martes, 31 de marzo de 2015

TOCINO DE CIELO

Un día es un día y podemos comer lo que queramos, ¿no? Pues vamos a hacer un postre exquisito olvidándonos de si engorda o se pega al riñón, como dicen los castizos. Este sí que es dulce… dulce, donde los haya, exquisito como no hay dos, y además de económico, fácil de elaborar.

El tocino de cielo es un postre típico de Andalucía, y más en concreto de la zona de Jerez donde, al parecer, nació allá por el año 1324 en el convento de monjas de El Espíritu Santo. Aunque no lleva nada de alcohol, se trata de un postre muy ligado al vino, porque los vinos de esta región forman al reposar una costra que se denomina flor de vino, que a su vez enturbia el caldo. Para clarificarlo antes de su embotellado, los bodegueros utilizan como floculante la clara de huevo, de esta forma precipitan esa flor arrastrándola al fondo, de manera que el vino queda limpio. Y la pregunta es: ¿y si se gastan sólo las claras, qué hacemos con las yemas? Y la respuesta es: naturalmente, tocino de cielo.

Es un hecho contrastado, y hay investigaciones que lo avalan, que el dulce es un magnífico repelente del estrés. Conforme cita una investigación del Departamento de Neurociencia de la Universidad de California, el dulce no solamente ayuda a bajar los niveles de estrés recurrente, sino que las personas que lo padecen, sienten necesidad de comer algo dulce, por lo tanto, a pesar de que engorde o se pegue al riñón, resulta conveniente darse un homenaje, aunque solamente sea de vez en cuando, y comer un buen tocino de cielo casero, porque si además está elaborado por uno mismo, sabe mejor.

6 YEMAS DE HUEVO
1 HUEVO ENTERO
200 GRS. DE AZÚCAR

En un molde ponemos azúcar con unas gotas de agua para hacer un caramelo que sirva de base, y posteriormente, una vez desmoldado de parte superior de nuestro tocino de cielo.

Ponemos agua a hervir con el azúcar y removemos hasta conseguir un almíbar de hilo fino. Batimos las 6 yemas de huevo junto con el huevo entero, es decir, con su clara. Cuando el almíbar esté en su punto, dejamos enfriar un poco y lo vamos vertiendo sobre los huevos sin dejar de remover hasta que quede bien incorporado, y lo ponemos en el molde donde habíamos dejado el caramelo.

 Lo ponemos al baño maría cubierto de papel albal durante unos 50 minutos. Dejamos que se enfríe en el refrigerador y servimos desmoldado junto con unas grosellas y unas hojas de menta o hierbabuena




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