El viernes pasado compré un poco de embutido
para hacer un cocido. En el pack vienen dos tiras de chorizos, una de
salchichas, una tira de tocino fresco y otra de morcillas. Después de hacer el
cocido y un arroz al horno, aún me sobró una salchicha, algo de tocino y un par
de chorizos.
Como quiera que aún estoy solo, es increíble
lo que dan de sí estos packs y la cantidad de comidas que solucionan por algo
menos de tres euros y lo que tengo claro es que no voy a tirar nada, así que, puestos
a pensar, se me ocurrió que con todas esas viandas, y aprovechando que estamos
en plena época de tomates, cebollas y pimientos, podía hacer una empanada, y me
puse manos a la obra.
Lo primero fue cortar en juliana fina la
cebolla, el pimiento, y un par de dientes de ajo bien picaditos. Mientras se
pochaba todo ello en la sartén con una pizca de sal, pelé el tomate y lo corté
en brunoise para añadirlo al sofrito una vez que estaba todo caído. Por otro
lado hice unas tiras de tocino y lo puse a cocer en agua para que quedara
suave.
El paso siguiente fue, por un lado colar el
aceite y reservarlo para hacer la masa de mi empanada, y por otro, reservar
también el sofrito en sí.
Con un cuchillo bien afilado, hice unos
cubitos de chorizo, salchicha y tocino y los puse a freír en el resto del
aceite que aún quedaba en la sartén.
Para la masa, puse un vasito de harina
tamizada, 20 gramos de levadura de panadero liofilizada, el aceite que me sobró
de la fritada y un vasito de agua, todo ello bien amasado. Una hora después, la
masa había crecido lo suficiente como para estirarla y hacer una buena empanada
que, más que para uno, era para dos, pero el día es muy largo.
El paso siguiente fue unir el sofrito al
embutido y dejar que todo se uniera, junto con media docena de olivas
deshuesadas, cortadas en láminas y dejarlo enfriar.
Ya solo quedaba dar el paso final, que es
echar el relleno en la mitad de la masa, cerrarla, pintarla de huevo y meterla
en el horno, previamente precalentado a 200 grados. Unos veinte minutos
después, la empanada estaba hecha.
Me he comido la mitad con medio tomate
natural. He merendado una tira de empanada, que aún se conserva igual de rica
que recién hecha y aún me ha sobrado lo que os enseño en la foto, que no dudéis
que va a constituir mi cena junto con el otro medio tomate y unas gotas de
aceite de oliva virgen extra.
Vale que pueda que tenga bastante colesterol,
pero si tenemos en cuenta que la ausencia de estrés y el aceite de oliva lo
contrarrestan, empezamos a disfrutar de un plato suculento. Y os recuerdo que
ha sido comida, merienda y cena con los restos de una cesta de embutido que ya
constituyeron un cocido y un arroz al horno por menos de tres euros.
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