Ya
se acabó el Carnaval y, con El Entierro de la Sardina, llegó el Miércoles de
Ceniza y la Cuaresma. Ahora toca aquello del ayuno y la abstinencia. Yo no soy
ni de una cosa ni de la otra, ni tampoco de Carnaval, pero he de reconocer que doña
Cuaresma viene acompañada de algunos platos que me pirran, como por ejemplo las
torrijas y este potaje de vigilia que yo preparo un poco a mi manera y en
cualquier época del año. Para elaborarlo vamos a necesitar:
300 gr de garbanzos secos
1 lomo de bacalao fresco
250 gr de espinacas frescas
1 cebolla
2 cucharadas de tomate
tamizado
3 dientes de ajo
1 huevo
1 rebanada de pan
Unas hebras de azafrán
1 hoja de laurel
La parte verde de un
puerro
Pimentón de La Vera
agridulce (mejor un poquito de picante y el resto de dulce ahumado)
Vinagre de vino
Aceite de oliva virgen
extra (ahora se dice AOVE)
Sal
Yo tengo por costumbre
comprar un saquito de garbanzos de buena calidad y ponerlos a mojo durante una
noche entera. Aparto los que voy a utilizar y el resto los pongo en bolsas y
los meto en el congelador. En el caso que nos ocupa, no quedaba ninguno en el
congelador, así que puse todo el saco a mojo.
Ponemos un cazo con agua
a calentar con un puñadito de sal y un chorrito de vinagre y cuando empiece a
hervir, ponemos con mucho cuidado el huevo y dejamos que cueza durante 10
minutos justos.
El bacalao es fresco, así
que nos hemos ahorrado el tiempo de desalado, por lo que vamos a proceder por
el principio de la elaboración, que es poner agua a hervir junto con la hoja de
laurel, la parte verde del puerro y los ajos enteros. Cuando comienza a hervir,
echamos los garbanzos y dejamos que se vayan haciendo a fuego bajo durante un
par de horas, hasta que veamos que están blanditos. Entonces, colamos el caldo
y nos quedamos únicamente con los garbanzos por un lado y los ajos por otro,
que reservaremos. El puerro y el laurel los podemos retirar.
Ponemos en una olla un
par de cucharadas de aceite y le echamos la cebolla bien picadita. Cuando
veamos que esté blandita, le añadimos el pimentón y en seguida el tomate y
dejamos que pierda el agua y que se haga. Ahora le añadimos el caldo y los
garbanzos y dejamos a fuego muy suave solamente el tiempo que tardemos en hacer
el majado.
Ponemos en una sartén con
unas gotas de aceite el pan y dejamos tostar mientras tanto, vaciamos en el
mortero la carne de los ajos con una pizca de sal, y las hebras de azafrán y
machacamos añadiendo el pan tostado hasta hacer una pasta que añadiremos a la
olla.
Cortamos el bacalao en
cubitos medianos y los añadimos también y, por último, las espinacas. Ni medio
minuto después apagamos el fuego y removemos con cuidado.
Servimos el potaje con un
cuarto de huevo cocido, que si se han seguido las instrucciones, habrá quedado
jugosito y perfecto. Esta es la típica receta que está deliciosa recién hecha, pero que, de un día para otro, está mejor aún.
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