martes, 8 de diciembre de 2015

BACALAO EN SALSA SUBLIME

Hoy, día de la Inmaculada, se me ha antojado un bacalao al pil-pil. No estaba ni mucho menos pensado, pero al sacar a Dunita a pasear, me he encontrado con José, el propietario y chef del restaurante Tras Os Montes, que también se encontraba paseando a Pipo, su perro. Y charlando con él es cuando se me ha venido a la cabeza la idea. Tenía en el congelador unas piezas de lomo al punto de sal y las he sacado por la mañana, en cuanto he vuelto del paseo, para que estuvieran preparadas a mediodía, pero al sacarlo del envase, he visto que venía una receta en el envés y se me ha antojado que, un poquito mejorada, podría resultar algo rico. En realidad, se trataba de algo parecido al bacalao a la catalana que preparaba, “flatus vocis” mi madre. Hablaba de un sofrito de cebolla, pimiento verde y tomate. Lo cierto es que el pil-pil está lejos de las recetas que prepara José y por eso se me había antojado, pero…

La verdad es que los humanos solemos ser bastante reiterativos y, cuando una receta nos gusta, la repetimos hasta la saciedad sin tener en cuenta que hay multitud de alternativas. Eso mismo nos ocurre en el trabajo cotidiano. Hacemos siempre lo mismo por aquello de que parece que queda bien, sin barajar otras alternativas que, seguramente, pueden resultar mejores, pero sencillamente, no nos molestamos en probar.

Para la elaboración de esta receta he seguido más o menos lo que decía en la etiqueta, pero siempre hay cosas que se pueden mejorar.

3 lomos de bacalao (que son los que vienen en el pack)
1 pimiento rojo (en la etiqueta hablaba de verde, pero yo lo tenía rojo)
1 cebolla
2 tomates
2 dientes de ajo
1 vaso de cerveza (en la receta era vino blanco, pero tampoco había)
1 cayena
Aceite de oliva virgen extra

Lo primero que he hecho, conforme a la receta original, ha sido picar la cebolla y el pimiento, laminar los dientes de ajo y poner agua a hervir para escaldar los tomates.

He puesto aceite en una sartén y he echado la cebolla, el pimiento y el ajo con una pizca de sal para que se fueran pochando a fuego muy lento. He puesto los tomates en el agua cociendo durante diez segundos, los he sacado y los he puesto bajo el chorro de agua fría. Luego los he pelado y cortado en cubitos, y los he incorporado al sofrito anterior. A partir de aquí, todo lo que va a ocurrir no estaba escrito en la receta de la etiqueta.

Cuando he visto que estaba todo bien blandito, he añadido un vaso de cerveza, he subido el fuego y he dejado que redujera durante unos minutos. Luego, he vuelto a bajar el fuego, he añadido la cayena machacada y he tapado la sartén para que siguiera chopchopeando durante un ratito más.

Cuando el aroma resultaba sublime, he apagado el fuego y lo he dejado atemperar. He puesto el sofrito en el vaso batidor y lo he pasado por la “Minipimer” hasta hacer una especie de puré-salsa, que he vuelto a poner en la sartén.

Unos minutos antes de comer, he puesto el fuego a intensidad media y, conforme ha comenzado a chopchopear, he colocado los lomos boca abajo, es decir, con la piel por encima, conforme rezaba en la etiqueta, pero no los he dado la vuelta, sino que he puesto la tapa y he dejado que se hicieran durante unos cinco minutos.


El resultado ha merecido la pena porque, no solamente estaba exquisito, sino que con el resto de la salsa sobrante, me voy a preparar unos espaguetis para uno de estos días que, seguro, andaré más pillado de tiempo.


He decorado con unos frutos silvestres y he acompañado de pan recién horneado.



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