sábado, 4 de julio de 2015

CODORNICES EN SALSA DE CEREZAS

Da gusto ver cómo están los cerezos en el campo, y las cerezas en los mercados. Hoy hemos preparado un manjar a base de codornices y de cerezas, cuya mayor virtud es la sencillez de los ingredientes.

Supuestamente, se debería usar mantequilla para untar las codornices, pero yo, que soy un defensor acérrimo del aceite de oliva virgen, me he saltado este requisito y las he elaborado con él. Tratadas con mimo, las codornices tienen una textura sumamente delicada y un gusto exquisito.

4 codornices
200 gr. de cerezas maduritas
1 vasito de coñac (se puede utilizar cualquier espirituoso)
Aceite de oliva virgen extra
Sal
Pimienta

Lo primero que haremos será limpiar bien las codornices tanto por dentro como por fuera y quemar todas las plumas y cañones que puedan quedar en la piel. A continuación atamos las patas y las alas para evitar que se abran durante el proceso de cocción.

Ponemos una cazuela de barro a fuego medio y nos esperamos a que se caliente el aceite. Mientras tanto, untamos las codornices con bien de aceite, las salpimentamos al gusto y las ponemos en la cazuela tapándolas para acelerar el proceso de cocción.

Lavamos las cerezas, las partimos por la mitad y las deshuesamos. Reservamos.

De vez en cuando hay que dar la vuelta a las codornices para que se hagan bien por todas partes y una vez que veamos que ya están doraditas, añadimos el vasito de coñac, que en mi caso fue de ginebra, y las cerezas, y dejamos que cueza todo junto durante unos minutos, hasta que veamos que las cerezas están blanditas.

Sacamos las codornices de la cazuela a un plato y ponemos las cerezas y algo de caldito en el vaso triturador y batimos. Devolvemos este puré a la cazuela y le añadimos las codornices para que se mantengan atemperadas.


Podemos acompañar con unas patatas o sencillamente con pan recién horneado.


Yo las había dejado menos hechas, con un punto de cocción menor que el que aparece en la fotografía, y la salsa era de un rojo intenso. Pero a Gloria le gustaban más hechitas y estuvo a punto de carbonizarlas. Por fortuna, el resultado fue bastante aceptable.

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