Durante las pasadas fiestas de Navidad recibí un correo electrónico en el que se hablaba de las bondades de un curioso artefacto llamado Crock-Pot. Reconozco que no tenía la menor idea de su existencia y por tanto me decidí a investigar navegando por Internet.
En diferentes blogs aparecía el cacharro y algunas recetas para elaborar, y todos coincidían en que cualquier alimento cocinado en él resultaba algo portentoso.
Se trata sencillamente de una olla eléctrica que calienta a baja temperatura y, por lo tanto, tarda muchísimo en dejar preparadas las recetas. A mí, así a bote pronto, me pareció una soberana estupidez, pero continué con mi estudio.
Lo cierto es que todo el mundo alababa los guisos elaborados en esa olla de cocción lenta y eso picó mi curiosidad, así que empecé a mirar dónde se podía conseguir una y a qué precio. Y en Amazon aparecen un buen número de ellas. Amazon tiene la gran ventaja de que, si el producto no te gusta, puedes devolverlo sin problemas, así que me pareció una buena opción pedirle una a los Reyes Magos. Esto ocurrió el día 3 de enero, y al día siguiente me llegó mi ansiado aparato.
Como quiera que había leído previamente unas cuantas recetas, tenía más o menos claro cómo utilizarla, así que, al día siguiente a las 8.00 de la mañana metí unas coles de Bruselas con una pizca de agua, la conecté a lo que en el propio aparato denomina alta temperatura y la dejé que hiciera su trabajo.
Pasadas cuatro horas revisé a ver cómo andaban mis coles y me dio la
impresión de que el aparatito estaba estropeado porque, ni olía a coles de
Bruselas, ni tenían pinta de haberse cocido. Al abrir la tapa, descubrí que
estaban en su punto y que la falta de olor se debe a que no se movieron un
ápice de cómo las había colocado. Probé una y estaba exquisita. Así fue mi primera
experiencia con mi nueva y flamante Crockpot.
Esta vez lo puse por la noche, antes de acostarme y a temperatura baja, para ver qué pasaba. El resultado lo comprobé por la mañana, pasadas unas ocho horas desde que la enchufé. El guiso estaba sublime. La carne melosa y la salsa extraordinaria. Efectivamente, no tiene nada que ver este mismo guiso elaborado en una olla común y corriente y, ni mucho menos, en la olla exprés.
A esto hay que sumarle unas cuantas ventajas, como por ejemplo que el gasto de luz es mínimo, que puedes poner la comida y marcharte a trabajar porque nunca se pasa lo que metes dentro, que no maltrata los alimentos porque no le aplica el suficiente calor para hacerlo…
Llegó el momento de regresar a Madrid y la dejé en Cullera para que me esperara hasta las vacaciones de Semana Santa y, entonces nos confinaron.
Cualquier lector avispado podría pensar que si el aparato es tan
bueno, podría haber comprado otro en Madrid, pero hay que contar con diversas
opiniones cuando uno no vive solo y la única que fue positiva, fue la mía, así
que he tenido que esperar a regresar a Cullera para volver a disfrutar de sus
guisos.