Andaba
con ganilla de comerme una paletilla de cabrito asada y decidí compartir mi
prurito con mi hija, así que mediante el WhatsApp mantuvimos la siguiente
conversación:
-Se
me ha antojado una paletilla de cabrito para el domingo. ¿Os apuntáis? ¿Compro
una paletilla o tres?
-Vale,
¡qué rica la “paellita” de cabrito”.
No
sé muy bien por qué razón leyó paellita en vez de paletilla y me puso, sin
quererlo, en un gran problema, porque… ¿Cómo demonios se hace una paellita de
cabrito? Así que me puse a darle vueltas al magín para intentar hacer algo, no
solo comestible, sino que además estuviera rico. Al final pensé que, si en vez
de paletilla utilizaba pierna, con una o dos tendríamos suficiente para los cuatro
así que me acerqué a la carnicería y pedí una bien cortadita. Al ver la
cantidad de trozos que tenía aprovechables me pareció que con una nos valía.
Ahora solo quedaba pensar en el resto de los ingredientes.
1
pierna de cabrito (también puede ser de cordero) lechal
300
gr de arroz bomba
1
zanahoria
1
puerro
3
dientes de ajo
1
hoja de laurel
1
bote de setas silvestres
1
pimiento verde
½
bote de tomate tamizado
100
gr de judías verdes
50
gr de garrofón (o judías gordas como las de La Granja)
50
gr de tabella o judías blancas menudas
Una
ramita de romero
Aceite
de oliva virgen extra
Pimentón
de La Vera dulce
Azafrán
Sal
Lo
primero que hay que hacer es poner las judías a mojo el día anterior. También
podemos elaborar un buen caldo con la zanahoria, el puerro, los ajos, la hoja
de laurel y, naturalmente, los huesos de la pierna. En el caldo no puse sal
porque me interesaba que quedara soso para no interferir con los sabores
posteriores.
El
resto de la receta no dista mucho de la de la paella tradicional, solo hay que
tener en cuenta los tiempos de cocción.
Al
utilizar judías secas rehidratadas, pensé que no iría mal que cocieran aparte
durante al menos una hora. Al final han estado casi dos, hasta que estaban
blanditas. En la misma agua se pone el romero bien picadito para preparar una
infusión.
Ponemos
un chorrito de aceite en el centro de la paella y cuando empiece a humear
echamos la carne con un puñadito de sal y dejamos que se dore bien. Una vez que
esté bien dorado, añadimos las judías verdes y el pimiento cortado en tiras
finas y cortas con otro pellizco de sal y pasados un par de minutos añadimos el
pimentón, removemos y casi de manera inmediata el tomate con otro pellizco de
sal.
Una
vez que el tomate haya eliminado el agua, ponemos el caldo. Hay que ser
generosos con el caldo porque el cabrito o el cordero tardan más en quedar
tiernos que el pollo y el conejo de la paella tradicional. Lavamos bien las
setas y las añadimos al caldo, y, por último, añadimos también las judías con
su propio caldo y el azafrán.
Una
vez que veamos que está todo tierno, lo podemos dejar hasta la hora de comer
porque ya solo queda calentarlo, añadir el arroz y esperar a que se haga, que
serán en total unos 18 a 20 minutos.
Al sacar el caldo, descubrí que los huesos estaban recubiertos de unos trozos de carne sumamente melosos y decidí añadirlos al final de la cocción del arroz y ha sido un acierto.
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