Esta es una de esas
recetas que hace algunos años era imposible de encontrar en ninguna carta. Es
algo parecido a lo ocurrido con la pizza, que cuando yo era pequeño, solamente
la podía comer en casa, hecha por Amelia, la cocinera de mis padres, que venía
de servir en una casa italiana. Ahora, sin embargo, hacen pizzas en todos los
chiringuitos y la musaka la puedes comer en casi todas partes.
Es curioso el devenir de
algunos productos y recetas y apelo a la memoria de mis lectores más talluditos.
En mi infancia, los carabineros eran considerados un producto basto y se
utilizaban para hacer fumet. Entonces, la reina de los mariscos era la cigala y
en buena parte, también la langosta. Los callos de bacalao, ni se vendían, pero
bastó que aparecieran en un programa de TVE para que los pudieras encontrar en
las tiendas especializadas en bacalao, a precio de deshecho, o sea lo más
barato que daban. El otro día compré para hacérselos a mi hermana, que le
encantan, y me salieron más caros que las cocochas, que también compré porque,
esa es otra, hay productos que se encuentran con toda seguridad en los
supermercados de algunas ciudades, y prácticamente imposibles de encontrar en
otras. Eso les pasa a las cocochas, en Valencia las puedes encontrar en tiendas
gourmet, pero en los pueblos, ni en ese tipo de comercios especializados
existen. En cambio, las tortas de pan ácimo están en todas partes, pero en
Madrid son dificilísimas de encontrar, así como la carne de potro.
Vamos con la receta, que
se me ocurrió ayer al ver las magníficas berenjenas y tomates que hay en este
tiempo. Me enamoré de unos ejemplares y decidí convertirlas en algo suculento.
200 gr. De carne picada
de mezcla de vacuno y cerdo
1 berenjena grande
1 tomate grande
1 cebolla
½ pimiento rojo
½ pimiento verde
¼ de pimiento amarillo
1 diente de ajo
½ vasito de vino (blanco
mejor)
Harina
Leche
Mantequilla
Queso rallado.
Aceite de oliva virgen
extra
Pimentón de La Vera dulce
Sal
Lo primero que hay que
hacer es cortar la berenjena sin pelar en rodajas de un centímetro
aproximadamente y se cubren bien de sal durante un par de horas para que
suelten el agua amarga. Una vez que hayan soltado el amargor, se lavan bien con
agua y se reservan. Ahora se pueden freír, cocer, asar o la solución que yo tomé,
que fue meterlas en el recipiente de hornear en el microondas con un chorrito
de aceite y dejarlas durante cinco minutos a potencia máxima.
Picamos el ajo, la
cebolla y los pimientos en cubitos menudos y los ponemos en la sartén con un
chorro de aceite de oliva. Añadimos una pizca de sal y dejamos que se vayan
haciendo despacito a fuego lento.
Escaldamos el tomate
poniéndolo durante unos 10 segundos en agua cociendo para poderlo pelar con
facilidad, lo pelamos y lo cortamos en concassé.
Cuando veamos que las
verduras estén pochadas, ponemos el pimentón y cortamos el hervor con el tomate
dejando que se haga bien. A continuación, añadimos la carne y dejamos freír.
Ponemos el vino, subimos el fuego y dejamos cocer unos cinco minutos.
Vamos a por la salsa. Se
trata de hacer un roux, con la mantequilla, la harina y la leche añadiendo una
pizca de sal. No he puesto cantidades porque el gusto de cada cual es
importante y hay a quien le gusta poca o mucha besamel y a quien le gusta más o
menos espesa.
Vamos a montar la musaka,
para lo cual cogemos un plato hondo o un recipiente adecuado para horno, lo
untamos con un poco de aceite y ponemos una capa de berenjenas. A continuación,
la farsa con la carne y la verdura, encima una capa de besamel. Repetimos la
operación poniendo otra capa de berenjenas, farsa, besamel, y finalmente
recubrimos de queso rallado.
Metemos en el horno
precalentado a 180 grados y dejamos unos 10 minutos en la posición de aire y
grill.
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