El año pasado, allá por el mes de marzo, expliqué el uso que había que
darle a la corteza de la torta de El Casar una vez consumida. Desde entonces
han caído unas cuantas y todas ellas han acabo de la misma manera. Sin embargo,
el relleno de la torta es muy versátil y puede utilizarse para otros fines no
menos deliciosos.
Ayer terminé una de esas tortas y decidí rellenarla, como siempre
hago. Para ello, compré una bandeja de carne picada, mitad vacuno y mitad
cerdo, es decir que con 2 euros tenía 400 gr. de carne picada, lo que es una
cantidad más que respetable. También compré, por otro par de euros, un rollo de
masa de hojaldre y me fui para casa. Al llegar, piqué una cebolla, medio
puerro, aprovechando la parte verde, y lo puse a cocinar en una sartén con
aceite y con el fuego muy suave. Cuando estaba todo blandito, añadí un poco de
pimentón de La Vera picante. Tenía salsa de tomate casera y tres pimientos del
piquillo que me habían sobrado de una elaboración anterior, y lo añadí a lo
anterior.
Freí la carne en otra sartén utilizando unas lonchas de tocino de
jamón de bellota en vez de aceite, también a fuego muy suave para que soltara
la grasa. Añadí tres lonchas de beicon cortadas en tiritas y cuando estaba bien
frito, lo añadí a la otra sartén en donde se había pochado la verdura. El
resultado fue una farsa magnífica, y de la que había conseguido una cantidad
importante, así que la puse sobre un colador para que soltara toda el agua y
quedara seca. Ahí ha permanecido toda la noche en la nevera. Esta mañana tenía
la farsa seca y un bol de caldo exquisito que, de momento, he reservado.
He sacado la corteza de la torta de El Casar y la he dejado que se
atemperara para poder cubrir bien todo el fondo con el resto del queso de los
laterales y la he rellenado con la farsa. Después la he cubierto con pan rallado
y la he metido en la nevera.
El paso siguiente ha sido encender el horno y precalentarlo a 200
grados. Mientras tanto, he sacado la masa de hojaldre y la he metido en una
sartén recubierta del papel de hornear en la que viene envasada. Así puedo
tener un molde donde rellenarla. La he rellenado, he cerrado con el sobrante de
masa de los laterales, la he sacado de la sartén y la he puesto sobre una
bandeja de horno siempre encima del papel. A continuación, la he pintado con un
huevo batido, la he decorado con un puñadito de sésamo y he dejado la empanada
en el horno durante 20 minutos, hasta que estaba doradita. Ha sobrado bastante huevo
batido, así que lo he reservado.
Como había pensado, quedaban unas cuantas cucharadas de farsa y las he
utilizado para hacer unos canelones, así que vamos a por la tercera elaboración.
Mientras se cocía la pasta, he hecho una besamel con mantequilla,
aceite, harina y leche, añadiendo una pizca de sal y otra de nuez moscada.
Cuando la he sacado del fuego, he añadido el resto del huevo batido que me ha
sobrado de pintar la empanada y la he reservado.
Ahora solo quedaba rellenar los canelones, ponerlos en una cazuelita
de barro, cubrirlos con la besamel y un poco de queso Parmesano rallado y una
pizca de orégano.
La empanada va ser mi comida de hoy, la torta de El Casar será mi
comida de mañana, que tengo tiempo de sobra para poder hornearla, y los
canelones, van a esperar al lunes en la nevera.
Con el caldo que me ha salido después de colar la salsa, más el agua
de los pimientos del piquillo, voy a elaborar una salsa para acompañar la
torta, pero eso ya será mañana.