domingo, 29 de octubre de 2017

ALIÑO DE OLIVAS


En el jardín del colegio hay dos olivos que, por estas fechas, están atestados de aceitunas. Hay muchas verdes, otras pardas, otras entreveradas y también las hay negras.

Todos los años, cuando las veo me entran ganas de coger unas poquitas para aliñarlas, pero nunca antes lo había hecho porque, según me informaron, eran tóxicas si no las lavabas con sosa caustica y, la verdad, no me seducía nada el plan. Enredando por Internet, vi que el método tradicional de aliñarlas no utilizaba para nada productos tóxicos ni abrasivos, sino más bien todo lo contrario, la gracia está en echarlas en agua y cambiarla todos los días durante una buena temporada, para luego, al fin, cuando ya están algo más blanditas y sin el regusto amargo, aliñarlas con… bueno, realmente con lo que uno quiera.

Este año he cogido una buena bolsa para investigar si yo mismo era capaz de prepararlas conforme al método tradicional. Lo llamo el método tradicional porque es el que utilizan en los pueblos de Granada y de Castilla y, por ende, supongo que en todas partes. Hay una diferencia en cuanto a la preparación, porque en algunos sitios las machacan, en otros además de machacarlas las deshuesan, en otros le hacen dos cortes longitudinales y los menos impacientes las hacen enteras. Lo de ponerlas enteras tiene su ventaja y su inconveniente porque hay que reconocer que es un auténtico tostón ir haciendo los dos cortecitos en todas y cada una de las olivas, pero tardan menos en perder el amargor. Lo del meneo y partirlas tampoco me sedujo demasiado porque quedan deformes las pobres aceitunas, así que me decanté por los cortes.

Una vez cortadas todas las olivas, las puse en agua y las más, ahí siguen. Digo las más porque al ser de diferentes colores, las negras tardan mucho menos en hacerse hasta el punto de que en menos de dos semanas estaban ya listas para el aliño, mientras que las verdes aún están duras y amargas. El secreto radica en cambiar el agua a diario y dejarlas, haciendo un ejercicio de paciencia, todo el tiempo que necesiten.

Como saqué una buena porción de olivas negras para aliñarlas, cogí otra bolsa de negras con la idea de que cuando salga esta segunda hornada de negras, las verdes ya estén también listas, pero eso es aún una incógnita.




Se supone que una vez aliñadas, deben permanecer en el aliño durante otra buena temporada, pero aquí no parece que se respeten los tiempos, porque estaba el frasco lleno y ya queda menos de la mitad.

Vamos con el aliño: Hay quien les mete de todo como naranja, limón, hierbabuena, tomillo, romero, y así hasta donde uno quiera imaginarse, pero a mí me pareció que las propias aceitunas tienen ya per se un gusto demasiado rico como para taparlo con demasiados ingredientes, así que, en mi caso, las he puesto solamente con ajos en camisa, naturalmente machacados, romero, una hoja de laurel y una pizca de orégano.




Y sí, a la vista está que están bastante ricas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario