viernes, 8 de julio de 2016

LA ALIMENTACIÓN DEL BEBÉ

La mayoría de las madres se sienten un poco desasistidas a la hora de plantear el menú de sus hijos cuando son bebés. Está claro que al principio no suele haber problema porque el propio niño pide su comida y es bastante sencillo amamantarle. La dificultad viene más o menos a partir del cuarto mes de vida, coincidiendo con el destete.

Hay un pensamiento generalizado de que, a partir de esta edad, el bebé debe seguir tomando leche, y en cierta medida, es cierto, pero no es menos cierto que su organismo está ya preparado para ir enriqueciendo su dieta con algo más suculento que la leche maternizada, por ejemplo, los zumos de frutas y algún que otro puré de patatas ligero, o de judías verdes. Podemos darle asimismo otros productos hortícolas que van a favorecer el paso a otras comidas más contundentes y también le van a aportar vitaminas y minerales necesarios para su desarrollo; por ejemplo, calabaza, zanahoria y alguna harina sin gluten como la de arroz o la de maíz, que nos pueden ayudar a espesar poco a poco el alimento, para que el tránsito a la comida sólida no resulte traumatizante, aunque eso vendrá después porque, de momento, todo esto lo vamos a convertir en un puré tan ligero que pueda salir sin dificultad por la tetina del biberón.

Mientras no digamos lo contrario, la licuadora y el robot de cocina van a ser nuestros mejores aliados para la preparación de los menús, pero téngase en cuanta que lo peor que podemos hacer es caer en la monotonía. Ya era bastante monótono chupar del pezón cada tres o cuatro horas y durante más de tres meses lo mismo.

Un par de meses más tarde, cuando haya cumplido más o menos el medio año de vida, le podemos ir dando otros productos ya en forma de puré más grueso y con una cucharita, como la sémola, algo de pasta triturada, patatas, puerro, cebolla, calabacín, tomate triturado sin pepitas, cordero, ternera, pollo, pavo, jamón cocido, miel… Y a casi todos los niños de esta edad les encanta el pan. Sí, un buen chusco de pan que irán chupando y convirtiendo en una pasta horrible, pero que les va a ayudar a la hora de la dentición porque sentirán un placer especial al frotar el pan reblandecido contra las encías.

Si a los alimentos que hemos mencionado les añadimos los anteriores, nos podemos ir haciendo una idea de lo variado que puede llegar a ser un menú. Ocurre que la falta de ideas o de creatividad de algunas madres, por no mencionar la desidia, les lleva a hacer siempre lo mismo, con lo que estamos dificultando que el bebé se acostumbre a los diferentes sabores y consigamos que, cuando crezcan, detesten las verduras o el pescado.

Como aún no hemos abandonado el uso de la batidora, cualquier tipo de receta que se nos ocurra debe pasar por ahí. La pregunta “estúpida” del millón es: ¿hasta cuándo debemos seguir utilizando los alimentos triturados? Y la respuesta, no menos estúpida por la pura lógica que encierra es: hasta que el niño tenga dientes y muelas y pueda triturar los alimentos por sí mismo. Sin embargo, si vamos dando algún alimento que pueda romper con las encías o con los dientecitos incipientes, pues mejor, porque luego se hacen vagos a la hora de masticar y les cuesta mucho comer, por ejemplo, algún trocito de plátano maduro o el consabido chusco de pan.

A partir de los ocho meses de vida, como siempre digo: más o menos, porque cada niño es un mundo, podemos incorporar a la dieta otro tipo de alimentos más difíciles de digerir como el arroz bien pasado, la sémola al dente, trocitos de pasta bien cocida, en cuanto a las verduras ya podemos ir incorporando el pimiento y la berenjena, frutas rojas como las cerezas y las fresas, y el punto más noble de nuestra cocina: el pescado. Ahora podemos cocinarle lenguado, lubina, merluza, mero y cuando vaya teniendo más facilidad de masticación también podemos utilizar el rape como base de nuestras papillas. Otro de los productos clave que van a poder comer son las yemas de huevo y por supuesto no vamos a abandonar los lácteos, que ahora y pueden ser en forma de yogur. Para enriquecer nuestras recetas, podemos darle también alguna especia suave como el perejil, la albahaca y el tomillo. En cuanto a la sal, es mejor que cada producto aporte su propia sal sin añadirle nada. Aunque pueda parecernos soso, a los bebés les gusta así.

A partir del año podemos considerar que ya ha llegado la mayoría de edad para casi todos los estómagos, así que ahora podemos incorporar todo tipo de alimentos, teniendo en cuenta que debe tomar medio litro de leche al día, sea de la forma que sea: yogur, queso…

Podemos ir guardando nuestra batidora salvo para hacer más llevadera alguna comida, pero por lo general, es mejor darle los alimentos bien partidos en trocitos pequeños y controlando que mastique cuanto más, mejor. Que no se ponga el bocado como un caramelo, porque va a paralizar su proceso de aprendizaje y como todo en esta vida, se puede enseñar y aprender.


Por último, aunque en algunos manuales nos encontremos con que los frutos secos son muy enriquecedores, es preciso saber que son la mayor fuente de ingreso de niños en los hospitales porque se van a los pulmones con mucha facilidad, así que vamos a omitirlos hasta que sean mucho más mayores.
Si andamos con prisa, podemos comprar potitos y variarlos, porque hay muchos diferentes


No hay comentarios:

Publicar un comentario