Hoy me apetecía darme una vuelta por las Islas Canarias, en concreto
por Tenerife y, más en concreto aún, por Los Cristianos.
Hace ya unos cuantos años, quizá unos cuantos más de los deseados,
solíamos ir con nuestros alumnos de lo que entonces era 8º de E.G.B. a esta
zona canaria. Allí pasábamos una semana con ellos y compartíamos muchos ratos,
algunos de ellos inolvidables: unos por lo bueno, y otros por lo malo, aunque,
ciertamente, ganaban los buenos ratos.
No recuerdo la razón, pero el destino era la playa de Los Cristianos y
allí, un complejo de bungalós adosados cuyo nombre ni recuerdo ni viene al caso
recordar. La cuestión es que el cocinero del complejo era un tipo simpático,
además de un gran chef y compartía con mucho agrado las recetas de los platos
que todos celebrábamos, como el conejo al salmorejo o estas fantásticas papas
arrugadas que hoy nos ocupan. Es bastante común encontrar el nombre como papas
arrugás, pero a los isleños les resulta infame, así es que vamos a dejar
corregida esta nomenclatura.
El plato en cuestión lleva dos recetas y cada una de ellas tiene sus
propias peculiaridades. Vamos a empezar por el mojo picón, que se sirve en frío
y lleva más tiempo de elaboración.
Entre 6 y 8 dientes de ajo
2 pimientas piconas (pimienta de la puta madre). Se me acabaron, así
que las he sustituido por dos cayenas.
1 cucharadita de comino mejor molido, pero entero también vale.
1 cucharada de pimentón mezcla entre dulce y picante.
2 rebanadas de pan (opcional)
Vinagre
AOVE
Sal gorda marina.
La elaboración se puede hacer en un mortero, con la batidora, o
utilizando ambos elementos. Yo he optado por el mortero. En él incorporamos los
ajos, las cayenas, un poco de sal gorda y machacamos hasta conseguir una pasta
cremosa. Añadimos el comino, el pimentón y el pan duro o frito, cortado en
taquitos, o directamente desmigado, y seguimos machacando hasta que se incorpore
todo. Cuando tengamos una crema homogénea, añadimos el aceite y removemos bien
con la mano del mortero, a continuación, ponemos un chorrito de vinagre al
gusto y seguimos removiendo.
Llegados a este punto, es cuando podemos dejarlo tal cual, o añadirle
un poco de agua, más aceite y pasarlo por la batidora. Yo he optado por esto
último, para suavizar un poco el picante, porque realmente se me ha escapado un
poco de las manos.
Y vamos con las papas:
Las papas, deben ser pequeñas y no es difícil encontrar en los
supermercados de cualquier ciudad las típicas canarias (yo siempre pienso que
vienen en el mismo pedido que los plátanos).
Patatas
Sal gorda
Ponemos en un cazo con agua un puñado generoso de sal marina y lo
ponemos al fuego hasta que empiece a cocer. Añadimos las papas y dejamos que se
cuezan hasta que estén blanditas. Quitamos el agua restante y las volvemos a
poner en el fuego, moviendo el cazo con alegría para que las papas se arruguen
y cojan el color blanquecino de la sal.
Poned una cuantas más de las que os penséis comer, porque son un
vicio. Es como las pipas.
Antes de hacer las fotos, han caído dos.
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