domingo, 13 de mayo de 2012

CÓCTEL DE PÉTALOS DE ROSA


Hay una especialidad culinaria que podríamos situar entre la cocina y el bar. No hablo de los pinchos o tapas, que también lo son aunque mucho más cercanos a la cocina que al bar, sino de la coctelería.

Juan Mari Arzak, que tiene por costumbre asombrarnos con sus creaciones, lo consiguió una vez más al presentar unos chupitos de bloody mary con gelatina de berberechos. El bloody mary es un cóctel que contiene zumo de tomate, el zumo de un limón, salsa perrins, una pizca de pimienta, unas gotas de tabasco y vodka. El origen de este cóctel se remonta a la década de los años veinte del siglo pasado, pero eso de mezclarlo con berberechos le da un toque muy especial que solamente se le habría ocurrido a un genio como nuestro maestro de chefs.

A mí, particularmente, el coctel que más me entusiasma es el gin-tonic, y no suelo dejar pasar una sola tarde sin disfrutar de uno, lo más dignamente preparado y consumido que puedo lograr. Llevo muchos años haciéndolo y me sorprendí cuando hace unos diez, Karlos Arguiñano, lo aconsejaba como algo celestial, en especial tal y como yo acostumbro a consumirlo, que es al caer la tarde, en una terraza y a ser posible frente al mar. Más aún me sorprendió cuando el gran maestro de maestros, Ferrán Adriá, anunciaba que él también tenía la misma costumbre, aunque él daba marcas de ginebra y tónica y estas no se asemejaban para nada a la mezcla que yo acostumbraba a consumir, así que si él lo decía, sería por algo y, me decidí a probarlo. Hoy en día está de moda y todo el mundo se jacta de tomar gin-tonics.

La ginebra aconsejada por Ferrán Adriá no era otra que la Hendricks. Pedí uno en un restaurante y me lo sirvieron acompañado de una rodaja de pepino, lo cual me resultó extraño, porque yo estaba acostumbrado a retirar la rodaja de limón, no la de pepino, aunque cualquier submarino en mi gin-tonic, hace tiempo que me resulta abominable.

El producto era caro, pero sorprendentemente rico, así que pensé que si lo consumía en casa, el ahorro sería considerable y, ni corto ni perezoso, adquirí una botella de aquel elixir.

Amarrado al cuello de la botella venía un pequeño tríptico en el que había escrita una explicación que me resultó ingeniosa y al final también aparecía la dirección de una página WEB. Entré en ella y aquello era una especie de locura genial donde, entre otras muchas cosas, explicaban recetas para elaborar cócteles y otros bebedizos cuya base era la ginebra de su marca. También había una dirección de correo a la que uno se puede dirigir para recibir más información acerca de las novedades introducidas. Como es natural, escribí y me hice socio de esa especie de club de locura.

Desde entonces recibo, de vez en cuando, invitaciones para asistir a presentaciones de la marca y son como la propia página WEB: una locura. Es como adentrarse en el espejo de Alicia en el país de las maravillas con la ventaja de que suelen invitarte a degustar sus gin-tonics y algún cóctel sorprendente. En una de estas presentaciones nos invitaron a probar un cóctel de pétalos de rosas que, efectivamente, sabía a rosas.

Antes de abandonar aquel Edén, y con toda la curiosidad del mundo, pregunté qué llevaba ese cóctel, y lejos de negarse a darme la receta, me invitaron a presenciar cómo lo hacían.

100 gr. de pétalos de rosa
50 cl, de zumo de limón
50 gr. de azúcar
1 vasito de ginebra Hendricks
Hielo

Se mete todo junto en el vaso batidor y se mezcla hasta que tome el aspecto de un helado. Se sirve en una copa de cóctel con pajita y toda la ceremonia que deseemos, incluida la sombrillita y un pétalo de rosa para terminar la decoración.

Es realmente delicioso. 

viernes, 11 de mayo de 2012

SOBRE FLATOS Y FLATULENCIAS


Imagino que cualquier lector se habrá asombrado al leer semejante título en un blog de psicología y cocina, pero no es tan extraño, porque a fin de cuentas, los flatos y flatulencias se generan en el tracto digestivo y son consecuencia directa tanto de la forma en que comemos, como del tipo de alimentación que sigamos.

Realmente no hay, que yo sepa, ningún acuerdo científico ni lingüístico en que existan diferencias entre ambos términos, pero es sencillo descubrir que alguna diferencia tiene que haber, porque no es lo mismo el flato producido por la aerofagia, que la flatulencia, generada en el estómago por la descomposición y reacción química de algunos alimentos al interactuar con la flora intestinal.

Cuando ingerimos aire, cosa que podemos hacer sencillamente al beber agua o al comer algún alimento de manera más rápida de lo debido, ese aire pasa limpio a nuestro organismo y, o bien se expele por donde ha entrado en forma de eructo, o pasa por el tracto intestinal y desaparece por el ano, pero sin producir ninguna sensación desagradable. Esta es la razón por la cual algunas ventosidades producen olor y otras no.

Sin embargo, al ingerir alimentos como las legumbres, las coles, los productos lácteos o los alimentos con alto contenido en gluten, lo que se está produciendo en nuestro organismo es una reacción originada en buena parte por los oligosacáridos, que al no ser absorbidos por completo, reaccionan con las bacterias que anidan en el estómago, produciendo una reacción que va a generar una serie de gases, tales como el nitrógeno, el hidrógeno, el metano, el dióxido de carbono y el oxígeno, y al romperse sus proteínas se generan otros elementos químicos como el ácido butírico, el sulfuro de hidrógeno y el disulfuro de carbono, que son realmente los culpables del característico olor de las flatulencias al alcanzar el final de su trayecto.

Nuestra intención al explicar estas diferencias es que el lector sepa prevenir ambos males, cuyas molestias no dejan de ser comunes mientras permanecen guardados, como la hinchazón del vientre, dolor abdominal, etc. Y aportar algunos consejos a la hora de alimentarnos.

En primer lugar hay que destacar que la ausencia de algún diente o molar va a ayudar a la ingestión de aire, por lo que es importante mantener todos los dientes en su sitio, o a ser sustituidos por las prótesis oportunas.

El estrés puede originar que comamos deprisa, sin masticar bien, originándonos aerofagia. Es importante destacar que la boca forma parte del aparato digestivo y que, si bien una vez que el alimento es ingerido ya no vamos a poder controlar su trayecto, sí podemos hacerlo antes de deglutir, siendo la mejor solución masticar muy bien los alimentos y ensalivarlos para facilitar su absorción una vez que dejemos de ejercer el control sobre los mismos. Si antes de empezar a comer nos relajamos y nos concentramos en la vista, el aroma y el placentero gusto de nuestra receta, estaremos mejor preparados para afrontar ese estrés. El cuchillo y el tenedor, aunque no forman parte del aparato digestivo, también nos van a ayudar, si adecuamos  mediante su uso el tamaño de los bocados.

Otro aspecto a tener en cuenta es que si bebemos aguas o refrescos gasificados estamos comiendo aire, lo mismo que si bebemos cerveza, cava o vinos de aguja, por lo que, si tenemos tendencia al meteorismo, sería mejor sustituirlos por otras bebidas menos agresivas.

En cuanto a los alimentos en sí, ya hemos comentado que hay algunos que generan flatulencia por el mero hecho de ingerirlos, sencillamente por la sucesión de reacciones químicas que se van a producir en nuestro estómago. Sin embargo, la práctica totalidad de estos alimentos son necesarios para una buena alimentación, por lo que no hay porqué dejar de consumirlos. A fin de cuentas, al expeler los gases, siempre se siente un cierto placer y, curiosamente, resulta de todo punto inexplicable, al menos en cuanto al punto de vista de la psicología, que cuanto más fétido y repugnante es el olor ajeno, más delicioso resulta el propio… ¿o no?


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