Si las mollejas de cordero que hicimos el otro día eran algo
espectacular, las manos de cerdo no lo son menos… son una delicatessen y, por
si fuera poco, vamos a elaborar tres recetas diferentes con nuestra salsa
vizcaína.
Las manitas de cerdo ya las venden limpias y “depiladas” de manera que
no hay que pasarlas por el fuego ni aplicarlas el soplete (si las que compráis
vienen con pelos, hay que hacerlo). Lo que sí conviene es escaldarlas durante
un minuto en agua cociendo para eliminar todas las posibles impurezas y luego
echarlas en agua con hielo para parar la cocción.
Ahora ponemos agua a cocer en una olla (si es exprés, mejor) con una
pizca de sal, el verde de un puerro, una cebolla pelada entera, unos dientes de
ajo enteros y una hoja de laurel. Cuando veamos que empieza a cocer, añadimos
las manitas, cerramos la olla y la dejamos a fuego bajo durante una hora u hora
y media. La carne se debe desprender del hueso sin ofrecer ninguna resistencia.
Cuando las tengamos bien hechas, las sacamos y las reservamos para deshuesarlas
cuando se atemperen. Y vamos con la salsa:
Carne de 5 pimientos choriceros
3 cebollas rojas (yo puse dos dulces normales)
2 dientes de ajo
1 cucharadita de pimentón de La Vera dulce y picante.
2 cucharadas de tomate tamizado
1 vasito de vino blanco
Caldo de cocer las manitas
AOVE suave
Picamos la cebolla y la picamos en juliana. Picamos los ajos y lo
ponemos en una sartén con un par de cucharadas de aceite de oliva a fuego muy
suave. Cuando veamos que están caramelizados y muy reducidos, añadimos el
pimentón, damos un par de vueltas y, en seguida, el tomate y la carne del
pimiento, y dejamos que se haga. Para los puristas, diré que sé perfectamente
que la salsa vizcaína no lleva tomate, pero eso es ahora, porque en sus
orígenes, sí lo llevaba. Tampoco lleva pimentón, pero le aporta un aroma y un
sabor especial, así que yo… se lo he puesto. La receta clásica de esta salsa,
habla de un espesante, que suele ser pan o harina, pero nosotros disponemos de
un caldo exquisito que va a espesar en cuanto lo reduzcamos un poco y le va a
aportar una suavidad delicadísima.
Cuando tengamos la salsa, la pasamos por la batidora para que quede
muy fina y suave y procedemos a la boda con las manitas de cerdo, que habremos
desprendido por completo de los huesos para quedarnos solamente con la carne. Removemos
bien y dejamos a fuego suave durante unos minutos para que todo se impregne
bien.
Yo las he acompañado de unas patatas fritas y le he añadido un poco de
cayena picada, porque me encanta el picante, pero eso solo iba en mi plato.
Con la salsa que ha sobrado y añadiendo un poco más de caldo, he
elaborado unas albóndigas para el martes, que siempre ando con falta de tiempo
y, como siempre, reservaré un par de ellas para poder añadir un poco de beicon
frito y echarla a unos espaguetis o tallarines, pero eso ya vendrá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario