lunes, 29 de abril de 2019

CALAMARES A LA ROMANA


Hace unos días, comí en el hotel Sicania y pusieron de aperitivo unos calamares rebozados, también denominados a la romana y estaban exquisitos. Lo curioso es que en el restaurante que hay debajo de mi casa los hacen igual de ricos, pero su aspecto no se parece en nada a los del hotel.

Ayer se me antojó un bocata al estilo de la Plaza Mayor de Madrid y compré unos aros de calamar ya cortados y limpios. Investigué la forma de rebozarlos y me puse a navegar por Internet para ver si me aclaraba con la diferencia de presentación de unos y de otros. En origen, mi idea era rebozarlos en harina y freírlos sin más, pero es asombrosa la cantidad de formas de hacerlos que encontré.

Los que yo había ideado figuraban como calamares al estilo andaluz. Algunos los pasaban por harina y luego por huevo antes de echarlos a la sartén, otros hacían lo contrario, es decir que los pasaban por huevo y luego por harina. Vi en un blog especializado una forma que era con cerveza, haciendo una suerte de gabardina. Mezclaban la harina con la cerveza y luego los pasaban por ahí. En otro blog hablaban del rebozado perfecto y lo hacían separando las claras de las yemas y batiendo cada cosa por su lado. En primer lugar, echaban la harina sobre las yemas, mezclaban y añadían leche, la misma cantidad que de harina, mezclaban de nuevo y por último añadían las claras batidas, removiendo con cuidado para no perder la esponjosidad. Curiosamente, al legar a casa, puse la TV y me salió a deshora el chef Dani García en su programa Hacer de Comer y por cosas de la casualidad, aparecía con el mago Jorge Blass que intentaba hacer los calamares rebozándolos por harina y luego por el huevo, pero al echarlos a la sartén no le quedaban bien, así que Dani le explicaba la forma correcta de hacerlos y utilizó el sistema expuesto.

Llegado el momento de la verdad, me puse manos a la obra y como había doce aros, decidí experimentar para ver cuál de los procedimientos me convencía más. La primera tanda la hice conforme a mi idea original, es decir pasándolos solo por harina, eso sí, en todos los casos hablaban de secar muy bien los calamares y utilizar aceite muy caliente. Estos se asimilaban mucho a los del restaurante de debajo de mi casa y estaban muy ricos. Los segundos, los pasé primero por harina y luego por el huevo, que es la forma que me explicó el chef del hotel Sicania y quedaron muy similares a los del hotel, también muy ricos. La tercera tanda la hice al contrario, es decir, pasando primero por el huevo y luego por la harina. Pues estos perdieron el rebozado sobre la marcha y además se quemaron. Deseché la idea de la cerveza porque intuí que iban a quedar como las gambas gabardina, así que la última tanda la hice conforme al modelo sofisticado de la alta cocina. El resultado fue otra especie de gabardina. Eso sí, muy crujientes por fuera, cargaditos de rebozado y tiernos por dentro.  

La conclusión a la que llegue fue que solamente con la harina quedan muy ricos, manchas menos y no te calientas la cabeza. Ahora cada cual que tome su propia decisión.

(no aporto fotos porque me los fui comiendo sobre la marcha y se me olvidó el detalle, pero un paseo por Internet muestra todos los resultados)

lunes, 22 de abril de 2019

CARRILLADA DE TERNERA


La carrillada es la parte inferior de la cabeza del animal. Hay quien lo denomina carrillera, pero he consultado el diccionario de la RAE y ratifica que lo correcto es carrillada.

Se trata de una pieza muy melosa, pero hay que cocinarla bien para que no quede dura por eso suelen aconsejar hacerla en la olla rápida. Sin embargo, el resultado final es bastante mejor si la dejamos a fuego muy lento durante una hora y media o dos horas.

La receta que traigo hoy está elaborada con lo poco que había en casa porque si la hacemos estofada con zanahorias y guisantes sale buenísima, pero no había por casa ningún bote de guisantes y zanahorias, ni de setas, ni de nada. Sólo cebollas y una lata de pimiento morrón, lo cual me pareció que era suficiente.

1 carrillada por persona (2 si son pequeñas)
1 cebolla
1 pimiento rojo
1 vasito de vino blanco
2 cucharadas de tomate tamizado
AOVE
Pimentón de La Vera dulce y picante
Sal

Lo primero que haremos será quitar con ayuda de una puntilla la telilla que la recubre y la grasa. A continuación, la enharinamos y la marcamos bien a fuego fuerte para que quede bien sellada y la reservamos.

Hacemos un sofrito con la cebolla picada en juliana y el pimiento, cuando esté bien blandito, añadimos el pimentón, removemos y echamos el tomate removiendo bien para evitar que se queme el pimentón y por último añadimos el vino blanco. Una vez que tengamos el sofrito bien hecho, lo trituramos y lo devolvemos a la cazuela. Ponemos las carrilladas, removemos y cubrimos con agua.

Como antes decía, lo ideal es dejar que cueza a fuego muy suave durante al menos una hora y media controlando que no se consuma la salsa.  




miércoles, 17 de abril de 2019

CALÇOTS


Hoy traigo una receta de esas que no hace falta mucha memoria para recordar ni mucho trabajo. Pero como todo en esta vida, se puede complicar, así que como nuestro espíritu es el de facilitar las cosas, vamos a la versión más sencilla.

Ayer, paseando por el mercado, vi unos manojos enormes de calçots por un par de euros, así que, como tantas otras veces me ocurre, me enamoré de ellos y se vinieron a casa. Lo cierto es que estando solo se me antojaban demasiados, pero se les pueden dar muchos usos, como por ejemplo utilizarlos para el relleno de la torta de El Casar.

Cuando decía que hay maneras de enredar la receta, me refería a que, si los queremos hacer a la brasa, pues hay que prepararlas antes y utilizar, por ejemplo, una de esas barbacoas de usar y tirar que tantos buenos ratos nos han dejado. Sin embargo, en casa es mucho más sencillo hacerlos al horno, para lo cual no vamos a precisar de demasiados ingredientes ni maña.

8 calçots por persona (y ya)

Precalentamos el horno a 250 grados y metemos los calçots en una bandeja de horno de manera que queden separados, no amontonados. Previamente, los habremos limpiado, es decir, les cortamos las raíces y la parte seca verde de arriba, y retiramos la primera capa, solo la primera.

                                     

Los dejamos 15 minutos, los envolvemos en papel albal, de periódico o sulfatado de horno otros 10 minutos más y ahora toca elegir la salsa para acompañarlos.

Lo más sencillo es comprar, como hice yo, un bote de salsa romesco y ya está, pero como antes decía, podemos complicarnos la vida un poquito si la hacemos en casa…



4 tomates enteros maduros o un bote de tomate tamizado
8 dientes de ajo
3 cucharadas de vinagre de Jerez
2 ñoras o un par de cucharadas de carne de ñora
AOVE
4 cucharadas de almendras tostadas
1 rebanada de pan
1 cucharadita de pimentón de La Vera picante y dulce
½ guindilla
Sal

Lo suyo es majarlo todo y dedicarle más tiempo, pero si lo pasamos por la batidora tardamos mucho menos y queda igual de rica.

Podemos hacer las verduras al horno o en una sartén hasta que queden bien hechas. Hacemos lo mismo con el pan y lo metemos todo en el vaso batidor hasta que quede una pasta cremosa.

Al morder contrasta el crujiente de la capa exterior con la cremosidad del interior.