martes, 18 de agosto de 2020

CÓMO CONSERVAR UN ARROZ CALDOSO

 

Puede parecer una tontería, pero en muchas ocasiones se nos echa a perder una sopita por el mero hecho de no saber cómo conservarla.

 Hace unos días, con motivo de la visita de mi hija y de mi nieta, hice un arroz caldoso con una base de carcasas de pollo de corral, cebolla y laurel. Con estos tres elementos me salió un delicioso caldo.

 En una olla puse unas cucharadas de AOVE y verduras de paella, que son tres: la tabella, que es una alubia fina, la bajoca, o alubia verde plana y el garrofón, cuyo tamaño y textura lo hacen inconfundible. En los meses de estío es fácil encontrarlo en los mercados en crudo, pero yo, habitualmente, compro lo que se llaman verduras para paella y vienen recién recogidas y ultracongeladas. De esta manera me evito tener que cocer cada una en su momento.

 Alguna vez he comprado garrofón en los puestos que las mujeres ponen en las puertas de sus hogares y donde también venden tomates y berenjenas. Todo ello exquisito, pero desvainar los garrofones es una auténtica obra de arte que requiere mucho tiempo por delante. No obstante, como digo, en alguna ocasión lo he hecho así, y para conservarlos, se han de poner por puñados en diferentes bolsitas y congelarlos. Así se pueden utilizar en cualquier momento del año.  

 Después de sofreír las verduras, añadí pimentón dulce de La Vera y tras unas vueltas, tres cucharadas de tomate tamizado. Una vez reducido, eché el caldo de carcasas de pollo junto con los trozos desprendidos. Resulta increíble la cantidad de pollo que se desprende de las carcasas después de cocerlas. Una vez que empezó a cocer, eché el arroz, que, para este menester, cada puñado ha de ser menor que para hacer una paella. Como colofón, unas hebras de azafrán y ya no queda más que esperar a que se haga el arroz.

 El resultado final siempre es el mismo, y es una de las recetas más sencillas y deliciosas que se pueden hacer. Tanto es así que, por lo general, no suele sobrar nada, pero en este caso sobró una ración.

 Si dejamos el arroz en el caldo, a las pocas horas nos encontraremos con que se ha secado, se ha apelmazado y se ha convertido en otro plato que a Dunita le encantaba, pero a mí no.

 La clave para su conservación, que es el título de la entrada, consiste en colar el caldo dejando el arroz por un lado y el caldo por otro, y reservando cada cosa en un recipiente por separado. Así aguanta sin problemas un par de días o tres en la nevera y, si lo congelamos, podemos comerlo cuando se nos antoje. Llegado el momento, lo único que tenemos que hacer es volver a juntar todo en una cazuela y calentarlo.

 


Este es el resultado final

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