Hoy voy a preparar una hamburguesa tradicional y me apetece acompañarla de cebolla caramelizada, que le aporta ese sabor dulce que tan bien combina con la carne.
Para caramelizar la cebolla podemos manejar su propio azúcar o añadirle una cucharadita de azúcar blanca o morena. En el caso que nos ocupa vamos ha hacerla así, para lo que necesitaremos una cebolla blanca dulce, una cucharada de azúcar, un chorrito de vinagre de Módena, AOVE y una pizca de sal.
Lo primero que vamos a hacer va a ser pelar la cebolla, partirla por la mitad y cortarla en juliana fina. Ponemos una sartén con un chorrito de AOVE y el fuego al mínimo y echamos la cebolla. Si tapamos la sartén, el proceso se va a acelerar y con el vapor, evitaremos que se nos queme. El proceso debe incluir la reacción de Maillard de manera que la cebolla adquiera ese color tostado y ese gusto incomparable.
En mi encimera, que es una placa de inducción, el calor va de 1 a 9 y yo he manejado entre el 2 y el 1. Una vez que tengamos la cebolla transparente y blanda, le añadimos la cucharada de azúcar y un chorrito de vinagre de Módena. Subimos el fuego y removemos sin parar para que se entremezclen los sabores y consigamos la citada reacción de Maillard.
Si vemos que nos queda demasiado apelmazada y preferimos que quede más cremosa, le podemos añadir un chorrito de agua.
Podemos hacer bastante cantidad porque se conserva en la nevera durante bastante tiempo y siempre viene bien tenerla para acompañar no solo a la hamburguesa o a otras carnes, sino también al queso, a los pescados a la plancha, o a donde uno se imagine.
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