lunes, 7 de noviembre de 2016

CREMA CATALANA

Por lo general, suelo revisar todas las entradas anteriores para no repetir ninguna receta, pero algún lector se ha percatado de que la última que publiqué, la de las codornices estofadas con chocolate, es exactamente igual que la de los pichones con chocolate, cuya única diferencia radica en el ingrediente principal: el 24 de febrero utilicé unos pichones y el otro día fueron codornices. Por lo demás, la elaboración es la misma, por lo que ruego disculpas.

Uno de mis postres favoritos es la crema catalana, y ahora que disfruto de bastante más tiempo y, entre dolores y penas, se me ha ocurrido elaborarla, aunque solo sea por aquello de aminorar las penas.

Para su elaboración, vamos a utilizar huevos enriquecidos con omega-3, que se pueden encontrar sin dificultad en los supermercados y van a resultar mucho más nutritivos y favorecedores en sentido nutricional. Para el remate, vamos a echar mano del soplete de cocina.

La elaboración de la crema catalana resulta especialmente relajante porque vamos a utilizar aromatizantes que contribuyen a ello, como la piel de naranja, la de limón y la canela.

Asimismo, el obtener el punto idóneo de la crema nos va a conducir a esa satisfacción interna que pocas cosas son capaces de conseguir y, si encima sale rica, que siempre lo hace, el placer es aún mayor.

1 LITRO DE LECHE.
4 YEMAS DE HUEVO
2 CUCHARADAS DE HARINA DE MAÍZ (MAIZENA).
1 RAMITA DE CANELA
CORTEZA DE LIMÓN.
200 GRS DE AZÚCAR
CÚRCUMA.

Ponemos la leche a hervir junto con la ramita de canela y la corteza de limón. Mientras tanto, batiremos las yemas con el azúcar y la maizena hasta que quede todo bien incorporado.

Bajamos un poco el fuego para que no rompa a hervir, y así conseguimos que la canela y las cortezas dejen mucho más aromatizada la leche. La retiramos del fuego y esperamos a que se temple, para evitar que se cuajen las yemas al mezclar, y la echamos despacio, y batiendo al mismo tiempo hasta que quede todo bien mezclado. Cuando veamos que ha quedado todo incorporado, añadimos una cucharadita de cúrcuma, que le va a dar un tono más amarillento y un gusto especial.

Volvemos a echar esta mezcla en el cazo y la calentamos a fuego lento sin parar de remover hasta que espese, y a continuación la repartimos en cuatro cazuelitas de barro y las dejamos que se enfríen en la nevera.


En el momento de servir, espolvoreamos un poco de azúcar y la quemamos con el soplete.


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