En diversas ocasiones
hemos comentado lo dañina que puede resultar la envidia, salvo que sea sana. Y
es que esa envidia sana es la que genera la motivación, la creatividad y, si se
es un poco pragmático, el bienestar de haber conseguido un objetivo.
Anteayer, viendo un
programa en la televisión, hicieron un pincho de chorizo a la sidra y me
entraron unas ganas terribles de hacerme uno igual. Fue como un antojo de embarazo,
pero cuando miré en la nevera, no había ningún chorizo. Sidra sí, pero… ¿de qué
me servía sin el ingrediente principal?
Comprar choricitos
picantitos un domingo por la noche requiere coger el coche o el scooter y
desplazarse hasta un centro comercial atestado de gente y, lo cierto, es que no
me apetecía en absoluto, pero esos choricitos deambulaban por mi mente sin
parar y cada vez se hacían más apetitosos.
Busqué y rebusqué por si
acaso había alguna pieza de chorizo en la nevera, pero no, no había ninguno.
Sin embargo, había unos filetitos de lomo de ibérico y un trozo terciado de
panceta del mismo animal… mi mente empezó a ser creativa.
Saqué la carne y la
panceta y las corté finamente hasta conseguir una masa cuyo aspecto resultaba
más que apetecible. Las puse en un bol y añadí un platito de mezcla de pimentón
de La Vera dulce y picante, un poquito de ajo en polvo, sal, una yema de huevo,
un puñadito de queso rallado y un chorrito de sidra. Amasé bien con las manos,
lo estiré y lo introduje en una camiseta de papel film, atada con un nudo.
Luego puse otra capa de papel film, y esta vez lo até con hilo de bramante.
Mientras trabajaba mi
chorizo, puse una cazuela con agua a cocer y, una vez que comenzó la
ebullición, incorporé mi creación. Diez minutos después, apagué el fuego y dejé
que se atemperara un poco antes de cortar el papel film y encontrarme un magnífico choricito a la sidra, jugoso y enriquecido con el quesito.
No quiero resultar ufano,
pero creo que jamás he probado un chorizo a la sidra tan rico y sencillo de
elaborar como el que me cené.
Se puede hacer una
reducción de sidra para elaborar una salsa de acompañamiento, pero en mi caso, y dado que todo el jugo se había concentrado en la camiseta de papel film, solamente utilicé unas patatas chips que también había en la despensa y… por
supuesto, un buen trozo de pan.
Este es el magnífico aspecto que presentaba mi choricito antes de incorporarle la salsa
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