Es Tiempo de descanso. Desconectar por
completo de la actividad laboral y dedicarnos a la “dolce vita” es primordial.
En estos días de relax nuestro organismo ha de recobrar toda la paz interior.
Dedicarnos a hacer lo que más nos gusta sirve para completar esa desconexión,
que tiempo tendremos de volver a la vida cotidiana.
Yo dedico este tiempo a la pesca, a la
lectura, a escribir y a cocinar, que es una de mis actividades favoritas y como
quiera que ahora el campo nos ofrece una variedad de productos sin igual,
podemos bajar al huerto y comprar lo mejor de lo mejor. Aunque reconozco que en
mi caso, el huerto viene a la puerta de casa y “Yésica” (no sé cómo se escribe
ese nombre, pero se pronuncia así) trae los productos del huerto de su padre
para ponerlos a la venta.
Ayer compré unas berenjenas exquisitas, un
par de pimientos entreverados cuyo aspecto me estremeció, unos tomates, de esos
gordos que a mí me gustan y unas cebollas tiernas.
En la nevera había unas salchichas frescas
deliciosas que me sobraron del último arroz al horno y se me ocurrió que con
todas esas viandas se podía preparar algo exquisito.
Lo primero fue picar, bien picaditos la
cebolla, el pimiento y el tomate y ponerlos en la sartén con un par de
cucharadas de aceite de oliva virgen extra y una pizca de sal.
Mientras aquello cogía forma, partí las
berenjenas en dos y las puse en el microondas cuatro minutos.
Abrí las salchichas y les quité la tripa,
quedándome solo con la carne, que dejé en un plato, en espera de que el sofrito
estuviera hecho. Vacié la carne de las berenjenas con una cuchara y las partí
en trocitos, dejándolas en un bol.
Cuando el sofrito parecía hecho, le añadí la
carne de las salchichas y dejé que tomaran color, machacando con la cuchara de
palo para que todo se fusionara en la sartén, retirándolo del fuego y dejando
que se atemperara.
Puse la mezcla en el bol con la carne de las
berenjenas y lo mezclé todo bien. Ya solo quedaban un par de pasos sencillos:
montar el plato y hacer la salsa.
Para la salsa, utilicé otro tomate, que rallé
y sofreí en el aceite sobrante de la fritada añadiendo una cucharada de harina
y una pizca de leche, para conseguir una salsa Aurora natural y perfecta. Un
toque de nuez moscada le aportó su delicado aroma y sabor.
Ya hemos llegado al final, que estamos en
verano y no conviene perder ratos de playa. Si rellenamos las berenjenas con la
mezcla y las recubrimos con la salsa, las podemos hacer la tarde anterior y
meterlo en la nevera para terminarlas mañana.
Ya solo queda cubrirlas con queso al gusto,
en mi caso emmental rallado, unas láminas de trufa negra y ponerlas al grill
unos cinco minutos para que queden calentitas, gratinadas y el queso derretido
y rico.
Podemos servirlas tal cual, o con una pequeña
lluvia de perejil picado. Por cierto, el relleno que me sobró me sirvió para hacer una
tortilla para la cena, que no están los tiempos para tirar nada.
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