Imagino que el título de
esta receta resultará un poco llamativo, pero es que, en realidad, no sé cómo
llamarla.
Como cada año por estas
fechas, me encuentro yo solo en el apartamento de la playa y nadie se hace una
idea de lo difícil que es comprar para cocinar para uno solo. Las bandejas del
supermercado contienen dos muslos y contramuslos, ocho alitas completas, un
montón de pechugas y esto mismo ocurre con casi todos los artículos. Y digo
casi todos porque los muslitos de pato confitados vienen de uno en uno, lo cual
facilita enormemente la labor.
En el caso que nos ocupa,
se me antojó un revuelto de gulas con chistorra. Por fortuna, las gulas vienen
en paquetes individuales, aunque, eso sí, vienen dos unidos y dentro hay una
cantidad enorme de gulitas y la chistorra medía un metro de larga una vez que
la desdoblas. La perspectiva era ponerme cómo el Kiko de chistorra, aunque se
conserva muy bien en la nevera.
Como era de esperar, la
cantidad de chistorra utilizada para este fin no llegaba a los 20 centímetros,
por lo que aún me sobraban 80. Así la metí en la nevera. Otro día decidí comer
unos huevos fritos con patatas y, naturalmente, chistorra. Pero seguía
cundiendo, así que en otra ocasión me hice unos trocitos de chistorra a la
plancha con una chuleta.
Parece que al fin el
tamaño iba menguando, pero aún sobraba, así que, ayer me dio la vena creativa y
pensé en hacer algo rico y nuevo, naturalmente elaborado con chistorra.
Lo primero que hice fue
elaborar una masa de pestiños, aunque sin freír el aceite con limón ni canela,
es decir:
2 cucharadas grandes de
harina
1 chorrito de aceite de
oliva virgen extra
1 huevo entero
Sal
Con estos ingredientes
elaboré una masa consistente que tiene la enorme ventaja de no pegarse ni en
los dedos ni en el mármol. La dejé en la nevera tapada con una servilleta de
papel y la saqué un par de horas después. Ahora ya no solamente no se pegaba,
sino que podía darle la forma deseada, que no era otra que estirarla con la
mano para conseguir unas tiras en las que poder introducir la chistorra y
cerrarlos de manera que quedara bien escondida en el interior.
Puse los paquetitos en
una fuente de horno embadurnada de aceite y harina para evitar que, por el
efecto del calor, se quedaran pegados y mandar al traste mis deliciosos
pestiños.
Antes de meterlos en el
horno, lo dejé que precalentara a 180º y los pinté con una yema de huevo. Diez
minutos después ya estaban cocinados y antes de dejarlos enfriar, los cubrí con
una capa de miel.
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