Ayer vi una receta de gambas al
ajillo elaboradas por el famoso chef José Andrés (José Ramón Andrés Puerta)
creador y director de la ONG World Central Kitchen, que siempre está donde
surge la necesidad.
En uno de sus videos enseñaba a
hacer su aperitivo favorito y con todo su salero, aparecía con una lata de
mejillones en escabeche y una bolsa de patatas fritas. Abrió la bolsa de
patatas y la lata, vertió los mejillones en las patatas y comenzó a comerlos
con una cara de satisfacción fuera de lo normal.
Con una expectativa similar a la
que me produjo aquel vídeo procedí a ver cómo hacía esas gambas al ajillo y
realmente me sorprendió porque, con los ingredientes habituales más una copa de
vino blanco hizo una receta sublime.
4 ó 5 Gambas
rojas de Denia
1 vasito de
vino blanco
Ajos
Guindilla
AOVE
Lo primero que
hizo fue separar las cabezas de los cuerpos y poner los sesitos en un colador
para evitar que cayeran partes sólidas. Reservó un par de ellas para poder
chuparlas. A continuación, peló el resto de las gambas, las hizo un corte por
el lomo y retiró el intestino.
El paso
siguiente es poner unas láminas de ajos con un par de guindillas en una sartén
con AOVE. Al tratarse de un ajillo, puso bastante cantidad de ajos y los dejó
que se fueran dorando. A continuación, puso las cabezas de las gambas y los
cuerpos cortados en mariposa. Los dejó solamente un par de minutos hasta que
estuvieran transparentes y los retiró a un plato.
Hizo hincapié
en que este proceso se hiciera en una sartén y no en cazuela de barro porque la
idea es que podamos manejar el fuego lento sin el calor residual que deja el
barro y que no se requemen las gambas ni los ajos.
Echó el vino y
dejó que cociera unos minutos antes de retirar la sartén del fuego (Yo no tenía
vino blanco, pero tenía un reserva de la Ribera del Duero excelente y fue lo
que usé).
Ahora, echó un
chorrito de AOVE sobre la salsa de los sesitos y después de removerlo, lo puso
en la sartén haciendo también hincapié en que no interesaba que se calentara
demasiado para evitar que se coagulara.
Y llega el
momento feliz: servir las gambas y cubrirlas con la salsa y los ajitos
cochifritos pero no quemados. Un buen trozo de pan recién horneado y a mojar en
la salsa.
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