jueves, 8 de agosto de 2013

EMPANADA DE EMBUTIDO

El viernes pasado compré un poco de embutido para hacer un cocido. En el pack vienen dos tiras de chorizos, una de salchichas, una tira de tocino fresco y otra de morcillas. Después de hacer el cocido y un arroz al horno, aún me sobró una salchicha, algo de tocino y un par de chorizos.

Como quiera que aún estoy solo, es increíble lo que dan de sí estos packs y la cantidad de comidas que solucionan por algo menos de tres euros y lo que tengo claro es que no voy a tirar nada, así que, puestos a pensar, se me ocurrió que con todas esas viandas, y aprovechando que estamos en plena época de tomates, cebollas y pimientos, podía hacer una empanada, y me puse manos a la obra.

Lo primero fue cortar en juliana fina la cebolla, el pimiento, y un par de dientes de ajo bien picaditos. Mientras se pochaba todo ello en la sartén con una pizca de sal, pelé el tomate y lo corté en brunoise para añadirlo al sofrito una vez que estaba todo caído. Por otro lado hice unas tiras de tocino y lo puse a cocer en agua para que quedara suave.

El paso siguiente fue, por un lado colar el aceite y reservarlo para hacer la masa de mi empanada, y por otro, reservar también el sofrito en sí.

Con un cuchillo bien afilado, hice unos cubitos de chorizo, salchicha y tocino y los puse a freír en el resto del aceite que aún quedaba en la sartén.

Para la masa, puse un vasito de harina tamizada, 20 gramos de levadura de panadero liofilizada, el aceite que me sobró de la fritada y un vasito de agua, todo ello bien amasado. Una hora después, la masa había crecido lo suficiente como para estirarla y hacer una buena empanada que, más que para uno, era para dos, pero el día es muy largo.

El paso siguiente fue unir el sofrito al embutido y dejar que todo se uniera, junto con media docena de olivas deshuesadas, cortadas en láminas y dejarlo enfriar.

Ya solo quedaba dar el paso final, que es echar el relleno en la mitad de la masa, cerrarla, pintarla de huevo y meterla en el horno, previamente precalentado a 200 grados. Unos veinte minutos después, la empanada estaba hecha.

Me he comido la mitad con medio tomate natural. He merendado una tira de empanada, que aún se conserva igual de rica que recién hecha y aún me ha sobrado lo que os enseño en la foto, que no dudéis que va a constituir mi cena junto con el otro medio tomate y unas gotas de aceite de oliva virgen extra.


Vale que pueda que tenga bastante colesterol, pero si tenemos en cuenta que la ausencia de estrés y el aceite de oliva lo contrarrestan, empezamos a disfrutar de un plato suculento. Y os recuerdo que ha sido comida, merienda y cena con los restos de una cesta de embutido que ya constituyeron un cocido y un arroz al horno por menos de tres euros.  


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