domingo, 20 de noviembre de 2022

CHULETITAS DE CABRITO AL AJO CABAÑIL

 Como se van acercando las navidades, es buen momento para comprar comidas y cenas de las caras para evitar las subidas de precios de última hora. Ayer compré unas chuletillas de cabrito porque tenían un aspecto maravilloso y el precio no se escapaba demasiado.

A mí, particularmente, me gustan más las chuletas de cabrito que las de cordero, más que nada porque el cordero, como no sea lechal, deja un regusto que no me acaba de convencer. Arguiñano es defensor de los corderos de mayor edad y los alaba mucho en sus programas, pero ya digo que a mí no me gusta. En cambio, el cabrito, suele ser siempre igual.

 


El cabrito suele venir de países muy lejanos, como Nueva Zelanda y, encontrar cabrito nacional, no es tarea fácil pero no imposible. Las que compré ayer vienen de una carnicera de Castellón y el aspecto que presentan es soberbio. Sin embargo, como suele ocurrir con las chuletas envasadas, cuando retiras la primera capa, que suelen ser las de hueso y las más bonitas, te puedes encontrar cualquier cosa. En el paquetito que me traje a casa, debajo de las chulas, había hasta medio riñón (se aprecia en la imagen), pasando por otras chuletas bastante más feas. El riñón he decidido hacerlo junto con las chuletitas de hueso al ajo cabañil. Y ya que hablamos del ajo cabañil, vamos a ver en qué consiste.

Originalmente, el ajo cabañil es una salsa muy típica de la cocina murciana y, curiosamente, también de Motril. Su elaboración es muy sencilla, solo necesitamos poner en el majadero unos ajos, vinagre, agua y opcionalmente se pueden añadir cominos y granos de pimienta. En nuestro caso, y dado que es solamente para mí, he puesto dos ajos, medio vasito de vinagre, un vasito de agua y unos cominos, porque soy muy cominero. La pimienta la he puesto directamente sobre las chuletas, recién molida. 

En cuanto a la preparación de la receta, es de esas que son bienvenidas para que todo aquel que, sin tener ni idea de cocinar, quede como un señor, y esta elevación de la autoestima hace que sea psicológicamente perfecta. 

En primer lugar vamos a elaborar el ajo cabañil y lo reservamos para más adelante. Untamos la sartén con un poco de AOVE y ponemos el fuego alto. Ponemos las chuletas y las freímos hasta que estén bien hechitas. A continuación añadimos la salsa de ajo cabañil y dejamos que se cueza todo junto hasta que reduzca la salsa al gusto. Como podemos comprobar, el grado de dificultad de la elaboración es de párvulos, pero el resultado es para que te bailen un aurresku, sobre todo, si las acompañas con unas patatas fritas en la freidora de aire.

Por cierto, las chuletas más horrendas sirven para elaborar una caldereta de las que no se las salta un gitano. 



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