domingo, 15 de diciembre de 2013

PERAS CON PAN

Hace muchos, muchos años, ya corría por mis venas la sangre de la cocina y de la psicología. De niños, mi hermano y yo solíamos jugar a que teníamos un restaurante en el que servíamos unos platos horrorosos, tales como unos macarrones crudos, a los que aún no he dado salida, y entre los que se encontraban estas peras con pan.

En el chalet de La Florida, además de las tomateras que dieron montones de frascos de mermelada de tomate, había un peral que daba multitud de frutos duros como el cemento y ciertamente bastante acres pero eso no era óbice para que en nuestro restaurante se sirvieran esas peras con pan duro y algo de agua para que fueran algo menos difíciles de digerir, o para ser más precisos, de escupir.

Hace un par de años, dándole vueltas a esas peras, se me ocurrió que podían llegar a estar hasta buenas si se les daba el debido trato culinario y, aquí están.

La base sigue siendo la misma: peras duras, pan duro y agua, pero vamos a añadirles algunos  ingredientes y darles un poco de calor.

2 peras duras
4 rebanadas de pan duro
¼ l de mistela o cualquier vino blanco
70 gr de azúcar
Leche condensada
1 barrita de canela en rama

En primer lugar pelamos las peras, les retiramos el rabo y los pipos y las partimos por la mitad.

Ponemos en un cazo el vino, el azúcar, la ramita de canela y un vaso de agua y lo ponemos a calentar al fuego.

Cuando rompa a hervir echamos las peras y dejamos que se cuezan a fuego lento hasta que queden blandas y absorban el caldo sin dejar que se consuma demasiado. Si así fuera, añadiremos algo más de vino y de agua.

Ponemos en un plato las rodajas de pan duro y las remojamos bien con el caldo de las peras. Encima ponemos media pera y dejamos que se atempere.

Para servir, la recubrimos con leche condensada y decoramos con media guinda y una ramita de menta.

Se puede servir caliente, semifría o fría y el resultado es igual de excelente.


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