Gioachino Rossini, el autor de algunas de las óperas más aplaudidas de
la historia tales como “El Barbero de Sevilla” o “Guillermo Tell”, era también
un gran aficionado a la cocina, tanto a cocinar él mismo, como a degustar las
recetas de los grandes chefs de la época como Antonin Carême. Se cuenta que,
además, era muy bueno en los fogones y creaba sus propias recetas y recreaba
las de otros cocineros. Siendo así, no es de extrañar que alguna de sus
creaciones haya llegado a nuestros días con su apellido como son los canelones
rossini.
El caso es que, hace unos días, mis sobrinas me preguntaron si las
podía invitar a comer y, como ahora ando ocioso, me pareció buena idea. He de
señalar que se trata de 4 niñas de entre 8 a 14 años y un saque fuera de lo
común, por lo que decidí hacer unos canelones, que son bastante contundentes y
me consta que a casi todos los niños les encantan (pregunté antes, por si
acaso).
1 paquete de canelones (vienen 20)
½ kg de carne picada
6 lonchas de beicon ahumado
1 cebolla
1 bote de tomate tamizado
2 cucharadas de harina
½ litro de leche
1 yema de huevo
½ vaso de vino (igual da blanco, rosado o tinto)
Nuez moscada
1 cucharada de orégano seco.
Pimentón de la vera dulce
300 gr de queso rallado
2 cucharadas de mantequilla
AOVE
Sal
En primer lugar, cortaremos las lonchas de beicon en tiras finas y las
mezclaremos con la carne para freír todo junto en una sartén con un poco de
aceite. Removemos continuamente con una cuchara de palo para que la carne no se
haga grumos. Cuando veamos que está bien frita la sacamos y en esa misma
sartén, con un poco más de aceite freímos la cebolla picada en brunoise. Añadimos
un poco de sal para ayudar a que se ablande. El fuego debe estar suave para
evitar que se nos queme. Cuando veamos que está blandita, añadimos el pimentón
y a continuación el tomate para cortar la cocción del pimentón. Cuando veamos
que el tomate ha perdido el agua, añadimos el medio vaso de vino y subimos el
fuego un poco para evaporar el alcohol.
Echamos la carne en la sartén junto con la cucharada de orégano y
removemos bien para que se entremezclen los sabores, luego retiramos y ponemos
sobre un colador porque lo que nos interesa es que pierda toda la grasa y el
agua que pueda tener. Es decir, que lo que buscamos es una masa compacta. Reservamos.
Para cocer los canelones es importante seguir las instrucciones del
paquete, puesto que hay algunos que necesitan más tiempo que otros. El
procedimiento es poner abundante agua en una cazuela, esperar a que hierva e ir
soltando los canelones uno por uno esperando a que asienten. Así evitaremos que
se nos peguen.
Una vez cocidos, ponemos un paño limpio de cocina sobre la encimera y
los vamos dejando para que se vayan secando. Ahora estarán en condiciones de
ser rellenados. Ponemos un par de cucharadas del relleno en cada canelón en la
parte más cercana a nosotros y enrollamos. Los colocamos en una bandeja de
horno.
Vamos a por la salsa y el remate final. Ponemos en un cazo la leche a
calentar y, por otro lado, ponemos la mantequilla en una sartén y esperamos a
que se derrita. Podemos utilizar aceite en vez de la mantequilla, pero al
enfriarse nos quedará más consistente así. Echamos la harina y removemos bien.
Es importante que se cocine la harina antes de añadir la leche y también es
importante que la leche esté caliente para evitar grumos. Cuando veamos que la
harina está cocinada, le añadimos la leche y removemos bien. Ahora es el
momento de añadir la sal, la nuez moscada y un puñadito de queso rallado.
Seguimos removiendo hasta que coja la consistencia suficiente. Hay que tener en
cuenta que es para napar los canelones y si a dejamos demasiado líquida lo que
hará será irse al fondo en lugar de cubrir los canelones.
Cuando veamos que está en su punto, retiramos del fuego y cuando se
vaya atemperando, le añadimos la yema de huevo y removemos bien. Este paso no
es imprescindible, pero a la hora de hornear, toma un color mucho más
suculento. Ahora ya sí que podemos cubrir los canelones.
He de decir que esto lo hice la tarde anterior, y que los dejé
preparados para meterlos en el horno un rato antes de comer. La foto que
acompañan a esta receta es de ese punto, porque cuando los saqué del horno, no
me dio tiempo a volverlos a fotografiar.
En realidad, si los canelones los hacemos el mismo día, con dejarlos
gratinar nos valdría, pero al estar fríos preferí precalentar el horno en las
posiciones de aire, arriba y abajo. Así se me calentaron bien. Antes de
ponerlos en el horno, echamos todo el resto del queso que quede en la bolsa y cubrimos
bien los canelones. Ahora, también podemos añadir otro poco de orégano.
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