martes, 18 de agosto de 2015

CROQUETAS DE JAMÓN SERRANO Y HUEVO DURO

Hoy ha salido uno de esos días tristones y ni siquiera apetece bajar a la playa, así que me he decantado por una de esas recetas que llevan su tiempo y que, además, resultan francamente deliciosas.

En este caso la paciencia es más que fundamental para que la masa asiente bien y podamos obtener unas croquetas crujientes y ricas.

2 cucharadas soperas de harina tamizada
3 huevos
1 paquete de jamón serrano en cubitos
Pan rallado
Aceite de oliva virgen extra.

Al llevar incorporados los cubitos de jamón, no le vamos a poner sal. Así que lo primero que haremos será poner dos de los tres huevos en un cazo con agua y esperamos durante unos quince minutos hasta que queden duros. Los sacamos y esperamos a que se atemperen para picarlos en cubitos. Los mezclamos con el jamón y reservamos.

A continuación, ponemos un par de cucharadas de aceite en la sartén y otras dos cucharadas de harina bien colmadas. Removemos para que se cocine la harina y vamos añadiendo la leche sin parar de remover. Cuando veamos que va ligando, añadimos más leche y los huevos y el jamón. Seguimos removiendo para que quede todo bien mezclado. Cuando veamos que ha adquirido cierta consistencia (en este caso conviene que quede más bien tirando a dura), retiramos del fuego y dejamos que se asiente bien y que se enfríe del todo.

Cuando tengamos a bien, elaboramos las croquetas en sí, para lo cual, ponemos el huevo que nos quedaba en un plato sopero y lo batimos bien. En otro plato ponemos el pan rallado y procedemos a coger un puñadito de masa y le damos la forma que más nos guste. Puede ser redonda o como su nombre indica, en forma de croquetas. Este paso se puede hacer con dos cucharas, pero resulta más sencillo hacerlo así. Yo lo que hago es meter la masa en una manga y hacer unas tiras que voy cortando para hacer las croquetas de manera bastante más rápida y, por supuesto, con la mano.

Pasamos las croquetas primero por el pan rallado, luego por el huevo y por último otra vez por el pan. Así nos aseguramos una costrita rica y crujiente.


Algo importante a la hora de freír las croquetas es asegurarnos de que el aceite esté a una temperatura de unos 175 grados, es decir, bien calentito. De esta manera, las croquetas saldrán siempre bien y no se romperán, cosa que ocurriría si el aceite no está a esa temperatura.


Si jugamos con el tamaño, podemos hacer una huella como esta.
La pequeña fue la primera que freí y el aceite aún no tenía temperatura suficiente.

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