle un poco más de cuerpo al arroz.
Aun así, sobró una buena
cantidad de mi fantástico molusco, que he convertido en unas patatas con sepia
y va a dar para un buen atracón que repartiré con mi hermana.
1 sepia terciada
2 patatas
1 cebolla
3 cucharadas de tomate
tamizado
3 dientes de ajo
1 vaso de vino (suele ser
blanco, pero no tenía, así que, tinto)
5 almendras
1 ramito de perejil
1 guindilla cayena
4 hebras de azafrán
Aceite de oliva virgen
extra
Pimentón de La Vera dulce
y un poco de picante
Sal
Lo primero que haremos
será limpiar bien la sepia y retirarle la piel del interior y del exterior.
Luego la cortamos en cuadrados de unos dos o tres cm y la reservamos.
Picamos la cebolla y la
ponemos junto con los ajos enteros y la guindilla en una cazuela con un chorro
de aceite de oliva virgen y una pizca de sal. Cuando veamos que la cebolla está
blandita, añadimos la sepia y dejamos que se sofría a fuego medio.
Bajamos el fuego,
añadimos el pimentón y dejamos que se sofría un minuto antes de echar el
tomate. Subimos el fuego, removemos bien y esperamos a que el tomate pierda
agua. Ponemos el vasito de vino y dejamos que evapore el alcohol.
Pasados unos minutos,
añadimos las patatas y cubrimos con agua, bajamos el fuego, tapamos la cazuela
y dejamos que hierva despacito durante unos 20 a 25 minutos, hasta que las
patatas estén cocidas.
Unos cinco minutos antes
de retirar del fuego, ponemos en el mortero las almendras, el perejil y las
hebras de azafrán y majamos hasta que quede reducido a polvo, lo añadimos al
guiso y removemos bien, con cuidado de no romper las patatas.
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