Reconozco como psicólogo, que es una conducta rechazable, pero cuando
voy al mercado, no puedo evitar echar una ojeada a las carnes y a los pescados
y, lo malo, o lo bueno según cómo se mire, es que casi siempre me enamoro de
algún producto. La última vez que estuve, sin ir más lejos, había en la
pescadería unos bogavantes de buen porte que daban saltos. El pescadero, que ya
me conoce de sobra, me aconsejó que me llevara uno ya que estaban a muy buen
precio. Y a fe que sí, cada uno de esos ejemplares estaban a 8 euros. El
resultado, como era de imaginar, fue que, al llegar a casa, aparte de mis
cervezas y un paquetito de pienso para Puppy, mi nuevo compañero, me encontré
con ese otro animalito.
A mí, lo de matar bichos se me da bastante mal y es que, si lo metes
en el agua hirviendo, hay veces que hasta lloran y lo de partirlo por la mitad
en vivo, tampoco me seduce. La solución la encontré hace ya tiempo y consiste
en meterlo en el congelador. Así mato dos pájaros de un tiro, y nunca mejor
dicho, por una parte, evito ver sufrir al animal y por otro, lo dejo unos días,
con lo que elimino el problema de los anisakis. Pasada su cuarentena en el fresquito,
ayer lo saqué para hacerme un salpicón, que viene muy bien para el calor.
Tenía una idea programada para su elaboración, pero aún así, siempre
me gusta enredar por Internet para ver cómo lo lidian otros cocineros y,
encontré una forma de elaborar la vinagreta que se me antojó muy rica.
La base del salpicón suele ser pimiento verde y rojo, cebolla, y algún
que otro vegetal como el tomate y habitualmente, le añado un huevo cocido.
1 bogavante
¼ de pimiento rojo
¼ de pimiento amarillo
¼ de cebolla roja
1 guindilla encurtida
1 huevo
½ limón
1 cucharada de mostaza
AOVE
Sal y pimienta
Lo primero que tenemos que hacer, una vez que el bogavante esté
descongelado, es cocerlo. El punto de cocción es muy variable, pero para mí es
muy importante con todos los crustáceos que no se recueza demasiado y, lo
normal es ver tiempos excesivos para mi gusto. El de ayer estuvo ocho minutos. Una
vez que lo tengamos cocido, lo dejamos refrigerar durante unas horas y ya
podemos pelarlo.
Pelar un bogavante es muy simple. Lo primero que haremos será separar
la cabeza de la cola despegamos la corteza de la cabeza con mucho cuidado y
sobre un recipiente en el que podamos recuperar todos los jugos que desprenda.
Sacamos los corales y reservamos esto para elaborar la vinagreta conforme vi en
el blog. El resto de la carne la sacamos también y la juntamos con el resto.
Las pinzas se abren fácilmente golpeándolas con el canto del cuchillo cebollero
y la cola la cogemos entre las manos y apretamos hasta que se quiebre. Ahora ya
tenemos todo preparado.
Los pimientos, los picamos en cubitos pequeños y los ponemos de base,
así como la cebolla que habremos cortado en juliana muy fina. Cortamos también en
rodajas muy finas la piparra y la clara del huevo cocido.
Con el huevo me pasa igual que con los moluscos, tampoco me gusta que
quede cocido en exceso y en el caso que nos ocupa, si conseguimos que la yema
quede un poco cremosa, mejor.
Vamos con la vinagreta. Ponemos en un mortero los corales y jugos de
la cabeza y lo machacamos junto con la yema del huevo de manera que nos quede
una pasta espesa. Añadimos la mostaza y seguimos ligando todo.
Echamos el contenido del mortero en un frasco con tapa, lo
salpimentamos, le añadimos el zumo de medio limón y un buen chorro de AOVE,
cerramos la tapa y lo agitamos hasta conseguir que quede ligada.
Para la presentación, colocamos de base los pimientos junto con la
clara picada, la piparra y la cebolla. Colocamos encima la carne del bogavante
cortada en láminas y cubrimos con la vinagreta. Yo, como el producto era para
mí solo, lo puse todo mezclado en un bol.