domingo, 20 de noviembre de 2022

CHULETITAS DE CABRITO AL AJO CABAÑIL

 Como se van acercando las navidades, es buen momento para comprar comidas y cenas de las caras para evitar las subidas de precios de última hora. Ayer compré unas chuletillas de cabrito porque tenían un aspecto maravilloso y el precio no se escapaba demasiado.

A mí, particularmente, me gustan más las chuletas de cabrito que las de cordero, más que nada porque el cordero, como no sea lechal, deja un regusto que no me acaba de convencer. Arguiñano es defensor de los corderos de mayor edad y los alaba mucho en sus programas, pero ya digo que a mí no me gusta. En cambio, el cabrito, suele ser siempre igual.

 


El cabrito suele venir de países muy lejanos, como Nueva Zelanda y, encontrar cabrito nacional, no es tarea fácil pero no imposible. Las que compré ayer vienen de una carnicera de Castellón y el aspecto que presentan es soberbio. Sin embargo, como suele ocurrir con las chuletas envasadas, cuando retiras la primera capa, que suelen ser las de hueso y las más bonitas, te puedes encontrar cualquier cosa. En el paquetito que me traje a casa, debajo de las chulas, había hasta medio riñón (se aprecia en la imagen), pasando por otras chuletas bastante más feas. El riñón he decidido hacerlo junto con las chuletitas de hueso al ajo cabañil. Y ya que hablamos del ajo cabañil, vamos a ver en qué consiste.

Originalmente, el ajo cabañil es una salsa muy típica de la cocina murciana y, curiosamente, también de Motril. Su elaboración es muy sencilla, solo necesitamos poner en el majadero unos ajos, vinagre, agua y opcionalmente se pueden añadir cominos y granos de pimienta. En nuestro caso, y dado que es solamente para mí, he puesto dos ajos, medio vasito de vinagre, un vasito de agua y unos cominos, porque soy muy cominero. La pimienta la he puesto directamente sobre las chuletas, recién molida. 

En cuanto a la preparación de la receta, es de esas que son bienvenidas para que todo aquel que, sin tener ni idea de cocinar, quede como un señor, y esta elevación de la autoestima hace que sea psicológicamente perfecta. 

En primer lugar vamos a elaborar el ajo cabañil y lo reservamos para más adelante. Untamos la sartén con un poco de AOVE y ponemos el fuego alto. Ponemos las chuletas y las freímos hasta que estén bien hechitas. A continuación añadimos la salsa de ajo cabañil y dejamos que se cueza todo junto hasta que reduzca la salsa al gusto. Como podemos comprobar, el grado de dificultad de la elaboración es de párvulos, pero el resultado es para que te bailen un aurresku, sobre todo, si las acompañas con unas patatas fritas en la freidora de aire.

Por cierto, las chuletas más horrendas sirven para elaborar una caldereta de las que no se las salta un gitano. 



miércoles, 16 de noviembre de 2022

GUISO DE GARBANZOS DE APROVECHAMIENTO

En muchas ocasiones he comentado que la creatividad y la paciencia en la cocina son grandes aliados de los cocinillas y en esta receta se practican ambas virtudes. 

El pasado viernes nos preparó un arroz con costillas Javi, un antiguo miembro del staff del hotel y hoy felizmente jubilado, como yo. En Cullera se tiene la costumbre de freír la carne, las verduras y el arroz antes de echar el agua para que quede todo bien sofrito. El problema es que, al hacerlo así, se corre el riesgo de que la carne quede dura y el caldo no adquiera tanto gusto como cuando se hace al revés, es decir freír carnes y verduras, añadir bien de agua y dejar que se vaya elaborando un caldo magnífico a la par que las costillas cuecen y se reblandecen. 

He de reconocer que el resultado fue magnífico salvo por el detalle de que las costillas estaban muy duras y era prácticamente imposible separar la carne del hueso. El resultado final fue que todos los comensales dejamos los platos limpios, salvo que en todos ellos se habían quedado las costillas, porque todos hicimos lo mismo, es decir intentamos trabajarnos la primera y al ver que no había Dios que sacara la carne, se fueron quedando todas en los platos. 

Mi hermano Jorge, que está enamorado de Puppy, mi perrito, puso las costillas en un táper y me sugirió que se las pusiera para que comiera, y así fue que me presenté en casa con un táper lleno de costillas. 

Lo más sencillo habría sido ponerle todo aquello a Puppy en el comedero y dejarle que se buscara la vida, pero me pareció más sensato reconvertirlas en algo rico y comestible. Así fue como se me ocurrió rusticarlas bien con un poco de aceite y, junto con una cebolla y una hoja de laurel añadirles agua para que cocieran a fuego lento y así elaborar un caldo exquisito. Pasada una hora, la carne se desprendía de los huesos con una gran facilidad y ya tenía el caldo elaborado. 

Como he contado en alguna ocasión, me gusta poner una buena cantidad de legumbres a remojo y, cuando están rehidratadas, separarlas en montoncitos y congelarlas para tenerlas siempre que me surja la necesidad de utilizarlas. Me quedaba un paquetito con garbanzos y rápidamente los vi convertidos en un guiso.

El procedimiento es tan simple como poner los garbanzos en la olla exprés con agua calentita y una hoja de laurel y dejarlos cocer hasta que estuvieran blanditos. En Cullera, el agua es muy caliza y conseguir que las legumbres no queden duras es cuestión de dejarlas cocer durante horas, por eso, habitualmente las suelo hacer en la crock-pot y las dejo toda la noche, pero hoy me apetecía comerlos en el día y me animé a utilizar la olla contraria.

Al cabo de una hora abrí la olla exprés y los garbanzos seguían como balines, así que añadí agua, los volví a cerrar y los dejé una hora más a fuego suave. Al abrir la olla, descubrí que ya estaban comestibles y el agua había reducido hasta convertirse prácticamente en una crema de garbanzos, así que los recubrí con el caldo de las costillas, una cucharada de salsa de tomate que también quedaba en la nevera, una rodaja de chorizo y unos trozos de carne de las costillas y lo dejé cocer durante 20 minutos. 

El resultado fue un magnífico guiso de garbanzos elaborado con sobras porque, en mi cocina, no se tira nada.



domingo, 13 de noviembre de 2022

STROGONOFF

Cuando entramos entramos en la cocina, nos podemos transportar a cualquier rincón del mundo y hoy he decidido ir a Rusia. En realidad, el strogonoff es una idea originaria de un chef francés, llamado André Dupont, ahora, eso sí, fue creada en San Petersburgo durante una competición de cocina allá por el siglo XIX. 

La receta se popularizó rápidamente y llegó desde China hasta los Estados Unidos de América, llegando a servirse en todos los mejores restaurantes del mundo. Yo la recuerdo elaborada por Antonio, el chef del Hotel Sicania, cuando era un niño. En la actualidad está considerada como una de esas recetas "viejunas" de las que nunca mueren. 

La elaboración es sumamente sencilla y los ingredientes se pueden encontrar en cualquier cocina. Yo me he tomado alguna libertad en su elaboración y, por ejemplo, en lugar de hacerla con champiñones, como casi todo el mundo, tengo por aquí unos botones de "lactarius deliciosus" o níscalos y son los que he utilizado y, ya puestos a renovar, la carne no es de vaca ni de pollo, sino de potrito, que me encanta y también había en el congelador un par de filetes de faldilla.

Vamos a necesitar: la carne que cortaremos en tiras finas, una cebolla, las setas, una cucharada de mostaza, un brik de nata, un chorrito de brandy (vale vino blanco si no queremos flambear), una cucharada de tomate tamizado, AOVE, sal, pimienta y una cucharada de harina. Opcionalmente se puede añadir una pizca de pimentón de La Vera picante, como ha sido mi caso. Vamos a la elaboración.

Hemos dicho que la carne debe estar cortada en tiras finas. Las pasamos por la harina y la freímos en una sartén con aceite muy caliente, porque la idea es sellarla bien. Cuando veamos que está bien sellada, retiramos y reservamos.   

Cortamos la cebolla en juliana y la ponemos en la misma sartén en la que hemos sellado la carne con fuego medio alto, porque lo que nos interesa es que se dore, no que se poche. 

Ahora podemos cortar las setas. Como las que yo tengo son pequeñas, solo las he cortado por la mitad y las he añadido junto con la cebolla. Pasados unos minutos, añadimos el pimentón y en seguida el tomate y la mostaza. Cuando veamos que el tomate va estando frito, añadimos un vasito de brandy, vino blanco, o en mi caso, como me sigue quedando champán G.H. Mumm, pues es lo que he puesto. Pasados unos minutos volvemos a incorporar las tiras de carne y dejamos que cueza todo junto. Hasta ahora no habíamos puesto nada de sal ni de pimienta. Ahora es el momento de hacerlo si vemos que está soso. 

Casi a punto del servicio, apagamos el fuego e incorporamos la nata dejando que se haga con el propio calor del guiso. 

Podemos acompañar con arroz blanco, puré de patata o sencillamente con unas patatas fritas y, por supuesto con un buen trozo de pan recién horneado. 




domingo, 6 de noviembre de 2022

CEBOLLA CARAMELIZADA

 Hoy voy a preparar una hamburguesa tradicional y me apetece acompañarla de cebolla caramelizada, que le aporta ese sabor dulce que tan bien combina con la carne.

Para caramelizar la cebolla podemos manejar su propio azúcar o añadirle una cucharadita de azúcar blanca o morena. En el caso que nos ocupa vamos ha hacerla así, para lo que necesitaremos una cebolla blanca dulce, una cucharada de azúcar, un chorrito de vinagre de Módena, AOVE y una pizca de sal. 

Lo primero que vamos a hacer va a ser pelar la cebolla, partirla por la mitad y cortarla en juliana fina. Ponemos una sartén con un chorrito de AOVE y el fuego al mínimo y echamos la cebolla. Si tapamos la sartén, el proceso se va a acelerar y con el vapor, evitaremos que se nos queme. El proceso debe incluir la reacción de Maillard de manera que la cebolla adquiera ese color tostado y ese gusto incomparable.

En mi encimera, que es una placa de inducción, el calor va de 1 a 9 y yo he manejado entre el 2 y el 1. Una vez que tengamos la cebolla transparente y blanda, le añadimos la cucharada de azúcar y un chorrito de vinagre de Módena. Subimos el fuego y removemos sin parar para que se entremezclen los sabores y consigamos la citada reacción de Maillard.  



Si vemos que nos queda demasiado apelmazada y preferimos que quede más cremosa, le podemos añadir un chorrito de agua. 

Podemos hacer bastante cantidad porque se conserva en la nevera durante bastante tiempo y siempre viene bien tenerla para acompañar no solo a la hamburguesa o a otras carnes, sino también al queso, a los pescados a la plancha, o a donde uno se imagine. 

martes, 1 de noviembre de 2022

REVUELTO GRAMAJO

Hoy traigo un plato típico de las cocinas argentina y uruguaya que me llegó vía Internet y me llamó la atención por la similitud que tiene con el bacalao dourado portugués (figura en la entrada del 30 de agosto de 2018). Tanto la combinación de ingredientes como su elaboración son iguales, con la salvedad de que esta receta utiliza jamón cocido en lugar del bacalao.

Para su elaboración vamos a necesitar patatas, 3 huevos, jamón cocido en cubos, una cebolla pequeña, AOVE, una nuez de mantequilla, unos cebollinos y sal. Como podemos comprobar son todo productos de los que hay habitualmente en casa.

Las patatas se pueden comprar ya fritas y nos quitamos el engorro de tener que hacerlas, y es que, son bastante puñeteras. Vamos a empezar por ellas. Las pelamos, las cortamos en rodajas de dos mm y luego en tiras del mismo tamaño para que queden muy finas. A continuación las lavamos con abundante agua para eliminar el almidón y las reservamos para luego freírlas.

Ponemos la nuez de mantequilla en una sartén y cuando se haya derretido añadimos la cebolla cortada en juliana muy fina (o si se prefiere en cubitos) con una pizca de sal y opcionalmente un poco de pimienta recién molida.

Una vez que veamos que la cebolla está pochada, añadimos el jamón y dejamos que se fría todo junto durante un par de minutos y reservamos para más adelante.

Volvemos con las patatas y una vez que las tengamos bien secas las freímos en abundante aceite muy caliente. Y aquí viene la madre del cordero, porque si echamos demasiadas patatas de una vez, se va a salir el aceite, por lo que lo ideal es freírlas en varias tandas. Conforme vayamos friendo, las sacamos y las incorporamos a la sartén en la que teníamos la cebolla junto con el jamón.

Batimos los huevos y los incorporamos también dejando que se vayan cuajando con el calor residual de las patatas. Así conseguimos que queden cremosas.

Servimos en un plato y decoramos con los cebollinos picados. 




martes, 27 de septiembre de 2022

NUGGETS DE POLLO DE CORRAL EN LA FREIDORA DE AIRE

Hace unas semanas, manejar la freidora de aire era toda una aventura, pero a estas alturas, ya la tengo asumida como una herramienta más de la cocina. De hecho, hay productos que quedan perfectos, incluso mejor que fritas en la sartén o en la freidora normal, como las alitas de pollo o estos Nuggets que hoy nos ocupan.

El espíritu de superación es algo muy enriquecedor en el ámbito psicológico y cuando consigues dominar una herramienta embrujada, te das cuenta de que se convierte en un estímulo tremendamente positivo. Recuerdo algunos logros anteriores, como el manejo de la crock pot, o más remotamente la mejor de mis experiencias: la máquina para hacer pasta fresca (nos tenemos que remontar a la entrada del día 22 de octubre de 2011).

Para elaborar unos Nuggets caseros riquísimos vamos a necesitar:

2 filetes de pechugas de pollo de corral

1 huevo de gallina ecológico.

1 cucharada de harina

Ajo en polvo

Perejil seco

Pimentón de La Vera picante

Orégano

Pimienta negra recién molida.

Pan rallado

Sal

El espray de AOVE

En primer lugar, ponemos en un bol la cucharada de harina, el ajo, el perejil, el pimentón, el orégano y la sal, y lo removemos bien para que quede todo bien entremezclado.

Picamos bien los filetes de pechuga con un cuchillo y les damos con las manos bien limpias la forma que queramos. Añadimos la pimienta y los pasamos por la mezcla del bol para que se impregnen bien. Los dejamos reposar durante al menos una hora.

Batimos el huevo, pasamos los Nuggets por él y después al pan rallado. Por último, volvemos a pasarlos por la mezcla de especias.

Precalentamos la freidora a 200 grados durante unos cinco minutos. Impregnamos los Nuggets con el pulverizador de AOVE y los metemos en la freidora a 180 grados durante 6 minutos, pasados los cuales, los damos la vuelta y los dejamos otros 6 minutos.

El resultado serán unos Nuggets sabrosos y muy crujientes. 

Yo los he acompañado con Ketchup y una tortilla francesa que hice con el huevo que sobró de rebozarlos.


lunes, 26 de septiembre de 2022

TARTA DE QUESO

 

A lo largo de los años, he conocido a unos cuantos cocineros y estudiosos de la cocina. Casi todos ellos no tienen reparo en compartir sus recetas, aunque es cierto que la mayor parte de los platos que se sirven en los restaurantes digamos que de alta cocina, son tan complejos que de nada nos sirve que nos lo compartan.

Hay algunos cocineros que, a pesar de haber obtenido estrellas Michelín y soles Repsol, que son la más alta condecoración y reconocimiento al trabajo de los restaurantes, no tienen el menor reparo en compartir sus especialidades y sus secretos como son, por ejemplo: Dani García, Martín Berasategui, Juan Mari Arzak, Karlos Arguiñano… y tantos otros. Pero también los hay más reacios.

El año pasado, nos sirvieron una tarta de queso en el hotel Sicania que estaba deliciosa. Tanto es así que solicité la receta al chef del hotel y ni siquiera me respondió. Este año he vuelto al ataque, pero en lugar de pedírsela al chef, se la he pedido a su hijo, que es el autor de esta. En este caso sí que la pude obtener, aunque me pidió que no se la diese a nadie.

Al leerla, me pareció recordar que era la misma que había visto en Internet y me puse a investigar. Efectivamente comprobé que en el portal “Recetas de rechupete” aparecía la misma, aunque con alguna diferencia en las cantidades. 

Como es natural, me puse manos a la obra y reuní los ingredientes:

1 tarro grande de Queso Philadelphia 350gr.

3 huevos

3 briks de nata para montar 500 ml.

4 cucharadas (de café) de azúcar.

1 cucharada sopera de harina 40 gr.

 

El proceso es muy fácil: Encendemos el horno y lo precalentamos a 200 grados. Mientras tanto mezclamos los ingredientes en un bol y lo batimos bien con la varilla (si se dispone de una varilla acoplable a la batidora, nos ahorramos trabajo y tiempo).

 

El tarro grande de queso pesa 400 gr por lo que debemos reservar un poco para otra ocasión y lo mismo nos va a ocurrir con la nata ya que cada brik es de 200 ml. Podemos utilizar dos briks enteros y reservar la mitad del tercero.

 

Forramos el molde con papel de horno recortando el fondo a la medida de la base y con el trozo de papel restante forramos también los laterales (así nos aseguramos de poder desmoldar sin problema). Vertemos la mezcla en el molde forrado y lo introducimos en el horno.

 

Ahora hay que bajar la temperatura de 200 a 180 y encender arriba, abajo y aire, y dejar que se haga durante 40 minutos (45 si vemos que aún no está del todo hecha). Apagamos el horno y la dejamos reposar durante otros 10 minutos. La tarta estará perfecta si al pincharla con un palillo sale seco.

 

Así queda riquísima, aunque podemos acompañarla con un poco de mermelada. En la próxima tarta voy a poner en la base una mezcla de galletas trituradas mezcladas con mantequilla, porque me da que va a quedar incluso más rica.




domingo, 28 de agosto de 2022

SALSA BRAVA

 Hace ya unos cuantos años y en una taberna del barrio de Argüelles pedí una ración de patatas bravas pues me habían dicho que ahí servían las mejores de Madrid, y al probarlas, di fe de las bondades del producto. Pregunté cómo hacían la salsa y me contestaron que ese era su secreto mejor guardado. Yo seguí indagando y añadí que bueno, que aparte del tomate y la salsa Tabasco algo más llevaba. Entonces, le saqué buena parte del secreto porque su respuesta fue que no llevaba ni tomate ni salsa picante, solo harina y pimentón. Unos días más tarde, probé varias formas de obtener esa salsa brava y di con la solución.

Si nos damos un paseo por internet y buscamos la receta de patatas bravas o directamente de la salsa brava, nos vamos a encontrar con varias opciones. Por un lado, las que llevan salsa de tomate entre sus ingredientes, amén de cebolla y ajo y por otra las que eliminan el tomate, aunque hay un sinfín de maneras de hacerla conforme a Internet por aquello de cada maestrillo tiene su librillo.

Las bondades del picante son innumerables, tanto a nivel psicológico como en el biológico y esta salsa es picante y rica como ella sola.

Mi manera de hacerla es sumamente simple y se acerca muchísimo a la de los mejores bares, naturalmente sin tomate, ni ajos, ni cebolla. Se trata simplemente de una veluté elaborada en unos minutos y vamos a necesitar simplemente caldo, dos cucharadas de pimentón de La vera dulce, una cucharada de pimentón de La Vera picante. Una cucharada de harina y AOVE.

Lo primero que haremos será poner en una sartén un par de cucharadas de AOVE a fuego muy suave. A continuación, añadimos el pimentón y removemos bien con cuidado para que no se queme. Añadimos una cucharada de harina y cocinamos para evitar que quede cruda removiendo. Añadimos el caldo y dejamos que se elabore. La textura debe de ser como de una besamel.

Yo se la he puesto a un poco de tortilla de patata que me sobró de ayer y ahora está más rica.



sábado, 27 de agosto de 2022

ALITAS DE POLLO CON MOLE POBLANO

 

Las alitas de pollo son muy socorridas, en especial, cuando estás solo. Compras una bandeja de alitas de pollo de corral, que suelen tener un buen tamaño, y tienes para tres recetas. El otro día compré una de esas bandejas y traía 9 trozos de ala, así que utilicé tres para hacer un arroz caldoso de pollo y verduras y congelé las otras 6. Hoy voy a utilizar otros tres trozos para hacerlos con mole.

Igual que comenté acerca de la salsa brava, el mole poblano es picantito y muy rico, así que aporta los mismos beneficios tanto a nivel psicológico como fisiológico que la salsa brava.

En realidad, el mole se puede elaborar en casa, pero lo venden ya hecho en diferentes formatos y vale la pena gastar un poco más y ahorrarse el trabajo de comprar los ingredientes y tener que ponerse manos a la obra. En mi caso, lo pedí por la mañana y me lo trajeron el mismo día por la tarde.

Digamos que el pollo con mole solamente lleva las alitas y el mole, pero quedan mucho más ricas enriqueciendo la salsa con cebolla y pimiento morrón, así es que vamos a ver cómo elaborarlo:

Ponemos las alitas en un cazo con una cucharada de aceite y dejamos que se frían a fuego medio. Les damos la vuelta y, cuando estén doraditas, las sacamos y reservamos.

Ponemos la cebolla picada en brunoise en la misma cazuela con una pizca más de aceite. Cortamos el pimiento morrón en tiras y las añadimos también. Una vez que estén pochadas las verduras, ponemos de nuevo las alitas en el cazo y cubrimos de agua. No hay que poner demasiada porque en ese caldo que nos quede vamos a añadir la pasta de mole.

Dejamos que cueza durante unos 15 a 20 minutos a fuego bajo para hacer un caldo. Una vez que veamos que las alitas están tiernas, las retiramos y añadimos 3 cucharadas de pasta de mole y dejamos cocer removiendo para que se diluya bien.

Deshuesamos las alitas y, una vez que veamos que el mole está disuelto en el caldo, las ponemos en la cazuela removiendo para que se incorporen bien.

Podemos acompañarlas con arroz blanco y comerlas en unas tortillas mexicanas o directamente en un plato con su salsa y un trozo de pan recién horneado.



jueves, 18 de agosto de 2022

SALPICÓN DE MARISCO

 Aunque a mí me suele apetecer cualquier plato y en cualquier época del año, con los rigores del estío parece que apetecen comidas fresquitas, así es que hoy vamos a hacer un salpicón de marisco con lo que tengamos por la nevera.

En más de una ocasión he comentado que me gusta tener gambas en el congelador porque son muy socorridas y sirven tanto para hacerlas al ajillo, como para un arroz o una fideuá o, como hoy, para hacer la base de nuestro salpicón. Se da la circunstancia de que ayer vino mi hija a cenar y le encantan las clóchinas, así que compré un kilo para hacerlas al vapor. Para los menos versados, les diré que las clóchinas son como unas hermanas pequeñas del mejillón. Se recogen en Valencia y son más caras, pero mucho más finas y ricas que sus hermanos.

Echando una ojeada por la nevera y la alacena, descubrí que había cebollas, que tampoco suelen faltar entre mis ingredientes, pimiento morrón, tomates de La Albufera y poco más…suficiente para elaborar un rico y fresquito salpicón.

La elaboración es sencilla porque solo es preciso cocer las gambas, trocearlas y reservarlas junto con las clóchinas (también pueden ser mejillones). A continuación, procedemos a picar la cebolla, que puede ser en juliana o en cubitos y lo mismo haremos con el pimiento.

Debido a las altas temperaturas de este verano de 2022, los tomates siguen siendo magníficos, aunque han sacrificado el tamaño pues son considerablemente más pequeños que los de otros años y tienen la piel más dura. Por eso, vamos a pelarlos antes de trocearlos. Para pelar los tomates sin ninguna dificultad es preciso poner agua a hervir, hacer unos cortes en cruz en la parte lisa de los tomates. Cuando el agua esté cociendo, los sumergimos y los dejamos hasta que vuelva a brotar el hervor. En este momento los sacamos del cazo y los sumergimos en agua muy fría. Como por arte de magia habremos conseguido poder pelar los tomates simplemente estirando de las puntas que se han formado en la cruz y ya los tenemos preparados para picarlos, como en el caso anterior en cubos pequeños.

El siguiente paso es mezclar las verduras con las gambas y mejillones y proceder a elaborar la vinagreta.

Para hacer la vinagreta necesitaremos AOVE, vinagre de vino, manzana o de Módena, pimienta recién molida, una pizca de sal y el elemento primordial: una cucharada de mostaza tradicional que va a ejercer de emulsionante, además de aportar un gusto excepcional a nuestra vinagreta. Con estos pocos ingredientes obtendremos una vinagreta que, además de estar muy rica, se va a conservar todo el tiempo que queramos pero, si queremos mejorar el resultado, podemos añadir unos encurtidos como pepinillos y cebollitas.



lunes, 18 de julio de 2022

ENTRECOT CON PATATAS HECHO EN LA AIR FRYER

Hoy me he tirado a la piscina desde el balcón, como los turistas ingleses. Ya hemos probado hacer las croquetas en la freidora de aire con diferente resultado y las patatas fritas con un resultado más que aceptable. Así es que hoy me he decidido a hacer un entrecot adobado, con patatas fritas.

Lo primero que he hecho es pelar las patatas, cortarlas en bastones finos y ponerlas en agua para que pierdan el almidón. Luego, las he puesto en la freidora a 160º durante 15 minutos. Las he apagado y las he dejado en un plato. De esta manera conseguimos una cocción para que queden hechas por dentro. Así es como suelo hacerlas en la sartén. Cuando llega la hora de comer, precalentamos la freidora a 200º y las dejamos hasta que queden tostadas por fuera y hechas por dentro.

Vamos a por el marinado: Ponemos en un bol pequeño una cucharada de mostaza, en mi caso de Dijon, un chorrito de salsa de soja. Una cucharadita de pimentón de La Vera que puede ser dulce, picante o mezcla de ambos. Sal, pimienta y un chorro de AOVE. También se puede añadir alguna hierba y, aprovechando que tengo una plantita de orégano, también se lo he añadido. Pintamos el entrecot con un pincel recubriendo bien por todas partes y lo dejamos macerando durante un par de horas.

El paso siguiente es terminar de freír las patatas para lo cual, subimos la temperatura a 200º y cuando pasen unos cinco minutos las introducimos y las dejamos haciéndose, controlando que no se quemen. A continuación, bajamos la temperatura a unos 170º e introducimos el entrecot, Pasados unos cuatro minutos abrimos el cajón, le damos la vuelta y dejamos otros cuatro minutos. Cuando veamos que ha quedado doradito ya estará hecho.

En esta ocasión, el corte de las patatas era muy irregular porque metí dos. Una era más bien alargada y la otra redondita de suerte que algunas estaban a punto de quemarse y otras estaban en su punto. 




viernes, 15 de julio de 2022

FREIDORA "SIN ACEITE" DE AIRE CALIENTE

 

Ayer me calentó la cabeza mi hermano hablándome de las bondades de las freidoras de aire y explicándome las ofertas tan increíbles que se dan por el mercado, así que me di una vuelta por Internet y encontré una que, además de buen precio, cubría las necesidades para una o dos personas, que es para lo que la voy a utilizar. La que cayó fue una Cecotec con capacidad para 1,5l.

Tenía unas croquetas en mente y las elaboré para estrenar mi “air fryer” (así se llama el artefacto en cuestión). Investigué en Internet cómo freírlas y en todas partes coincidían que hay que rociarlas con un pulverizador de aceite y, sin más, ponerlas en el cesto, programar la temperatura al máximo y el temporalizador a unos 10 minutos. Así lo hice y salieron perfectas. Solo freí dos porque eran croquetas, no croquetitas. El resto de las croquetas las dejé en un táper y las metí en la nevera para dar cuenta de ellas al día siguiente. A pesar de que hablan de freidora sin aceite, lo cierto es que hay que pulverizar. Está claro que no es lo mismo bañarlas en aceite ardiendo, que la pizca que llevan tras el pulverizado. 

Quizá sea importante explicar cómo hago la masa, porque me gusta que queden muy cremosas, así que paso a hacerlo. En una sartén ponemos una nuez de mantequilla y dejamos a fuego medio que se derrita. Añadimos una cucharada sopera y generosa de harina y removemos para que se fría y no quede con sabor a harina cruda. Añadimos leche previamente calentada para que no se hagan grumos y removemos sin parar hasta conseguir una besamel espesita.

Previamente hay que elaborar el contenido de las croquetas, en el caso que nos ocupa eran de jamón y un huevo cocido, para lo cual hay que poner agua a cocer y cuando veamos que está en ebullición introducimos el huevo y dejamos 10 minutos para que cuaje bien la clara y la yema no quede demasiado hecha. Una vez pelado, troceamos con el cuchillo en trozos finos. Por otra parte, el jamón me gusta pasarlo por la batidora para que quede casi molido. Si ponemos un poco de leche va a favorecer que quede cremoso. Añadimos el huevo al jamón y removemos.

Una vez que tengamos esta pasta de jamón y huevo se lo echamos a la besamel y removemos para que se incorpore bien. El punto de cremosidad depende del gusto de cada cual, pero ya he dicho que a mí me gustan muy cremosas.

Cuando tenemos la masa preparada, la separamos del fuego, dejamos que se atempere y la metemos en la nevera durante al menos un par de horas. La mantequilla va a favorecer que al enfriarse resulte más fácil darles forma sin que se nos deshaga entre las manos. Las pasamos por huevo batido y por el pan rallado.

Pues bien, como decía, las dos primeras croquetas, que son las que figuran en la ilustración las freí para estrenar la freidora recién hechas. El resultado fue un éxito rotundo.

Pero… ¡Ay, amigo! Las del táper habían sudado un poco y ya no estaban tan secas como el día anterior. Si a eso le sumamos que las fui haciendo en tandas de cuatro, pues el resultado no fue tan exitoso, porque no estaban crujientes y el aspecto era más feo.

Como conclusión, está claro que las croquetas hay que freírlas en el momento de hacerlas

Otro de los productos estrella son las patatas y ahí sí que hay diversidad de opiniones, aunque, en realidad, todo el mundo coincide en que quedan mejor cortadas en bastones finos. De momento, las únicas que he hecho me han quedado sorprendentemente buenas y muy crujientes. Aunque, eso sí, hay que rociarlas con aceite.


sábado, 11 de junio de 2022

VIEIRAS A LA PLANCHA CON SALSA MERY

 

En la sección de pescadería de La Plaza de DIA suelen poner a la venta, de vez en cuando, alguno de esos productos de los que me enamoro a primera vista. Hace poco compré un buey vivo y revoltoso él, otras veces tienen cocochas de bacalao o de rape, que también suelen venirse conmigo. Ayer le tocó el turno a una cajita de vieiras con su coral, que me pidieron, por favor, que me las trajera a casa.

Suelen venir perfectamente limpias, pero a mí me gusta repasarlas antes de cocinarlas, por lo que lo primero, es dejarlas un rato en un bol con agua y comprobar que, en efecto, siempre tienen algún granito de arena que nos puede arruinar una receta tan deliciosa. Después de pasarlas por un chorrito de agua, hay que dejarlas escurrir perfectamente cubiertas con un papel de cocina y las dejamos así hasta el momento de cocinarlas.

Las vieiras vienen con media concha y a mí me gusta limpiarlas y reservarlas para su presentación.

Vamos con la salsa Mery, que también hay que elaborarla con tiempo para que el aceite absorba los sabores del ajo y del perejil. La elaboración es muy sencilla: separamos las hojas del perejil de los tallos y las picamos muy finas. Cogemos dos o tres dientes de ajo, los pelamos y los machacamos bien con ayuda del cuchillo. A partir de aquí picamos bien hasta dejarlos convertidos en casi una pasta y lo añadimos al perejil. Recubrimos con AOVE y removemos para que se entremezcle todo muy bien. Y ya tenemos la salsa.

Cuando llegue el momento de cocinar las vieiras podemos bañarlas en la salsa y ponerlas sobre una sartén muy caliente, o no bañarlas y dejar que se hagan a la plancha sin ningún aderezo. Yo lo prefiero así. Una vez que pongamos las vieiras en la sartén, no hay que perderlas de vista porque si las rebotamos en el fuego, nos las cargamos. Hay que esperar lo justo hasta que tomen color dorado y darlas la vuelta para que se doren por ambas caras. Una vez que vayamos viendo que están doraditas, las sacamos y las colocamos en la media concha. Salseamos y a disfrutar de una receta tan sencilla como espectacular.  





domingo, 5 de junio de 2022

ENTRECOT A LA PLANCHA

 

Ya sabemos que atiborrarnos de carne roja no es lo más saludable del mundo, pero yo necesito comerme un entrecotito de vez en cuando y, cuando lo hago, lo disfruto tanto, que estoy convencido de que es más saludable para mi estado psicológico, que nocivo para mi salud. Algo parecido me ocurre con el marisco y si no como marisco más a menudo, no es por ninguna cuestión de salud, sino más bien de bolsillo.

Parece que hacer un entrecot a la plancha es muy sencillo y, efectivamente, lo es, pero hay algunas dudas que nos pueden surgir como, por ejemplo, cuándo salarlo, qué tratamiento darle, cuánto rato hay que dejarlo en la sartén… fuego suave o fuego fuerte, etc.

Hoy os paso a contar la mejor forma de hacer un buen entrecot. Para empezar, hay que elegir la pieza de carne idónea. En mi caso, ayer fui a La Plaza y, buscando entre los artículos expuestos, descubrí una pieza de lomo bajo de vaca madurada, que pesaba 222 gr. El tamaño también es importante, así como su presentación. Venía envasado al vacío, por lo que el primer paso que hay que dar es sacarlo de la nevera y del vacío al menos una o dos horas antes del cocinado porque la carne fría es imposible que nos quede crujiente y si mantiene las condiciones del vacío, no vamos a lograr el punto de sabor adecuado.

El resto de los ingredientes son muy sencillos: aparte de la carne, vamos a necesitas una gota de AOVE, sal Maldon y pimienta.

No cabe duda de que si lo hacemos en una barbacoa nos va a quedar mucho más rico, pero aquí no tenemos, así que vamos a buscar algún recipiente que pueda ser adecuado. En la parrilla de rayas podemos obtener un resultado excelente, así que nos hemos decantado por ella.

Otra de las dudas es cuándo salarlo. He oído y leído teorías contrarias, pero como la experiencia es un grado, sé bien que el mejor momento para añadir la sal es una vez que lo saquemos del fuego y lo dejemos reposar. Lo que sí podemos ponerle antes de entrar en la sartén es la pimienta, cosa que naturalmente es opcional, pero a mí me gusta, En cuanto al AOVE, no necesitamos más que frotar el entrecot con unas gotas y con la ayuda de nuestra mano.



Vamos a por otra de las dudas: el calor. Si nos gusta la carne poco hecha, como es mi caso, hay que esperar a que alcance una temperatura elevada, es decir, con el fuego a tope y esperar un ratico, porque si no dejamos que se caliente lo que haremos será cocer la carne y perder todo su jugo. Si lo queremos más pasado, una vez que esté sellado y crujiente, podemos dejarlo a fuego lento hasta que lo convirtamos en una suela.


Y ya podemos disfrutar de nuestro entrecot. Para acompañarlo, nada mejor que unas patatas fritas y un trozo de pan… Buen provecho.

Por cierto... También me acompañó un buey de mar que estaba vivo y deseando de recorrerse la cocina del que di buena cuenta anoche

jueves, 12 de mayo de 2022

HABAS

 

A partir del mes de febrero es cuando empiezan a aparecer las habas tiernas, pero hasta el comienzo del verano se pueden conseguir. Más adelante, tendremos que conformarnos con las habas de lata o las congeladas.

Ayer trajo Gloria un buen manojo y, como no tenía nada mejor que hacer, me dediqué a desgranarlas. La mayor parte de las personas que conozco, una vez que sacan las habas de las vainas, las tiran a la basura quedándose solamente con las habas, y es un gran error, porque esta maravilla culinaria nos va a aportar dos formas de consumo: por una parte, la vaina y por otra el haba en sí.

Las vainas las lavé bien, les quité el hilo de los laterales y las puse a cocer en agua. Al cabo de unos quince minutos, ya estaban blanditas y preparadas para su consumo. Las recetas de este producto son numerosas ya que se pueden hacer en tortilla, en tempura, fritas… Yo decidí hacerlas conforme a una receta de mi suegra, rehogadas con 4 dientes de ajo en láminas, bien de AOVE y pimentón de La vera dulce. 



En cuanto a las habas en sí, paso a escribir la receta.

Habas

Setas

1 cebolla

2 cucharadas soperas de tomate tamizado

1 diente de ajo

1 paquete de jamón en cubitos

1 cucharada de café de hierbabuena

Pimentón de La vera dulce (y una pizca de picante)

1 vaso del caldo de cocer las vainas

AOVE

 

En primer lugar, vamos a pelar y picar la cebolla en brunoise y la ponemos en una sartén con AOVE junto con el jamón dejando que se vaya confitando. Añadimos el ajo en láminas y cuando veamos que está hecho ponemos el pimentón al gusto. Añadimos el tomate y dejamos que reduzca hasta secarse. En este punto, yo puse medio vasito de ron, pero podemos no echarlo y, en su lugar, poner el vaso de cocer las vainas.

 

Cuando veamos que empieza a cocer, añadimos las setas y las habas y removemos para que se incorporen todos los sabores. Pasados unos ocho a diez minutos, apagamos el fuego, añadimos la hierbabuena y… A comer.

 

No es necesario poner sal, porque el jamón le da el toque justo de salado. Como se puede observar, hemos obtenido dos recetas diferentes y, en vez de tirar las vainas de las habas, nos han servido para elaborar un plato exquisito.

Si hablamos de cocina de aprovechamiento, es una buena forma de sacar partido a las vainas, al caldo y a las propias habas.



Con las pieles de las patatas ocurre algo parecido. Podemos freírlas en aceite y hacer un aperitivo perfecto o un acompañamiento para carnes y pescados a la parrilla. ¿Por qué tirarlas?

martes, 19 de abril de 2022

MAGRET DE PATO EN SALSA DE LIMÓN

 Hacer la compra en Cullera cuando hay fiestas es sumamente complicado, porque tienes que estar pendiente de las horas de cierre de las tiendas. Lo que hago habitualmente es comprar unos gambones congelados que son muy socorridos y, aparte de las cebollas, patatas, ajos… Suelo echar mano de otros productos que aguantan el paso de los días y puedo tenerlos en la nevera al menos las dos semanas que suelo pasar en Semana Santa. Me gusta tener magret de pato que para una persona sola da para dos comidas, o muslos confitados. Productos que, como digo, se mantienen bien. También suelo comprar varias barras de pan calentito para meterlas en el congelador en cuanto llego a casa. Luego explicaré la razón.

En el caso que nos ocupa, vamos a elaborar un magret con salsa de limón. La razón de hacer la salsa de limón y no de naranja, que parece que es la que se suele utilizar, es tan sencilla como que me quedaba en la nevera un limón y no tenía naranja, así que mi memoria gustativa me indicó que no debería haber demasiada diferencia y, además, los chinos hacen un pollo al limón que está francamente rico.

Cocinar el magret tiene su aquel, porque la capa de grasa que cubre la pechuga es bastante gruesa. El 23 de noviembre de 2014 subí a este mismo blog la receta de un arroz con ceps y magret y en él explicaba cómo se debe hacer el pato. Para evitar que el lector tenga que echar ocho años marcha atrás, lo volvemos a explicar.

En primer lugar, hay que sacar la pieza de la bolsa de vacío y dejarlo que se atempere a temperatura ambiente. Le hacemos unos cortes en la parte de la piel con cuidado de no atravesar la capa de grasa. Primero hacia un lado y luego hacia el otro de manera que vamos a conseguir unos rombos. Salpimentamos y lo ponemos en una sartén o plancha con el fuego apagado con la parte de la piel hacia abajo. Ponemos el fuego a baja temperatura y dejamos que vaya soltando la grasa. Esto nos puede llevar unos diez o doce minutos, dependiendo de la temperatura que hayamos elegido. Cuando veamos que la piel empieza a estar crujiente, apagamos el fuego y retiramos toda la grasa que haya quedado. Ahora podemos reservarlo y dedicarnos a hacer la salsa.

PARA LA SALSA DE LIMÓN

Ponemos una cucharada de azúcar en una cazuela, añadimos un chorrito de vinagre de Módena, otro chorrito al gusto de salsa de soja, un vasito de vino y lo dejamos a fuego bajo (de 1 a 9, en el 3). Cuando empiece a estar caliente, echamos una cucharada de Maizena y removemos bien para evitar que se hagan grumos.

Cogemos el limón y le sacamos una tira de piel que reservaremos para más adelante. Partimos el limón por la mitad y, con ayuda de un tenedor, extraemos el jugo y lo añadimos a la cazuela. Cuando tome algo de temperatura añadimos también la cáscara y seguimos removiendo hasta que espese. En este momento, añadimos medio vaso de agua y salpimentamos al gusto y continuamos removiendo a fuego algo más vivo. Reducimos sin parar de mover hasta que consigamos el espesor deseado.

 

TERMINACIÓN DEL PLATO

Ponemos la sartén a fuego fuerte y cuando esté bien caliente ponemos el magret, esta vez por el lado de la carne. Pasados un tres o cuatro minutos, le damos la vuelta y dejamos que la piel se ponga crujiente. Como más rico queda es cuando la carne queda rosada pero no muy hecha y la piel crujiente. Y ya podemos emplatar. Cortamos la pechuga en lonchas como de un centímetro y medio o dos y napamos con la salsa.7

Se puede acompañar con unas patatas, pero a mí como más me gusta es con un trozo de pan recién horneado. Y ahora llega el momento de explicar la razón por la que compro el pan caliente y lo meto en el congelador. Cuando lo sacas, puedes cortar un trozo del tamaño que vas a consumir durante el día, es decir, que hay que tener también en cuenta la cena. Si hace sol, basta con dejarlo media hora antes de comerlo y queda exactamente como cuando lo metimos en el congelador. Si no, se pone el microondas en función solamente grill y lo dejamos unos cinco minutos por cada lado. Y ya no hay que sacarlo hasta que vayamos a consumirlo porque se va a mantener caliente.



Quedaban estas pocas patatas en la bolsa y cayeron con el magret.

domingo, 3 de abril de 2022

COLES DE BRUSELAS GRATINADAS

Las propiedades de las coles de Bruselas son inacabables. Están repletas de vitaminas, minerales y fibra. Favorecen el sistema inmunitario, así como la salud de la sangre y de los huesos y, por si esto fuera poco, gracias a su poder antioxidante, retrasan el envejecimiento. En cuanto a los contras, solamente hay dos: el primero de ellos es que debido a que también tienen azufre y fibra y eso produce flatulencias (Me remito a la entrada en la que hacía referencia a los flatos y flatulencias. Viernes, 11 de mayo de 2012) y, el otro inconveniente es que las coles de Bruselas, igual que otras coles, pueden producir pasión, como es mi caso, o repugnancia.

La receta de hoy tiene varias elaboraciones, pero aparte de ser sencillas, llevan poco tiempo:

Una bolsa de coles de Bruselas ultracongeladas Findus

2 lonchas de beicon

3 dientes de ajo

Pimentón de La Vera dulce y picante al gusto

2 cucharadas de salsa de tomate

Un puñado de queso rallado

Sal, pimienta

AOVE

 

Para la besamel:

1 nuez de mantequilla

1 cucharada sopera colmada de harina

1 vaso de leche.

 

La razón por la que he utilizado las coles congeladas es porque en mi tienda de referencia no había coles frescas de calidad, y el tendero me aconsejó que llevara las Findus que, además vienen con instrucciones de uso, lo cual facilita las cosas y, conforme a las mismas, lo primero que debemos hacer es poner 1 litro de agua en un cazo y esperar a que cueza. En ese momento, añadimos la bolsa de coles, esperamos que vuelva a hervir y las dejamos cocer durante 8 minutos. Pasado ese tiempo, las ponemos en un colador grande y esperamos a que escurran bien.

 

Para la segunda elaboración, cortamos las lochas de beicon en tiras y los ajos en láminas. Ponemos una pizca de aceite en una sartén y añadimos primero el beicon y luego los ajos y esperamos a que quede bien frito.  Ponemos el pimentón, removemos y añadimos las coles removiendo bien o, mejor aún, salteándolas. Cuando veamos que van tomando color, retiramos la sartén del fuego y reservamos.

 

La tercera elaboración es hacer la besamel. Ponemos la nuez de mantequilla en una cazuela, esperamos a que se derrita y añadimos la harina. Hay que remover bien y dejar que se cocine antes de añadir la leche. Subimos el fuego y seguimos removiendo hasta que espese. Retiramos del fuego y reservamos.

 

La cuarta elaboración comienza por poner las coles en una cazuela de barro, cubrirlas ligeramente con la salsa de tomate, naparlas bien con la besamel, cubrimos con un puñadito de queso rallado y las metemos en el horno. En mi caso he utilizado el horno de serpentín, por lo que no me ha hecho falta precalentarlo. Cuando veamos que el queso y la besamel estén gratinados, retiramos y… a comer.




 

 

domingo, 20 de marzo de 2022

RATATOUILLE

Esta es una receta típica del sur de Francia elaborada a base de verduras y cocinada en el horno. Básicamente es muy parecida al pisto manchego en cuanto al contenido, aunque en el pisto se fríen las verduras en una sartén. También es muy parecida a la escalivada (o escalibada), que en este caso también se elabora al horno, aunque en su origen, se hacía asada en los rescoldos, de ahí su nombre, ya que escalivar es asar al rescoldo o a las brasas.

La cuestión es que había en la cocina unas bolsas con calabacines, berenjenas y tomates. Justo lo necesario para hacer una ratatouille y, como había tiempo por delante, me dispuse a hacerla.

La elaboración es muy sencilla porque el horno trabaja solo, pero a la vez es de las que exigen paciencia y mucho cariño.

1 berenjena

1 calabacín

3 tomates, más otros tres para hacer la salsa de tomate

½ cebolla

Hierbas provenzales (en su defecto se puede utilizar una mezcla de tomillo, romero y orégano)

Pimentón de La Vera dulce

AOVE, sal y pimienta.

 

Al tratarse de verduras sin pelar, lo primero que haremos será lavarlas bien y secarlas. Si se dispone de una mandolina, nos va a facilitar mucho el corte, pero en mi caso, como tengo unos cuchillos muy bien afilados, las corté con el cebollero.

 

La primera verdura que vamos a cortar va a ser la berenjena. La hacemos en rodajas finas y cuanto más parecidas en el grosor, mejor. Ponemos las rodajas en una fuente o en una gastronorm y las salamos bien para que suelten el agua y la acidez. Esto nos va a llevar unos quince a treinta minutos de espera, pero podemos ir haciendo el resto de las rodajas, que también lleva su tiempo. Ahora ya no importa si cortamos primero el tomate y luego el calabacín o al revés.

 

Una vez que tengamos todas las rodajas dispuestas por separado, pasamos a elaborar la salsa de tomate, que podemos hacerla rallando los tres tomates, o utilizando un bote de tomate tamizado, que sale incluso más rica. Pelamos y picamos la cebolla en brunoise, la echamos en una sartén con un par de cucharadas de AOVE y la dejamos que se vaya pochando a fuego lento.

En alguna ocasión conté que el chef Dani García aconsejaba ponerle un poquito de líquido para acelerar el proceso del pochado. Yo tenía un bote de pimientos del piquillo y había dos que me sobraron de otra receta. Puse un poco del líquido de cocción y los pimientos los utilicé para rematar mi ratatouille.

 

Una vez que la cebolla está bien pochada, añadimos una cucharadita de pimentón de La Vera dulce, mezclamos y echamos el tomate. En unos diez minutos, ya tendremos nuestra salsa.

 

Recuerdo que teníamos las rodajas de berenjena sudando en la fuente y, después de cortar el resto de las rodajas, y de elaborar la salsa de tomate, habrá pasado casi media hora. No he puesto sal a ninguna de las elaboraciones porque no voy a lavar la berenjena, solamente a escurrirla bien.

 

Cubrimos el fonde de una fuente de horno redonda y… a partir de ahora viene la pijada francesa, que es ir colocando una rodaja de cada verdura en la fuente de horno de manera que queden bonitas. Una vez que tengamos todas las rodajas dispuestas en forma espiral, añadimos las hierbas, la pimienta recién molida y un chorrito de AOVE. Como ya he dicho, los dos pimientos del piquillo los he puesto en el centro para disfrutar de su sabor y tapar el agujerito que me quedaba.

 

Precalentamos el horno a 170 grados, cubrimos el preparado con un papel de aluminio de manera que quede bien tapado para favorecer la cocción y lo metemos en el horno (arriba, abajo y aire) durante una hora.

 

Todo esto lo hice ayer porque esta es una receta que está mucho más rica de un día para otro. Ahora se puede comer en frío, en templado o en caliente y se puede rematar con lo que nos apetezca. Si queremos darle un toque italiano, podemos cubrirla con queso parmesano rallado y dejar que se funda en el grill, pero como estamos hablando de un plato francés y nos hemos tomado la molestia de ponerlo pijo, mejor dejarlo tal cual.

 

Pero… ¿Qué tal si le ponemos un par de huevos fritos o escalfados por encima, una vez que lo tengamos en el plato?   



sábado, 12 de marzo de 2022

DERUNY (TORTITAS DE PATATA TÍPICAS UCRANIANAS)

 

En un momento como el actual, marcado por la invasión de Rusia a Ucrania, me pareció interesante investigar acerca de la cocina típica ucraniana. Busqué en Google “platos típicos ucranianos” y la primera entrada es: “12 platos de comida típica ucraniana” firmado por ViajeroCasual. Entré, ojeé y vi uno que ya había comido en la casa de mi hermano Manuel y que me pareció sumamente sencillo de elaborar y muy rico. En la página de ViajeroCasual no figuran las recetas, pero tenía claro que esos “panqueques de papa”, a los que a lo largo de la cita denomina “Deruny”, eran esas tortitas de patata que había probado, elaboradas por su asistente, de origen ucraniano.

El paso siguiente en mi navegación por Internet consistió en anotar el nombre de deruny y buscar la receta. En efecto hay unas cuantas entradas en las que figura y todas son iguales y, también, la misma que nos elaboró aquel hombre y que paso a contar.

1 patata grande o 2 medianas.

½ cebolla pequeña (su uso es más para evitar que se oxide la patata)

1 yema de huevo

20 gr de harina de trigo

Sal, pimienta

Aceite de girasol

 

En primer lugar, lavamos y pelamos la patata y pelamos la cebolla. A continuación, rallamos la cebolla muy fina y hacemos lo mismo con la patata. El asistente de mi hermano utilizó la batidora de mano y el resultado es bastante parecido. Echamos el batido en un colador y apretamos para que pierda toda el agua. Ponemos la patata rallada junto con la cebolla en un bol, añadimos la yema y la harina y mezclamos bien. En alguna de las entradas añadían también una pizca de bicarbonato sódico, pero yo lo cambié por la pimienta recién molida y la sal.

 

Una vez que tengamos la masa, ponemos una pizca de aceite en una sartén y, a fuego medio, esperamos a que se caliente bien.

 

Hacemos bolitas de masa, las aplastamos y las echamos en la sartén dejándolas unos cuatro minutos hasta que estén doradas. Les damos la vuelta y dejamos que doren también por la otra cara.

 

Hay que tener en cuenta que la masa se hace con la patata cruda, por lo que es importante dejar que se cocine bien.

 

En algunas entradas recomendaban servirlas con crema agria o queso fresco batido. En mi opinión, no es preciso ningún acompañamiento, pero dejo a la imaginación del lector, además de esas dos opciones, mahonesa, all i oli… Aunque también pueden servir como acompañamiento de carnes o pescados.