Empieza la temporadita
horrible en los colegios, al menos para los docentes y psicólogos, que como yo, desarrollan su tarea profesional en este medio. Puertas abiertas, cursos… y las temidas evaluaciones.
Ahora, el tiempo es un bien inapreciable. Pero tampoco es momento de tirar
comida, bueno ni comida ni salsas, o sea, nada. Por eso, se me ha ocurrido que ahora, que ando un poco más ocioso, podía aprovechar el escabeche de los
mejillones que hice el otro día y hacer un plato delicioso con unas alitas que
me he encontrado fritas en una sartén porque, tampoco es cosa de estresarse ni
de malcomer. La salsa de escabeche es la que aparece en una de las anteriores entradas.
He empezado por pelar
unas patatas y escacharlas para aprovechar el almidón. Las he frito en el
aceite que había en la sartén de las alitas y les he añadido el escabeche. Al
ver que estaban doraditas, les he añadido un par de cucharadas de tomate
tamizado que había en la nevera, y un chorrito de vino blanco, y he dejado que
se fuera haciendo.
Cuando he visto que el
vino se había evaporado y que el tomate andaba más o menos hecho, he añadido un
par de vasos de agua. Seguramente, con caldito habrían podido ganar, pero no
creo que mucho, porque la salsa de escabeche es espectacular, con su cebollita,
sus ajitos, su pimentón, y su aroma a laurel y, por supuesto, a mejillones.
Para seguir aprovechando
cosas que había en la nevera, he puesto en una sartén aparte un puñadito de
tacos de jamón y otro de tiras de bacón (sigo pensando que la RAE habría
acertado llamándolo beicon, pero bueno), y he dejado que se frieran en su
propia grasa.
Conforme ha empezado a
hervir, he esperado más o menos unos cinco minutos y he añadido el contenido de
la sartén y las alitas para que también aportaran su aroma y sabor y he dejado
chopchopear durante veinte minutos.
He probado para saber
cómo andaban de sal, pimienta… en fin, de sabor, y me ha parecido que estaban
francamente ricas.
Mañana, andaré más pillado
de tiempo, pero ya tengo el menú preparado, ahora, eso sí, con una cuchara y
bien de pan.
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