martes, 19 de abril de 2022

MAGRET DE PATO EN SALSA DE LIMÓN

 Hacer la compra en Cullera cuando hay fiestas es sumamente complicado, porque tienes que estar pendiente de las horas de cierre de las tiendas. Lo que hago habitualmente es comprar unos gambones congelados que son muy socorridos y, aparte de las cebollas, patatas, ajos… Suelo echar mano de otros productos que aguantan el paso de los días y puedo tenerlos en la nevera al menos las dos semanas que suelo pasar en Semana Santa. Me gusta tener magret de pato que para una persona sola da para dos comidas, o muslos confitados. Productos que, como digo, se mantienen bien. También suelo comprar varias barras de pan calentito para meterlas en el congelador en cuanto llego a casa. Luego explicaré la razón.

En el caso que nos ocupa, vamos a elaborar un magret con salsa de limón. La razón de hacer la salsa de limón y no de naranja, que parece que es la que se suele utilizar, es tan sencilla como que me quedaba en la nevera un limón y no tenía naranja, así que mi memoria gustativa me indicó que no debería haber demasiada diferencia y, además, los chinos hacen un pollo al limón que está francamente rico.

Cocinar el magret tiene su aquel, porque la capa de grasa que cubre la pechuga es bastante gruesa. El 23 de noviembre de 2014 subí a este mismo blog la receta de un arroz con ceps y magret y en él explicaba cómo se debe hacer el pato. Para evitar que el lector tenga que echar ocho años marcha atrás, lo volvemos a explicar.

En primer lugar, hay que sacar la pieza de la bolsa de vacío y dejarlo que se atempere a temperatura ambiente. Le hacemos unos cortes en la parte de la piel con cuidado de no atravesar la capa de grasa. Primero hacia un lado y luego hacia el otro de manera que vamos a conseguir unos rombos. Salpimentamos y lo ponemos en una sartén o plancha con el fuego apagado con la parte de la piel hacia abajo. Ponemos el fuego a baja temperatura y dejamos que vaya soltando la grasa. Esto nos puede llevar unos diez o doce minutos, dependiendo de la temperatura que hayamos elegido. Cuando veamos que la piel empieza a estar crujiente, apagamos el fuego y retiramos toda la grasa que haya quedado. Ahora podemos reservarlo y dedicarnos a hacer la salsa.

PARA LA SALSA DE LIMÓN

Ponemos una cucharada de azúcar en una cazuela, añadimos un chorrito de vinagre de Módena, otro chorrito al gusto de salsa de soja, un vasito de vino y lo dejamos a fuego bajo (de 1 a 9, en el 3). Cuando empiece a estar caliente, echamos una cucharada de Maizena y removemos bien para evitar que se hagan grumos.

Cogemos el limón y le sacamos una tira de piel que reservaremos para más adelante. Partimos el limón por la mitad y, con ayuda de un tenedor, extraemos el jugo y lo añadimos a la cazuela. Cuando tome algo de temperatura añadimos también la cáscara y seguimos removiendo hasta que espese. En este momento, añadimos medio vaso de agua y salpimentamos al gusto y continuamos removiendo a fuego algo más vivo. Reducimos sin parar de mover hasta que consigamos el espesor deseado.

 

TERMINACIÓN DEL PLATO

Ponemos la sartén a fuego fuerte y cuando esté bien caliente ponemos el magret, esta vez por el lado de la carne. Pasados un tres o cuatro minutos, le damos la vuelta y dejamos que la piel se ponga crujiente. Como más rico queda es cuando la carne queda rosada pero no muy hecha y la piel crujiente. Y ya podemos emplatar. Cortamos la pechuga en lonchas como de un centímetro y medio o dos y napamos con la salsa.7

Se puede acompañar con unas patatas, pero a mí como más me gusta es con un trozo de pan recién horneado. Y ahora llega el momento de explicar la razón por la que compro el pan caliente y lo meto en el congelador. Cuando lo sacas, puedes cortar un trozo del tamaño que vas a consumir durante el día, es decir, que hay que tener también en cuenta la cena. Si hace sol, basta con dejarlo media hora antes de comerlo y queda exactamente como cuando lo metimos en el congelador. Si no, se pone el microondas en función solamente grill y lo dejamos unos cinco minutos por cada lado. Y ya no hay que sacarlo hasta que vayamos a consumirlo porque se va a mantener caliente.



Quedaban estas pocas patatas en la bolsa y cayeron con el magret.

domingo, 3 de abril de 2022

COLES DE BRUSELAS GRATINADAS

Las propiedades de las coles de Bruselas son inacabables. Están repletas de vitaminas, minerales y fibra. Favorecen el sistema inmunitario, así como la salud de la sangre y de los huesos y, por si esto fuera poco, gracias a su poder antioxidante, retrasan el envejecimiento. En cuanto a los contras, solamente hay dos: el primero de ellos es que debido a que también tienen azufre y fibra y eso produce flatulencias (Me remito a la entrada en la que hacía referencia a los flatos y flatulencias. Viernes, 11 de mayo de 2012) y, el otro inconveniente es que las coles de Bruselas, igual que otras coles, pueden producir pasión, como es mi caso, o repugnancia.

La receta de hoy tiene varias elaboraciones, pero aparte de ser sencillas, llevan poco tiempo:

Una bolsa de coles de Bruselas ultracongeladas Findus

2 lonchas de beicon

3 dientes de ajo

Pimentón de La Vera dulce y picante al gusto

2 cucharadas de salsa de tomate

Un puñado de queso rallado

Sal, pimienta

AOVE

 

Para la besamel:

1 nuez de mantequilla

1 cucharada sopera colmada de harina

1 vaso de leche.

 

La razón por la que he utilizado las coles congeladas es porque en mi tienda de referencia no había coles frescas de calidad, y el tendero me aconsejó que llevara las Findus que, además vienen con instrucciones de uso, lo cual facilita las cosas y, conforme a las mismas, lo primero que debemos hacer es poner 1 litro de agua en un cazo y esperar a que cueza. En ese momento, añadimos la bolsa de coles, esperamos que vuelva a hervir y las dejamos cocer durante 8 minutos. Pasado ese tiempo, las ponemos en un colador grande y esperamos a que escurran bien.

 

Para la segunda elaboración, cortamos las lochas de beicon en tiras y los ajos en láminas. Ponemos una pizca de aceite en una sartén y añadimos primero el beicon y luego los ajos y esperamos a que quede bien frito.  Ponemos el pimentón, removemos y añadimos las coles removiendo bien o, mejor aún, salteándolas. Cuando veamos que van tomando color, retiramos la sartén del fuego y reservamos.

 

La tercera elaboración es hacer la besamel. Ponemos la nuez de mantequilla en una cazuela, esperamos a que se derrita y añadimos la harina. Hay que remover bien y dejar que se cocine antes de añadir la leche. Subimos el fuego y seguimos removiendo hasta que espese. Retiramos del fuego y reservamos.

 

La cuarta elaboración comienza por poner las coles en una cazuela de barro, cubrirlas ligeramente con la salsa de tomate, naparlas bien con la besamel, cubrimos con un puñadito de queso rallado y las metemos en el horno. En mi caso he utilizado el horno de serpentín, por lo que no me ha hecho falta precalentarlo. Cuando veamos que el queso y la besamel estén gratinados, retiramos y… a comer.