Como todo lo que
empieza, las vacaciones también tuvieron su fin y con el fin, la recogida de
trastos y la limpieza de la casa.
La nevera estaba
ya bastante desierta, por no decir casi completamente vacía. Como decía una
amiga, parecía un supermercado soviético. Pero aún quedaban algunos productos
que, bien combinados, podrían darnos alguna alegría.
Había unas alitas
de pollo que sobraron de la paella de ayer, un poco de tomate tamizado, unos
taquitos de jamón y una cebolla.
En primer lugar,
lo que hice fue meter las alitas en una cazuela con agua y las puse a fuego
fuerte hasta que entró en ebullición. Pasados unos minutos, bajé el fuego a
menos de la mitad de potencia y las dejé un buen rato.
Una hora después,
me dispuse a picar la cebolla en juliana fina y ponerla en un cazo con un
chorrito de aceite y una pizca de sal. Y un poco después, los taquitos de
jamón. Mientras se hacía, desmenucé las alitas y las dejé en un plato.
Cuando la cebolla
empezó a estar transparente, la separé del fuego y le incorporé pimentón de La
Vera dulce con una pizca de picante y el tomate. Después de remover unas
cuantas veces, le incorporé el caldo que habían dejado las alitas y tan pronto
como entró en ebullición las propias alitas en sí.
Para rematar la
faena, nada mejor que un puñadito de fideos gruesos, tipo perla, que esos
siempre se quedan en la despensa.
El tiempo de
cocción era de 9 minutos, pero los apague uno antes porque ya parecían en su
punto.
Parece cosa de poco, pero es un plato bastante contundente y completito
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