Hoy traigo una receta de esas que no hace falta mucha memoria para
recordar ni mucho trabajo. Pero como todo en esta vida, se puede complicar, así
que como nuestro espíritu es el de facilitar las cosas, vamos a la versión más
sencilla.
Ayer, paseando por el mercado, vi unos manojos enormes de calçots por
un par de euros, así que, como tantas otras veces me ocurre, me enamoré de
ellos y se vinieron a casa. Lo cierto es que estando solo se me antojaban
demasiados, pero se les pueden dar muchos usos, como por ejemplo utilizarlos
para el relleno de la torta de El Casar.
Cuando decía que hay maneras de enredar la receta, me refería a que,
si los queremos hacer a la brasa, pues hay que prepararlas antes y utilizar,
por ejemplo, una de esas barbacoas de usar y tirar que tantos buenos ratos nos
han dejado. Sin embargo, en casa es mucho más sencillo hacerlos al horno, para
lo cual no vamos a precisar de demasiados ingredientes ni maña.
8 calçots por persona (y ya)
Precalentamos el horno a 250 grados y metemos los calçots en una
bandeja de horno de manera que queden separados, no amontonados. Previamente,
los habremos limpiado, es decir, les cortamos las raíces y la parte seca verde
de arriba, y retiramos la primera capa, solo la primera.
Los dejamos 15 minutos, los envolvemos en papel albal, de periódico o
sulfatado de horno otros 10 minutos más y ahora toca elegir la salsa para
acompañarlos.
Lo más sencillo es comprar, como hice yo, un bote de salsa romesco y
ya está, pero como antes decía, podemos complicarnos la vida un poquito si la
hacemos en casa…
4 tomates enteros maduros o un bote de tomate tamizado
8 dientes de ajo
3 cucharadas de vinagre de Jerez
2 ñoras o un par de cucharadas de carne de ñora
AOVE
4 cucharadas de almendras tostadas
1 rebanada de pan
1 cucharadita de pimentón de La Vera picante y dulce
½ guindilla
Sal
Lo suyo es majarlo todo y dedicarle más tiempo, pero si lo pasamos por
la batidora tardamos mucho menos y queda igual de rica.
Podemos hacer las verduras al horno o en una sartén hasta que queden
bien hechas. Hacemos lo mismo con el pan y lo metemos todo en el vaso batidor
hasta que quede una pasta cremosa.
Al morder contrasta el crujiente de la capa exterior con la cremosidad del interior.
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