Aunque a mí me suele apetecer cualquier plato y en cualquier época del año, con los rigores del estío parece que apetecen comidas fresquitas, así es que hoy vamos a hacer un salpicón de marisco con lo que tengamos por la nevera.
En más de una ocasión he comentado
que me gusta tener gambas en el congelador porque son muy socorridas y sirven
tanto para hacerlas al ajillo, como para un arroz o una fideuá o, como hoy,
para hacer la base de nuestro salpicón. Se da la circunstancia de que ayer vino
mi hija a cenar y le encantan las clóchinas, así que compré un kilo para
hacerlas al vapor. Para los menos versados, les diré que las clóchinas son como
unas hermanas pequeñas del mejillón. Se recogen en Valencia y son más caras,
pero mucho más finas y ricas que sus hermanos.
Echando una ojeada por la nevera
y la alacena, descubrí que había cebollas, que tampoco suelen faltar entre mis
ingredientes, pimiento morrón, tomates de La Albufera y poco más…suficiente
para elaborar un rico y fresquito salpicón.
La elaboración es sencilla porque
solo es preciso cocer las gambas, trocearlas y reservarlas junto con las
clóchinas (también pueden ser mejillones). A continuación, procedemos a picar
la cebolla, que puede ser en juliana o en cubitos y lo mismo haremos con el
pimiento.
Debido a las altas temperaturas
de este verano de 2022, los tomates siguen siendo magníficos, aunque han
sacrificado el tamaño pues son considerablemente más pequeños que los de otros
años y tienen la piel más dura. Por eso, vamos a pelarlos antes de trocearlos.
Para pelar los tomates sin ninguna dificultad es preciso poner agua a hervir,
hacer unos cortes en cruz en la parte lisa de los tomates. Cuando el agua esté
cociendo, los sumergimos y los dejamos hasta que vuelva a brotar el hervor. En
este momento los sacamos del cazo y los sumergimos en agua muy fría. Como por
arte de magia habremos conseguido poder pelar los tomates simplemente estirando
de las puntas que se han formado en la cruz y ya los tenemos preparados para
picarlos, como en el caso anterior en cubos pequeños.
El siguiente paso es mezclar las
verduras con las gambas y mejillones y proceder a elaborar la vinagreta.
Para hacer la vinagreta
necesitaremos AOVE, vinagre de vino, manzana o de Módena, pimienta recién
molida, una pizca de sal y el elemento primordial: una cucharada de mostaza
tradicional que va a ejercer de emulsionante, además de aportar un gusto
excepcional a nuestra vinagreta. Con estos pocos ingredientes obtendremos una
vinagreta que, además de estar muy rica, se va a conservar todo el tiempo que
queramos pero, si queremos mejorar el resultado, podemos añadir unos encurtidos
como pepinillos y cebollitas.
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