sábado, 1 de marzo de 2014

SOPA CASTELLANA

Hoy había antojo de sopita castellana y una orejita de cerdo a la plancha aunque, en realidad, la orejita la compré para otro antojito que llevaré a cabo el domingo, que es el día en el que tradicionalmente, al menos en nuestra casa, se cocina la paella y otros arroces.

Hay situaciones en la cocina que pueden llegar a generar estrés, o al menos nerviosismo y frustración, como intentar hacer legumbres y ver que no están hidratadas. Por eso, cuando compro, suelo poner por lo menos medio paquete a remojo y, al día siguiente, no cuesta nada retirar el agua con un colador y meterlas en un par de recipientes o hacer algunos paquetitos de papel film y poder así disponer de ellas cuando las necesitemos ya rehidratadas. Esto lo he hecho para poder disponer de garbanzos para el arroz al horno que va a caer el domingo.

Pero hoy la cosa es mucho más mundana. Los paquetes que venden de morcillas, oreja, tocino, salchichas… salvo que sean para un fin específico, suelen ser excesivos. Por eso hoy hemos salvado una punta de jamón, algo de tocinillo y un puñadito de oreja, con lo cual vamos a comer mi hijo y yo. A la niña le voy a hacer unas morcillas con huevos fritos y patatas, que la vuelven loca y mi mujer, que vendrá tarde de trabajar y le gusta todo ligero, seguro que se empuja las alcachofitas que sobraron de ayer.

La sopa castellana es tremendamente fácil de hacer y una delicia para estos días fríos en los que apetece algo caliente. Hace unos meses hicimos una deconstrucción muy vistosa que, como entrante, va de lujo, pero esta sopa es contundente y puede hacer las veces de un menú completo.

4 dientes de ajo
6 rebanadas de pan duro.
½ litro de caldo
1 taquito de jamón
30 gramos de oreja de cerdo
2 huevos
Pimentón de La Vera picante
Sal
Aceite de oliva virgen extra

En primer lugar pelamos los ajos y los cortamos en lonchas no demasiado finas. A continuación los ponemos en la cazuela con un chorrito de aceite de oliva y una pizca de sal, y dejamos que se doren.

Cortamos el taquito de jamón en cuadraditos pequeños y, aunque estaba previsto en origen añadir unas tiras de beicon, lo hemos sustituido por la orejita, que hemos partido en trocitos menudos y lo hemos incorporado todo a la cazuela.

Cuando empiece a estar frito deberíamos añadir el pan, y remover bien para que todo se entremezcle, pero hoy, habida cuenta de que cada uno va a comer a una hora diferente, hemos preferido dejar el pan en los cuencos y así no se echa a perder. Retiramos del fuego y ponemos el pimentón removiendo de nuevo para que también se incorpore.

Volvemos a ponerlo sobre el fuego y añadimos el caldo que puede ser de jamón, de pollo, o sencillamente agua. En nuestro caso, hemos hecho un caldito de hueso y oreja para el arroz al horno del domingo, que rebajaremos con un poco de agua.


Separamos las claras de las yemas, que reservaremos, y las incorporamos removiendo para que se cuajen bien. Por último, una vez que lo sirvamos en cuencos de barro, añadimos las yemas y removemos para que se incorpore a la sopa.



No hay comentarios:

Publicar un comentario