sábado, 1 de octubre de 2011

Cosas raras

Una de las características de la cocina de fusión, tan en boga, es combinar los platos o algunos productos de diferentes raíces. En Perú, por ejemplo, se guisa de manera parecida a Japón, y en Puerto Rico se utilizan multitud de productos de origen hindú. Esto produce una mezcla de sabores que, con un poquito de ingenio, nos van a generar un bienestar psicológico incalculable.

Hay sabores que realmente se confunden y, si los encubrimos con un poquito de maña, no sabemos realmente si se tratan de algo dulce o salado. Por ejemplo, la salsa Chutney es bastante picantita, pero sin embargo es dulce, ácida, y sirve para acompañar a las carnes saladas, o a los pescados, por supuesto, salados también. Para saber en qué consiste eso de la salsa chutney bastaría con escribirla en google y saldrían bastantes recetas, pero podemos evitar este paso. Se trata de una salsa de origen hindú, que se utiliza mucho en la cocina sudamericana, en especial puertorriqueña y costarricense. Para hacerla, vamos a picar media cebolla y un par de dientes de ajo, y los ponemos en una sartén con aceite de oliva o mantequilla. Cuando veamos que van cayendo, les añadimos un vasito de vinagre, tres cucharadas de azúcar, una pizca de jengibre rallado, una o dos cayenas y unos cubitos de fruta, para lo cual nos puede valer cualquiera, desde la manzana o la sandía, hasta la calabaza o el tomate. Dejamos que coja la textura de la mermelada y ya está. Una receta realmente curiosa es acompañar esta salsa con un solomillo de ibérico salpimentado, rociado de café de tueste natural molido y asado en la parrilla. El café no se nota en la lengua, pero sí en el paladar, confiriéndole un gusto celestial.

Ahora vamos a imaginar una ensalada en toda regla con su tomatito, su pepino y una pizca de remolacha. Le podemos agregar una vinagreta, una pizca de aceite de oliva virgen y sal, o podemos utilizarla para confeccionar un postre. ¿Qué cómo? Pues muy sencillo: Vamos a agregarle unos trocitos de plátano de Canarias y en lugar de la sal, el aceite o el vinagre, le ponemos leche condensada. Es un postre riquísimo que va a contracorriente, como el salmón, pero os aconsejo que lo probéis. La remolacha ya es dulce de por sí, así que podemos obviarla y dejar el postre solamente con el plátano, el tomate y el pepino.

Si queremos potenciar el gusto del flan y del chocolate, no hay nada mejor que añadirle una cantidad generosa de pimienta negra recién molida. Lo primero ya lo hacían los romanos, lo segundo, no, porque no conocían el chocolate, ya que nos llegó de las Américas unos cuantos añitos después. Unos bombones deliciosos los podemos confeccionar utilizando unas onzas de chocolate negro a las que añadiremos unas gotitas de aceite de oliva, una pizca de sal marina (maldon) y, por supuesto, la pimienta negra recién molida. Los dejamos unos 30 segundos en el microondas y sale una delicia insospechada.

Por no perder el gusto a chocolate, también lo podemos hacer en tempura y fritito. La curiosidad es que la tempura, en lugar de hacerla con agua, la vamos a hacer con Coca-cola muy fría y harina de tempura. Rebozamos el chocolate y lo freímos en aceite muy caliente. Aquí la gracia es combinar diferentes tipos de chocolate: negro, con leche, con avellanas o almendras y blanco, y juntarlos todos en la misma bandeja. Así, cuando lo comamos nos pasará como a Harry Potter con los caramelos que se comen en el tren y, aunque ninguno sabrá a mocos, no dejará de resultar una experiencia divertida y super rica.

solomillo al café con chutney
Este tipo de mezclas raras es una forma como otra cualquiera de enriquecer nuestro recetario y, si sale rico, lo debemos anotar, pero si sale desastroso, también, no vaya a ser que dentro de unos cuantos años, lo volvamos a repetir y a cometer el mismo error. 

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